ENSEÑAR AQUELLO QUE SE IGNORA

/

“…Transmitir una voluntad, una posibilidad, una confianza

en que el otro es un igual y puede llegar

por sí solo…”

Joseph Jacotot

Los alumnos se aburren, no les motiva lo que encuentran en las aulas, y en gran medida es porque la mayoría de los profesores siguen pensando que el conocimiento debe salir únicamente de ellos hacia los alumnos, en ese sentido y unidireccionalmente.

Las clases magistrales tienen cada vez menos sentido y utilidad; los alumnos convierten a sus profesores en ignorantes en algunos aspectos; sobre todo, en el manejo de la tecnología; el conocimiento se multiplica exponencialmente cada día, de modo que es imposible saberlo “todo de todo”…

Cuando vuelvo de algún encuentro pedagógico, y veo y escucho a profesores de todas las edades, de todas las etapas, de toda clase de colegios, haciendo cosas en las aulas, cosas que no son tan nuevas, aunque se “vendan” como tales, pero que son imprescindibles en los tiempos en que vivimos, recupero mi visión optimista de la docencia.

Es imposible saberlo

todo de todo

El aprendizaje basado en problemas, la clase al revés, el trabajo por proyectos, el aprendizaje cooperativo, el aula como creadora de experiencias óptimas, el aprendizaje de la lectoescritura fuera del encorsetamiento de las pautas e inmersa en proyectos de trabajo, el uso de la tecnología para entender y transformar los contenidos y no sólo para sustituirlos… Seguro que todos estos profesores que nos cuentan sus experiencias en estos ámbitos no aprendieron estas técnicas en su etapa de estudiantes, ni nadie les obligó a que dejaran de hacer lo que hacían. Ninguna ley, ninguna inspección, ningún decreto autonómico, ninguna dirección de ningún centro les empujó a adoptar otra forma de enseñar porque lo que hacían no les satisfacía. Lo hicieron porque así lo decidieron, enseñando desde el desconocimiento, enseñando cosas que ellos a lo mejor ignoraban, pero fueron atrevidos, y eligieron no sólo enseñar, sino que apostaron por aprender y por lograr que sus alumnos aprendieran por sí mismos.

¿CÓMO SE PUEDE ENSEÑAR LO QUE SE IGNORA?

¿Puede un profesor enseñar aquello que desconoce? Me viene a la cabeza la historia de Joseph Jacotot, que conocí a través de la referencia que hace Alejandro Piscitelli en la presentación de su libro Nativos Digitales.

Jacques Rancière, filosófo francés, cuenta en su libro El maestro ignorante la experiencia de Joseph Jacotot, pedagogo francés, creador del conocido como “método Jacotot”. Este método conocido también como teoría de la educación universal, establece que es posible enseñar lo que uno ignora si uno es capaz de impulsar al alumno a utilizar su propia inteligencia.

Es de sentido y de práctica común que un profesor, aunque sea “novato” en la materia, enseñe sus conocimientos explicándolos. Pero ¿cómo se logra que, sin explicaciones, sin clases magistrales, un niño, o un adulto entiendan lo que no conocen?

La historia del origen del método de Jacotot es ésta: Jacotot se instaló en Bélgica por razones políticas durante la Restauración. Allí fue contratado por la Universidad de Lovaina para enseñar francés. Jacotot, que no sabía una palabra de holandés, distribuyó a sus alumnos una versión bilingüe de un libro de filosofía y los dejó solos con el texto y con su voluntad de aprender. Les pidió que aprendieran el texto francés ayudándose de la traducción. Después, les hizo repetir una y otra vez lo que habían aprendido y les dijo que leyeran el resto al menos para poderlo contar. Sorprendentemente, pocos meses después, todos eran capaces de hablar y de escribir en francés sin que el maestro les hubiese transmitido absolutamente nada de su propio conocimiento. Jacotot dedujo entonces que sus alumnos habían utilizado la misma inteligencia que usa un niño para aprender a hablar. ¿Qué hace un niño pequeño? Escucha y retiene, imita y repite, se corrige, tiene éxito gracias al azar y recomienza gracias al método. Todo sin ningún maestro.

Resumiendo: Jacotot no sabía holandés, sus alumnos no sabían francés, y aun así, logró que aprendieran el idioma y que además comprendieran la obra filosófica que tenían que estudiar.

Jacotot se convenció de que lo que logra que el alumno active su “inteligencia” es independiente de que el maestro sepa más sobre una materia. Que era posible que un ignorante permitiera a otro ignorante saber lo que él mismo no sabía. Y aquí llegamos al sentido de la expresión «maestro ignorante».

Según Rencière,

El maestro ignorante no establece ninguna relación de inteligencia a inteligencia. El maestro es solo una autoridad, una voluntad que ordena al ignorante que haga su camino. Es decir, echa a andar las capacidades que el alumno ya posee, la capacidad que todo hombre demostró logrando sin maestro el más difícil de los aprendizajes: aprender a hablar. Un maestro ignorante no es un ignorante que decide hacerse el maestro. Es un maestro que enseña sin transmitir ningún conocimiento. Es un docente capaz de disociar su propio conocimiento y el ejercicio de la docencia. Es un maestro que demuestra que aquello que llamamos «transmisión del saber» comprende, en realidad, dos relaciones intrincadas que conviene disociar: una relación de voluntad a voluntad y una relación de inteligencia a inteligencia.”

Y esa es la manera, no hay otra. Los profesores se sienten inseguros ante las tecnologías, las nuevas (y no tan nuevas) metodologías…, pero si no son capaces de aprender, desaprender y como absolutos ignorantes, volver a aprender, (volvemos otra vez a la frase de Alvin Toffler…,) no habrá un cambio en el sistema educativo y formativo.

Entonces, ¿hasta cuándo deberán estar nuestros alumnos sentados en las aulas escuchando explicaciones? Menos mal que cada vez hay más maestros ignorantes, que son capaces de enseñar sin explicar, que consideran a sus alumnos como “iguales” en inteligencia, y hacen que lleguen por sí mismos a vivir la maravillosa experiencia del saber, que les preparará para seguir aprendiendo el resto de su vida.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 1 Promedio: 5)