LA CULPA Y LA VERGÜENZA EN EL LIDERAZGO

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La culpa y la vergüenza

en el liderazgo

«Algunos están dispuestos a cualquier cosa,

menos a vivir aquí y ahora»

John Lennon

Las personas que sienten culpa, pero no tienen vergüenza de admitirla, terminan por ser buenos líderes.

¿Los buenos líderes

nacen o se hacen?

Hasta cierto punto, por supuesto, esa es una pregunta errónea. Las características de una persona pueden predisponer a querer ser un líder e incluso tener algún potencial para dirigir con eficacia, pero todavía hay una gran cantidad de aprendizaje que tenemos todos que hacer para ser un buen líder.

Dicho esto, si hacemos un poco de investigación, hemos comenzado a explorar las características personales, aventajadas que le damos a alguien para que sea un buen líder. Es importante recordar la psicología del líder, así mismo como recordar los 13 estilos de liderazgo que nos podemos encontrar en las empresas.

Psicólogos de la personalidad han identificado lo que ellos llaman –como si se tratara de las dimensiones de la personalidad– los Cinco puntos Grandes.

Esencialmente, si nosotros lanzamos un gran número de preguntas sobre el comportamiento en una encuesta, hay cinco características generales que surgen de las respuestas de la gente: La amabilidad, la extraversión, la apertura, la escrupulosidad y la estabilidad emocional.

Todos ellos están relacionados con el liderazgo en algún grado. Las personas que estamos abiertos a la experiencia, por ejemplo, tendemos a ser mejores líderes que los que no lo son. Tal vez, obviamente, la gente que es consciente también son mejores líderes que los que no son tan concienzudos.

Las personas que son emocionalmente estables son también líderes más efectivos que los que no son emocionalmente estables. Los otros dos rasgos tienen una relación más compleja con el liderazgo.

La amabilidad es el grado en que una persona se lleva bien con los demás. Un grado moderado de agrado es bueno para los líderes, porque tenemos algo de talento en llevarse bien con los demás. Sin embargo, los líderes que son demasiado agradables no aceptarán las otras cosas que no quieren oír. Así,

Los altos niveles de amabilidad

NO son buenos para el liderazgo

La extraversión es el grado en que alguien busca a los demás y le gusta estar en el centro de atención mostrándose hacia los demás. Es evidente que los líderes tenemos que estar cómodos interactuando con los demás y llevando a cabo las ideas a partir desde un grupo de trabajo hacia un público más amplio.

Al mismo tiempo, un líder que quiere demasiado el centro de atención no conseguirá que otros miembros del grupo, consigan suficientemente crédito por sus esfuerzos. Es decir hará el efecto contrario, por lo que nadie le hará caso, es por eso que el líder, cuando es el centro de atención, ha de saber salir del mismo centro para poder dejar a los demás que vayan pasando al mismo.

Por supuesto, hay un montón de otras características que definen la personalidad de la gente más allá de estos cinco grandes puntos. El otro día leía un artículo en la edición de agosto 2012 de la Revista de Personalidad y Psicología Social por Rebecca Schaumberg y Francis Flynn que exploraba la influencia de la propensión de las personas a sentirse culpable por su capacidad de liderazgo.

Estos investigadores distinguen entre dos emociones-relacionadas la culpa y la vergüenza. La gente que experimentamos la culpa cuando tenemos una responsabilidad que no hemos podido estar a la altura. La emoción se centra en el fracaso. La vergüenza también surge de una falla a la altura de la responsabilidad, pero es estar auto-centrados.

Las personas experimentan vergüenza cuando sienten que

son una mala persona por razón de su fracaso

En este estudio, se midieron la culpa y vergüenza por medio de cuestionarios en los que se pedía a la gente que pensaran en qué habían fallado, en alguna tarea o responsabilidad importante. Calificaron tanto el grado en que se sentían mal por lo sucedido (la culpa), así como el grado en que se sentirían mal consigo mismos (la vergüenza). Los participantes también completaron una encuesta para evaluar los cinco puntos grandes dentro de las dimensiones.

Varios días después, los participantes llegaron al laboratorio en grupos y realizaron una serie de actividades de grupo. En una actividad, por ejemplo, el grupo tuvo que imaginar que estaban desarrollando los anuncios de nuevos productos. Después de realizar estas actividades en grupo, los participantes calificaron a los otros miembros del grupo por su liderazgo en las actividades.

El mejor indicador de si la gente se toma un papel de liderazgo en este estudio fue el grado en que la gente tiende a sentirse culpable, como resultado de los fracasos. La tendencia a experimentar culpa fue un indicador más poderoso que cualquiera de las características de personalidad de los Cinco puntos grandes.

¿Por qué la tendencia a sentirse culpable juega un papel

tan importante en el liderazgo?

En otro estudio, los participantes calificaron su tendencia a experimentar culpa y vergüenza que en el estudio que acabamos de describir. Además, calificaron su sentido de la responsabilidad para otras personas.

Los participantes en este estudio eran estudiantes en un programa de MBA. La medida de liderazgo en este caso provino de las evaluaciones realizadas por el centro de liderazgo a cargo de la escuela de negocios donde los participantes eran estudiantes.

Al igual que en el estudio que acabo de describir, la tendencia de las personas a sentirnos con cierto grado de culpabilidad (en lugar de tener vergüenza) predicen que las calificaciones independientes de lo bueno que un líder pueda llegar a ser.

La tendencia a sentirnos culpables también predice el sentido de la responsabilidad hacia los demás, hacía las personas. Los análisis estadísticos sugieren que la culpabilidad nos influenciará en el sentido de la responsabilidad hacia los demás, que a su vez nos afectan el éxito de las personas como líderes.

Por supuesto, esta investigación no aborda los factores que hacen que algunas personas (y no otros) se sientan culpables en el primer lugar. Cuando se comprendan mejor estos factores, puede que sea posible enseñar a otras personas estas habilidades con el fin de aumentar su eficacia en los roles de liderazgo.

En resumen, más vale aceptar la culpa delante los demás a la hora de no conseguir un resultado, dado que como líderes, lograremos que todo el grupo se reunifique, para volver a aprender de los errores cometidos, y si sentimos vergüenza por el sentimiento que no hemos logrado nuestros objetivos, lo expresamos, porque, al fin y al cabo, somos personas y no máquinas, esta vergüenza con la experiencia tenderá a ir de más a menos. «Que terriblemente triste es que las personas

Están hechas de tal forma que se acostumbran a algo

tan extraordinario como la vida»

Jostein Gaarder

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