Ante todo, hoy ¿hay Zoom?

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¿La «Escuela Zoom» es un producto de la pandemia? Más parece marketing político tecnológico educativo, aunque con igual nivel de empecinamiento desde la gestión educativa.

A muchos Zoom nos da sensación de hartazgo en el uso cotidiano de una herramienta que –hasta hace unos meses– para muchos era prácticamente desconocida.

Con la llegada de la pandemia, y la consiguiente implementación del distanciamiento social, comenzó a crecer el uso de videollamadas y de plataformas como Zoom, Meet, Teams o Skype; lo que favoreció el desarrollo del trabajo, la educación a distancia y muchas otras tareas, que de otro modo, no hubiesen sido posibles de realizar.

zoom

La escuela zoom

En una reunión normal, las personas miran al orador, toman notas y, por ratos, miran a otros lados. Pero en las llamadas de Zoom, todo el mundo está mirando a todo el mundo, todo el tiempo, es un «gran hermano temporal».

Las clases virtuales son una gran oportunidad para garantizar la continuidad pedagógica, esto es, para quienes lo tienen. Me pregunto:

  • ¿No hay un prolongado uso de zoom?
  • ¿Solo se educa por zoom? Veo que mis alumnos manifiestan ojos irritados, y se encuentran agotados cognitivamente.
  • ¿En la educación virtual se nos olvidó que primero debíamos tener electricidad, y dinero para Internet? Pareciera que la educación es una cuestión de privilegios en Argentina, dado que no en todos los hogares se cuenta con acceso a la red.
  • Los gobiernos ¿están trabajando en tratar de garantizar que ningún docente ni alumno se quede sin computadora?
  • La brecha entre el acceso y calidad de educación virtual entre lo urbano y lo rural también es abismal, por lo menos, en toda América Latina. ¿Este hecho acaso no merece la prioridad absoluta de la gestión política?

Zoom durante la pandemia

La educación en línea es ahora la forma común de impartir clases. Así tanto los docentes como los niños y jóvenes han tenido que adaptarse de forma sobrevenida a este reto. La fatiga de Zoom es evaluar el uso adecuado de las videollamadas, ya que muchas tareas se pueden resolver con otras herramientas, como haciendo uso de blogs, accediendo a vídeos, etc.

¿Qué hacen la mayoría de los docentes dando clases por zoom? El docente debe pasar lista, atender el chat, cuidar la cámara, verificar el sonido, etc.; durante la videollamada el cerebro está atento a varias tareas y se invierte más energía para procesar las señales no verbales.

Actualmente, hay pocos estudios que proporcionen una visión completa que permita juzgar cómo el alto número de videoconferencias afecta a los empleados física y psicológicamente. La fatiga por ZOOM está relacionada con la necesidad de concentración intensa frente a los estímulos visuales.

En este año y medio que llevamos de saturación de pantallas, no se ve que haya puesto atención a la tensión ocular y al síndrome visual informático aun teniendo presente que los usuarios de dispositivos móviles fijan la vista de forma prolongada en la pantalla durante periodos ininterrumpidos de tiempo.


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La luz azul que emiten los dispositivos móviles altera la cantidad de melatonina que regula el sueño, esto es, provoca un trastorno del sueño asociado al uso de dispositivos móviles: es el llamado Insomnio tecnológico. Cuando el usuario hace uso de las pantallas de móviles o tablets minutos antes de dormir, se altera la hormona melatonina, reguladora del sueño y la vigilia. Y esto entre los adolescentes es común llamarlo «vamping».

Los problemas técnicos dificultan la fluidez de la llamada, porque a pesar de la expansión de la Internet de alta velocidad y de la red de fibra óptica, todavía existen los problemas de velocidad en las videoconferencias, un problema recurrente en Argentina –que no tiene solución–.

Los países menos desarrollados, con menos capacidad de popularizar el uso de las tecnologías en la escuela pierden el tren, muchas veces ni siquiera van en el vagón de cola.

La penetración de computadoras en los hogares no es masiva en los sectores más pobres. Es más, tienen un solo celular para toda la familia y para qué decir Internet, que difícilmente llega a la mitad de los hogares de estudiantes.

En Argentina, no hay calidad de las señales. Imaginemos en un paraje de Bolívar que es la ciudad que conozco bien, en la barriada pobre de las periferias de cada una de las ciudades grandes, de Catamarca, en el impenetrable chaqueño…

Nuestros cuerpos no están diseñados para pasar largas horas observando una pantalla en una sola posición aclarando que yo no doy clases por zoom. La cuestión educativa es una de las más sacudida por la pandemia y acelerada por la transformación digital, pero la trasformación se ha hecho «a la Argentina».

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