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OBSESIONADO POR LA MATERIA
MI MERCANCÍA
Toda mi vida profesional estuve obsesionado por la materia. Cuando miraba un alumno, de vez en cuando veía a una persona, pero la mayor parte del tiempo no percibía más que una fortaleza infantil desconfiada e intentaba encontrar un agujero o una debilidad en las defensas que me permitiera introducir mi mercancía. Me veía como un boticario que sabe que su medicina es buena pero amarga y a pesar de todo la ha de hacer pasar.
En realidad la medicina no era especialmente buena y mi conocimiento del metabolismo, bastante defectuoso…
LÓGICAS QUE LA RAZÓN NO ENTIENDE
Me propuse hacer aprender cosas a los niños y fracasé. Ahora quiero mejorar el mundo y espero triunfar. En fin… No hace falta que se rían. Todos lo hacemos de muchas maneras. Cuando morimos, aunque sea en una medida infinitesimal, el planeta ha cambiado gracias a nosotros. Y hasta de nuestros fracasos el mundo saca beneficios cuando la intención es buena. Hay que rescatar la palabra bondad del limbo de la cursilería, la necesitamos mucho.
No, el niño no es una fortaleza si no le atacamos (Juan Vaello ORTS, Cómo dar clase a los que no quieren, Ed. GRAÓ, 2007). Yo haría del libro que acabo de citar lectura obligatoria en los claustros, al igual que las lecturas bíblicas que se hacen en los monasterios mientras el monje come. Hay en él mucho sentido común que es fácil olvidar en el día a día. Aunque para mí equivoca el orden de los capítulos. La motivación yo la hubiera puesto al principio, aunque el control quizá sea lo más urgente que dominar.
¿És posible introducir materia y al mismo tiempo «ver» a 20 (pongámonos en lo mejor en cuanto a ratio) jóvenes? Yo creo que es posible si materia y alumnos sintonizan. ¿Por qué nos empeñamos en domesticar a los niños para que aprendan la materia que creemos que necesitan? ¿Hasta qué punto estamos seguros de que es precisamente ésa? Si mantenemos la metáfora del metabolismo, tal vez parezca inevitable. El cuerpo tiene lógicas que la razón no entiende y no todas las hierbas medicinales tienen buen sabor.
CÓMPLICES EN LA VICTORIA
Pero la mente es otra cosa. La mente puede llegar, ver y vencer por sí misma (o con algo de ayuda). Tanto profesores como alumnos llegan por obligación. El problema está en conseguir que sean compañeros de materia y cómplices en la victoria. Jerarquía sí, pero la mínima necesaria (todo el libro de Vaello transpira eso). Es conseguir que unos y otros vean lo que allí se trata como pertinente para sí mismos, aunque desde ópticas diferentes.
Y qué currículo podría afectarlos a todos por igual. Podría empezarse por una frase que lo resumiera todo y alrededor de la cual pudiera irse construyendo una materia de interés general y que gracias a la complicidad facilitase al profesor «ver» con calma a todos sus alumnos, por miope que sea (yo lo fui). Podría ser del tipo:
Yo, ser humano, animal nacido en un planeta rocoso poblado por una vida evolutiva y rica gracias a unas condiciones templadas, estudio el universo para conocer sus bienes y peligros y comparto experiencias con mis semejantes, aprendiendo de los errores de la historia, para conseguir una sociedad global que permita un orden armónico alternativo al de la Selección Natural.
EL ESPÍRITU DEL APRENDIENTE
Yo creo que las Escuelas de Maestros deberían habilitar a sus alumnos para sacar todo el partido y consecuencias de un postulado como éste, y para reconvertirlo en acciones y narraciones con las que los niños puedan asumirlo y desarrolarlo. Tanto en los años de escolaridad como siempre después. Y en varios idiomas (cuando la escuela haya tenido la ayuda necesaria).
Un orden armónico alternativo al de la Selección Natural
Con las palabras que haga falta y según los niños que uno tiene delante o alrededor, cuanto antes entiendan estas realidades y las acepten como suyas, amigables y no terribles, antes sintonizarán con la materia y el profesor podrá ir viendo qué cara ponen. No digo que deba ser en parvulario (aunque algo pueda empezar a intuirse amablemente). No digo que deba ser en primaria (aunque un primer esbozo pueda dibujarse). No digo que deba completarse en la ESO (aunque podria ser). Lo que digo es que debería trabajarse para armonizar el espíritu del aprendiente con esa síntesis o con otra mejor y más realista si se tiene (podria ser del estilo «quiénes somos, dónde estamos, de dónde venimos, adónde vamos»). Independientemente de que sea posible o no. Yo diría que no se puede ser humano sin utopía. Ésa es la idea que, me parece, que deberia impregnar a todos los jóvenes salidos de la escuela secundaria.