VENEZUELA Y ¿EDUCACIÓN SIGLO XXI?-II

/

VENEZUELA

SOCIALISMO vs EDUCACIÓN

SIGLO XXI

LA REALIDAD VENEZOLANA

Hasta ahora tenemos, en lo escrito con anterioridad, el intento de comprender la crisis general de la educación. Nos enfocamos, en lo que sigue, a la realidad puntual de Venezuela y el origen de su crisis.

En cuanto a este tema y su situación política actual, es lógico confrontar el tema y preguntarse: ¿Qué es lo que realmente ha pasado? Lo que pasó, ya se sabe; la pregunta oportuna es: ¿Por qué pasó?  O mejor, ¿quién o quiénes tienen la culpa de que eso pasara?

En algún momento leí u oí que, al analizar un problema, cada especialista lo estudiaba desde su especialidad, pues era el enfoque de su competencia y dominio y debido a eso las culpas y consecuencias eran sesgadas, según «el cristal con que se miraron».

Por tanto, en cuanto al problema de mi país, un economista lo atribuirá a una mala administración de las riquezas y al mal empleo de los recursos por parte de unos corruptos inescrupulosos. Un abogado sólo vería como raíz, la falta de mecanismos legales, la ilegalidad de las autoridades operando al margen de la ley. Un político de profesión, seguramente opinaría que se debió, en el fondo, a la aplicación de malas medidas políticas.

Al analizar la aplicación de esas políticas por esta corruptela, no tenemos suficiente conocimiento para determinar si en algún momento han hecho lo correcto desde el punto de vista de cada gremio o profesión para opinar nosotros acertadamente; por ello, las posibles respuestas del párrafo anterior no son producto de una encuesta, sino de nuestra imaginación, por lo cual pedimos excusas desde ya, pero ilustran el planteamiento central.

Siguiendo con el mismo, en cambio, un viandante del pueblo podría generar varias respuestas, según sus gustos, aficiones o manejo del tema: un fanático deportivo diría como acostumbran los que ven un juego televisado – «si yo estuviera en la silla del presidente, desde hace tiempo hubiera arreglado este juego, ponchando a la disidencia»; otro con cultura gerencial, pues podría expresarse en términos de falta de gerencia; y otro más directo, podría decir pues que fueron unos ladrones que se aprovecharon de las necesidades del pueblo, de que nadie ofrecía las soluciones esperadas, de que la gente honesta no se metía en la política, etc., para engañar a esa inmensa mayoría que estaban sin liderazgo.

Parando ya el cuento que es interminable y, si bien vemos, cada uno tiene una cuota de razón, no podemos descartar ninguna, ni las que seguramente faltan. Pero, tenemos dos que nos parecen importantes. Una es histórica, ubicándonos en el contexto que es, pues no hay razones para considerarla que tenga actualidad de acción, sino de herencia. Dice, no textualmente, pero sí, en síntesis, en su libro «Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario» el ya fallecido periodista Carlos Rangel que Latinoamérica tiene una importante diferencia, de raíz, respecto a Norteamérica.

«La primera fue conquistada – por filibusteros execrados en su mayoría, hombres traídos por militares oportunistas, con unas contadas excepciones en minoría – mientras que la del norte fue colonizada por familias con una mentalidad de aportar y construir un nuevo hogar para su familia». (cfr.)i

Bien, allí hay una razón profunda, innegable, que tiene cierto peso. Pero la misma no es razón suficiente ni óbice para decir que hay un sino infranqueable e ineludible.

La segunda, fruto de un profundo pensar y tratando de ver todas las aristas por este autor. De todos modos, es producida desde mi gremio y, por tanto, la ubicó en él, consciente de poder verla sesgada también. Pero, aun así, creo que tiene cierta validez y peso.

Veamos. Todas las razones esgrimidas con anterioridad, como hemos dicho, comparten parte de verdad, pero tienen en común una cosa: ignorancia. O lo que es lo mismo, no saber toda la partitura y cómo orquestar cada instrumento en su momento oportuno. Ignorancia que nos señala un culpable, bueno, perdón, varios, pero que no fue necesario que se pusieran de acuerdo. No fue una mafia. Veamos si Ud. está de acuerdo.

Un sistema educativo anacrónico y poco adaptado a la realidad de Venezuela.

Unos programas de estudio – influidos poderosamente por uno de los venezolanos abiertamente socialista: Luis Beltrán Pietro Figueroa – y que, de nacimiento, ya estaban sesgados hacia un socialismo poético y romántico, no el socialismo que hoy comparten algunos países y mentalidades preocupadas por el ser humano. En él incluimos a la Doctrina Social de la Iglesia Católica que ha inspirado grandes programas de atención al necesitado.

Unos educadores generalmente sin vocación ni altruismo, y mucho menos sin estudio de la carrera pedagógica, sino «es que él imparte muy bien su materia», aunque no tenga ni una muestra de dominio de la pedagogía y la transmisión de valores.

Unas escuelas de educación sin selección exigente de los futuros educandos, sino tristemente lo peor, la carrera en la cual quedan quienes no son aceptados en ninguna otra escuela.

Unos programas de formación de los docentes, con una distorsión de la educación; formar con mucha teoría, lejana al aula de clases, sin un exigente seguimiento de las prácticas docentes. Cuidado, no afirmamos como inexistentes las prácticas docentes; existen, pero quienes la supervisan y califican por escased de personal –supongo, no lo he investigado– son, una o dos veces el docente de la materia universitaria, con una entrevista a los directivos del instituto donde se lleva a efecto la práctica y que jamás o muy pocas veces han sido testigos de la ejecución del aprendiz de educador. La «Práctica Docente» debería ser una de las esenciales materias de la carrera docente y después de cada clase, debería ser evaluada y llevada a una discusión entre docente o tutor universitario y el «aprendiz» de docente.

Y ¿Qué decir de docentes sin escrúpulos, colados en las aulas, aprobando alumnos por medio de políticas prostituidas y corruptas? «Si tu papá me trae un whisky 18 años te paso la materia»; «señorita, si quiere pasar la materia, la única forma es que acuda a mi casa esta noche y.…»; «para pasar mis exámenes, tienes que tomar clases particulares conmigo, con un costo extra»

Por todo lo expresado hasta aquí, tenemos un enquistamiento de la transmisión de una cierta cultura, pero que dista mucho de una verdadera educación en la verdad, los valores y los principios éticos. Es más, en el párrafo anterior podemos ver cumplida una máxima de la educación: “el ejemplo no es una herramienta para educar… es la única”, que, en este caso, su resultado es deseducación: el anti-ejemplo tumba cualquier hermosa teoría sobre la importancia invaluable de la ética en la vida profesional.

Otra alerta: se oye decir de manera ligera, «entre bomberos, no se pisan la manguera» o dicho de otro modo, se considera una muestra desleal entre los educadores, que se afirme lo dicho en este escrito. Es más, se le refuerza con esto: «Eso no ocurre en otros gremios o círculos profesionales» lo que se debe traducir en que, ¿hay que hacer la vista gorda antes estos garrafales errores?

Repetimos, hay razones profundas, innegables, que tienen cierto peso.

Pero no son razón suficiente ni óbice para decir que

hay un sino infranqueable e ineludible


1 Cfr. POZO, Juan Ig. Hoy la escuela enseña contenidos del siglo XIX, con profesores del siglo XX, a alumnos del siglo XXI.

2 Faure, Edagard y otros; “Aprender a Ser”¸ALIANZA/UNESCO; Ed. 1981; p. 238

i RANGEL, Carlos; “Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” , Monteávila editores, 7ma edición, 1976 . pp 293 y 304

En España Invertebrada, Ortega y Gasset, tras afirmar que por lo menos desde 1580 «cuanto en España acontece es decadencia y desintegración», hace la profunda observación de que, así como la curva ascendente de una colectividad está signada por la incorporación y la totalización, en el sentido de que cada individuo y cada grupo se sabe y se siente parte de un todo, de manera que lo que vulnera al todo afecta a cada cual, y viceversa, la decadencia ocurre cuando las partes de la colectividad, los grupos, los individuos no se sienten comprometidos con el destino común, descubren su particularismo, dejan de sentirse a sí mismos como partes de un todo orgánico, y en consecuencia dejan de compartir los sentimientos (y los intereses) de los demás.

Pues bien, si esto sucedió en España desde el siglo XVI, obviamente esto va a sucederle a la sociedad hispanoamericana desde su nacimiento, es su condición original, y tanto más, cuanto que el particularismo español, el no sentirse cada uno de los españoles personalmente comprometido con los intereses de su propia sociedad, va a radicalizarse con el salto a América, que es tierra de conquista, de saqueo, de esclavos, de botín.

Si el andaluz, el extremeño o el castellano que venían a “Las Indias” no se sentían de España, mucho menos se van a sentir de América, como sí se van a sentir americanos (hasta apropiarse el gentilicio) los inmigrantes a los Estados Unidos, desde los peregrinos hasta hoy y ajenos a la más remota idea de estar sólo de paso por esta nueva tierra a la cual habían venido (y vienen todavía) a integrarse en el sentido orteguiano o mommsiano, a sumarse a un proyecto común…

***

El morbo de la esclavitud

La sociedad hispanoamericana que se forma a partir del siglo XVI tiene necesidad del indio y del negro, como siervos, porque el conquistador español no está dispuesto a trabajar él mismo ni las minas ni la tierra. En contraste, los colonos de la Nueva Inglaterra llegaron al Nuevo Mundo no con la expectativa de hacerse servir por esclavos, sino dispuestos y ansiosos a trabajar con sus manos.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario