Robert Swartz,
una mente inspiradora para todo docente
Tras el abrumador éxito de «Enseñar a pensar: 9 principios básicos-I», hoy nos complace presentar la continuación de este magnífico trabajo, cedido por uno de sus autores, Robert Swartz.
Los organizadores
del pensamientoi
DAVID PERKINS – ROBERT SWARTZ
La idea de los 4 vicios de nuestro pensamiento, que vimos en el artículo anterior, apoya el reto que nos hemos propuesto: enseñar a pensar. Para ayudar a los alumnos a contrarrestar estas tendencias es preciso ayudarles a que dediquen más tiempo a pensar, a ampliar sus razonamientos, a clarificarlos con mayor precisión y a organizar de forma sistemática todo el proceso.
¿Cómo?
El impulso natural parece sencillo: proveer a los estudiantes de experiencias que impliquen mejores patrones de pensamiento que los que desarrollan habitualmente. Así, para combatir el apresuramiento, proponemos actividades de debate y escritura que impliquen mayor tiempo para pensar; para ampliar sus mentes, generamos actividades que permitan expandirlas, como, por ejemplo, participar en debates en los que tengan que defender posturas diferentes de sus propuestas o posicionamientos iniciales. Estas experiencias deben ser aplaudidas, pues es obvio que benefician a los estudiantes. Pero no son suficientes.
Cómo mejorar nuestro
pensamiento
Los organizadores del pensamiento
Uno de los descubrimientos más reveladores en las investigaciones recientes para enseñar a pensar nos dice que la mera experiencia no es suficiente.
Es más, hemos llegado a la conclusión de que incluso ejercitar de forma repetida un determinado tipo de pensamiento, tampoco es suficiente para ayudar a los estudiantes a mejorar algún tipo particular de pensamiento. Así, por ejemplo, implicar a los alumnos frecuentemente en debates no necesariamente significa, en sí mismo, que estos alumnos mejoren su capacidad para debatir o razonar.
Y más aún. Experimentar mejores prácticas de pensamiento en el entorno del aula no asegura que estos estudiantes transfieran este tipo de pensamiento en otros entornos. Por ejemplo, aquellos estudiantes que han aprendido la importancia de escuchar ambas partes en un conflicto a través de los debates organizados en el aula, no necesariamente muestran esta misma predisposición en otra situación que requieran este razonamiento.
De nuevo, la experiencia, por si sola,
NO es suficiente
¿Qué es lo que falla?
El problema es que la simple práctica con experiencias de aprendizaje que impliquen razonamiento, a menudo, olvidan un detalle relevante: dar importancia a revisar estas prácticas.
La mera experiencia tampoco aporta un modo que ayude a los alumnos a recordar cómo usar estas prácticas más tarde: de nuevo, como en muchas actividades escolares, la experiencia «de pensar» se convierte en “algo que hacemos los viernes en clase de lengua”, pero que nunca sale de ahí.
Desde nuestro punto de vista, la respuesta a este dilema es el uso de organizadores de pensamiento– también llamados “marcos” del pensamiento ii
Los organizadores del pensamiento
Son símbolos verbales o gráficos que nos recuerdan cómo reorganizar nuestro pensamiento, guían el proceso mientras lo realizamos y lo alejan de sus vicios habituales. La mayoría de las propuestas para desarrollar el pensamiento de los estudiantes enfatizan el uso de organizadores del pensamiento.
La idea de los organizadores del pensamiento puede parecer extravagante pero no lo es. Explicaremos por qué.
Los organizadores del pensamiento son bastante comunes, sólo que a menudo no los reconocemos como tales. Para apreciar lo comunes que son y cómo nos ayudan, echemos una mirada a un ejemplo muy familiar: una lista de pros y contras. Muchas personas hacen un listado de los pros y los contras para valorar una decisión. Es frecuente usar un gráfico con dos columnas, contras en la izquierda, y pros en la derecha, o al revés.
Podemos advertir que esta simple estrategia nos ayuda a trabajar en contra de los 4 vicios habituales de nuestro pensamiento.
Primero
Porque el sólo hecho de dibujar y completar una lista de pros y contras garantiza que te estás dando tiempo para pensar.
Segundo
Porque esta lista constituye en sí misma una llamada a un pensamiento más abierto, que tiene en cuenta las dos posiciones de una misma situación. Pone en una columna los pros y en otra los contras.
En tercer lugar
Una lista de pros y contras te fuerza a categorizar conceptos para determinar si juegan a favor o en contra de la decisión. De hecho, a menudo surgen factores que pueden ser tanto una ventaja como una desventaja y necesitas anotarlas a ambos lados de la lista. Todo esto trabaja en contra de un pensamiento vago y aporta claridad sobre cómo hay muchos factores que pueden determinar una toma de decisiones.
Por último
Un listado de pros y contras combate también el pensamiento desorganizado ofreciéndote una visión clara de todos los elementos considerados.
Generalizando, un organizador del pensamiento es una estructura concreta verbal y/o gráfica que guía el pensamiento.
En nuevos artículos daremos algunos ejemplos de organizadores del pensamiento especialmente útiles para mejorarlo a través de las materias curriculares. Hoy queremos enfatizar en cómo de habituales son los organizadores del pensamiento en nuestra vida cotidiana, una vez que ya sabemos cómo reconocerlos.
Veamos una pequeña lista de organizadores del pensamiento que son comunes en nuestro día a día:
Los proverbios
Son como un repositorio popular de los organizadores del pensamiento. Por ejemplo, algunos dichos como “mira antes de saltar” o “una puntada a tiempo, ahorra ciento”, trabajan en contra del defecto de pensar de forma apresurada. Frases como “usa tu imaginación”, “examinémoslo de nuevo” o “ponte en los zapatos del otro”, trabajan en contra del vicio de un pensamiento estrecho de miras.
Términos analíticos
Muchas expresiones en diferentes lenguas ayudan a organizar nuestro pensamiento. Por ejemplo, si tú manejas con soltura el “lenguaje de los argumentos” puedes preguntarte a tí mismo… o a otros:
¿Qué es lo que aquí se afirma?
¿Cuáles son las pruebas en las que te basas para hacer esta generalización?
¿Cómo tu primer argumento apoya tu conclusión?
Términos dispositivos
Poco a poco vamos apreciando que un buen pensamiento es algo más que una técnica. Es una cuestión de espíritu, o lo que podemos llamar más técnicamente de “disposición hacia”. Muchos términos en inglés, y otras lenguas, expresan un compromiso hacia determinados tipos de pensamiento. Alentamos a las personas a ser justos, imparciales, de mente abierta e imaginativos. Estos términos no tienen un contenido analítico, pero están cargados de significado. Por ejemplo, todos los términos mencionados antes abogan en un sentido u otro por un pensamiento amplio de miras frente a uno de mente estrecha.
Estrategias comunes
Algunas estrategias del pensamiento son tan familiares que forman parte ya de nuestra cultura. La “lluvia de ideas” (brainstorming) es un ejemplo claro con su simple regla de «acepta y construye sobre las ideas de otros». Otra es la lista de pros y contras, que ya hemos mencionado. Y otra, por ejemplo, es el buscar qué razones pueden apoyar una idea, que nos pueda resultar extraña, antes de rechazarla definitivamente.
Organizadores gráficos comunes
Igual que una lista de pros y contras es en sí misma un organizador gráfico común, existen otros más. Veamos dos ejemplos:
Hacer listas: Las personas con frecuencia hacen una lista de pasos o tareas para realizar un plan. La lista te permite volver atrás, y revisar tu plan, ayudándote a evitar un pensamiento vago y desorganizado.
Usar tablas: Es frecuente el uso de tablas con dos o más columnas –por ejemplo para realizar presupuestos o aprovisionamientos– organizados por categorías o tareas y las personas a quien se asigna cada una de ellas. Estas tablas ayudan a clarificar el pensamiento que podría ser inicialmente vago y te ayuda a mantener una organización sistemática, en lugar de perderte en los muchos equilibrios y aspectos a considerar para tomar decisiones sobre algún producto o precio.
Con todos estos organizadores del pensamiento formando parte de nuestra cultura, ¿por qué no pensamos todos correctamente?
Por desgracia muchas personas tienen este conocimiento de forma pasiva, en lugar de en forma activa. La gente las conoce pero no las usa. Esto se puede aplicar tanto a los organizadores del pensamiento cotidiano como para otros muchos tipos de conocimiento. Por ejemplo, muchas personas conocen términos como declaración, razón, apoyo, evidencia…, sin embargo, en sus razonamientos diarios no usan estas palabras. Este “lenguaje de la argumentación” tampoco se usa habitualmente en las aulas.
Es desafortunado, pero busquemos el lado positivo: en un sentido amplio, enseñar a pensar no implica enseñar absolutamente todos los organizadores del pensamiento. Implica recordar a la gente lo que ya saben, haciéndolo más explícito y rotundo, explorando y enfatizando su importancia.
En resumen
Principio nº 2
Mejorar nuestro pensamiento depende de una mejor organización. Para desarrollarlo necesitamos cultivar de forma explícita el uso de organizadores verbales y gráficos que los estudiantes ya conocen y enseñarles algunos que aún no conozcan.
Notas del editor
Traducción y adaptación para INED21: Paulina Bánfalvi Kam @Yoclin36 y José Blas García Pérez @jblasgarcia.
i Este artículo es una adaptación de otro, inicialmente publicado en Si la mente importa Un preámbulo del futuro, Volumen 2. Editado por Artur L.Costa, James Bellanca, Robin Fogarty bajo el título The Nine Basics of Teaching Thinking y firmado por David Perkins y Robert Swartz.
Citas Bibliográficas
ii Perkins, D. N. (1986). Thinking frames. Educational Leadership, 43(8), 4-10.
Sin dudas que para mejorar nuestro aprendizaje debemos organizar nuestra forma de estudiar y también de aprender.
Al organizar nuestra forma de estudiar vamos a poder estar más concentrados y lograr una mayor significatividad del aprendizaje.