LA OPCIÓN DE USAR (O NO) LAS BIBLIOTECAS ESCOLARES

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CUESTIÓN DE MATIZ

Un centro, sin biblioteca escolar, funciona. Un centro, que no usa la biblioteca de la que dispone, funciona. Un centro, con una biblioteca escolar operativa, con servicios y programas activos, funciona. Entonces:

¿Las bibliotecas son prescindibles para el desarrollo de

la tarea de enseñanza y aprendizaje?

En bastantes centros, . En otros centros, constituyen entornos y recursos de especial relevancia para el desarrollo del proyecto educativo. Es una cuestión de opción y de matiz que tiene que ver con la concepción de la enseñanza y el papel que ha de desempeñar una biblioteca escolar como elemento cualitativo que aporta valor al quehacer de la escuela o el instituto.

Un valor añadido que la biblioteca escolar ofrece al generar:

Experiencia cultural, ambientes de lectura y escritura, articulando actividades vinculadas a las programaciones docente y al proyecto educativo.

Interacción con las familias yotras entidades culturales, proyectando acciones de colaboración que conectan la realidad escolar con la realidad cultural y social del entorno.

Dinámicas transversales (exposiciones, talleres, encuentros, visitas de autores, etc.).

Programas de formación específica para un ciclo o etapa, como los programas de competencias informacional y mediáticas (AMI).

Curación de contenidos para proyectos y trabajos.

Todo lo dicho otorga una impronta diferencial a las vivencias de las generaciones de alumnado que pasan por un centro educativo.

Son estas bibliotecas y los centros que las utilizan los que nos interesan y los que se benefician, a nuestro entender, del buen hacer de la cultura de trabajo ya adquirida en España por las bibliotecas escolares. De esa cultura de trabajo, de ese quehacer, de ese valor añadido, de ese matiz, trata este artículo.

CULTURA DE TRABAJO

Los repertorios de recursos y materiales, las evaluaciones y estudios, la formación, las jornadas y congresos, la experiencia acumulada por grupos y profesorado, las políticas institucionales desarrolladas desde 2005 en España en la promoción, apoyo y, en períodos varios, de abandono, también, han dado lugar a bibliotecas escolares en niveles de desarrollos muy dispares según la Comunidad Autónoma de que se trate, pero, afortunadamente, han originado una cultura de trabajo bastante parecida que cuenta con un corpus de prácticas difundidas y conocidas y que han dado presencia e importancia al quehacer de la biblioteca en el centro educativo.

UTILIDAD

La acción de la biblioteca está vinculada al día a día de la escuela o del instituto. Es en esa dinámica diaria que parte del profesorado conseguirá –o no–, convertirla en espacio necesario e importante del proceso educativo.

Por tanto, depende de la prioridad dada a la biblioteca en el marco de la acción pedagógica que esta sea o no relevante para el proceso de enseñanza y aprendizaje en un contexto específico. Cada centro tendrá la biblioteca escolar que quiera, considere, necesite… Y esa biblioteca contribuirá o no al enriquecimiento del proyecto educativo.

Lo principal es saber para qué se quiere una biblioteca escolar en un centro y encontrarle utilidad. Porque hay mucho docente que considera este recurso totalmente prescindible. Y lo va a seguir considerando hasta su jubilación, lo aseguramos.

Este no es el problema, pues la biblioteca no precisa siempre de la implicación de parte del profesorado para desarrollar acciones generales y articular actividad para grupos, niveles o ciclos, por ejemplo. Claro que en el centro la biblioteca ha de verse como un recurso útil, obviamente. Ha de ser un entorno que apoye, ayude, enriquezca, amplíe el conocimiento y la experiencia de aprendizaje, que genere dinámicas culturales atractivas. También que complemente el trabajo de las áreas y del aula cuando sea requerida para ello.

Consideramos que las bibliotecas escolares son útiles hoy y lo serán en el futuro no solo para albergar materiales en distintos soportes o dar determinados servicios, sino por su capacidad «transversal» de desplegar actividad formal, no formal e informal al servicio de la comunidad educativa y porque pueden liderar y articular programas específicos para el conjunto de la escuela.

QUEHACER

Básicamente, las bibliotecas escolares han de dedicarse a mantener disponible la colección y realizar los procesos técnicos y de automatización de la misma, así como la gestión de los portales que la biblioteca dispone en la red, facilitando interacción, acceso a recursos, información, servicios, actividades…

También ha de proporcionar servicios y recursos de aprendizaje y culturales al alumnado y al profesorado, desde los más tradicionales como el préstamo hasta servicios informativos generados en un momento y con un fin determinado, por requerimiento, para un proyecto de aula, un profesor, un grupo de alumnos, un programa del centro.

La selección, orientación y provisión de recursos de aprendizaje a las aulas, de textos de los itinerarios de lecturas, de secciones documentales de aula, etc., son tareas esenciales de la biblioteca como recurso de la institución escolar.

El fomento de la lectura constituye la tarea más abordada y es la labor por antonomasia de una biblioteca activa. Se trata de generar ambientes y actuaciones que propicien la afición lectora y promuevan la experiencia literaria. De vital importancia es la vinculación de estas actuaciones al proyecto lingüístico o plan de lectura del centro. También el espacio y los recursos de la biblioteca han de ponerse a disposición de las iniciativas de fomento lector del profesorado y de los requerimientos de ciclos y departamentos en este ámbito.

En el plan de trabajo de la biblioteca, puede contemplarse su intervención como agente formativo. Consistiría en llevar a cabo programas formativos vinculados a las alfabetizaciones múltiples. Esta acción ha de ir de la mano del programa del responsable de las tecnologías avanzadas del centro y puede desarrollarse con la fórmula de talleres de varias sesiones para grupos específicos.

Una labor fundamental de la biblioteca reside en apoyar a los programas y proyectos en los que está involucrado el centro, poniéndose a disposición de los coordinadores de dichos programas, facilitando apoyo en actividades, gestión de exposiciones, selección y provisión de recursos, etc. La promoción y apoyo a proyectos de trabajo interdisciplinares, proyectos aula / biblioteca, etc., también constituye una tarea de interés.

Otro quehacer de carácter extraescolar y compensatorio tiene que ver con la generación de espacios de encuentro dirigidos a la comunidad. Aquí inscribimos las actividades con participación de las familias, las de apoyo al estudio y todas aquellas cuyo objetivo sea dinamizar la vida cultural de la comunidad educativa. Este tipo de actividades y actuaciones necesitan de la colaboración de otros agentes que permitan no solo garantizar apertura extraescolar de la biblioteca sino personal que atienda servicios y actividades planificadas.

La experiencia nos dice que cada biblioteca escolar genera su impronta en función de las necesidades y prioridades que marca el colegio o el instituto. En unas tendrá un papel relevante el fomento de la lectura, en otras la intervención con las familias, en otras la realización de talleres de programas formativos, etc., singularizándose su actuación en función del contexto. De hecho, es lo que sucede en numerosas bibliotecas escolares que se centran en aquello que pueden realizar con garantías y eficacia en función de los recursos y medios disponibles.

INNOVACIÓN

Jaume Carbonell, en su ensayo La aventura de innovar, consideraba a la biblioteca escolar como uno de los aspectos relevantes del proyecto educativo de centro que favorecen especialmente la innovación. Escribe:

«La biblioteca constituye una muestra representativa de la cultura pensada, sentida y vivida en diversos momentos; por ello deviene el instrumento estratégico prioritario para convertir la información en conocimiento, para promover el aprendizaje en las diversas áreas de conocimiento, para despertar en el alumnado la curiosidad cultural y la pasión por la lectura y para acompañar mejor los procesos de innovación y cambio en la escuela. No en balde, en un estudio del Banco Mundial, la biblioteca ocupa el primer lugar en la lista de factores que afectan a la calidad educativa, por delante del tiempo de instrucción y las tareas en casa».

Matiz cualitativo, como afirmábamos.

La innovación visita las bibliotecas escolares cuando estas sostienen un trabajo modesto, sencillo, riguroso y abierto a cambios reales de mejora de sus servicios y programas; cuando no se dejan llevar por cantos de sirena de mil modas vestidas de innovaciones importadas y no contrastadas; cuando el equipo directivo confía en la competencia del encargado de la biblioteca y facilita nuevas formas de abordar la enseñanza y el aprendizaje; cuando el profesorado siente satisfacción por la labor desarrollada y pone amor y empeño en la misma; cuando los responsables de las bibliotecas están convencidos del valor de su actuación no solo para mejorar rendimientos académicos sino para mejorar personas… Todo ello junto, y más, propicia, también, una actitud innovadora. Porque de eso se trata, de actitud.

RESISTENCIA Y VISIBILIDAD

En el panorama actual pareciera que las bibliotecas escolares tuvieran que reivindicarse constantemente y recordar a todos los agentes de la comunidad que existen, que son, que están ahí para enriquecer y apoyar el proyecto educativo de cada centro, que son útiles, que son parte sustancial de la institución educativa.

Esta situación, esta realidad, convierte, curiosamente, a las bibliotecas en recursos y entornos de resistencia en muchísimas escuelas e institutos. Resistencia como una manera de ser y estar en los centros. Resistencia referida a las dificultades encontradas continuamente para sostenerse en el tiempo, pero sobre todo como fortaleza ante las vicisitudes y coyunturas adversas tanto internas como externas. Resistencia que ha proporcionado a las bibliotecas escolares fuerza y confianza en su quehacer, capacidad de soportar contratiempos y de sortear a oráculos pronosticando su desaparición e inutilidad. Un extraordinario fenómeno que habría que analizar y estudiar por su singularidad en el sistema educativo español.

Esta realidad nos lleva a considerar que se necesita una campaña de visibilidad estatal y autonómica del quehacer de las bibliotecas de los centros educativos. Nos referimos a una campaña que no se centre en abordar los cometidos de la biblioteca, las tareas y funciones de los responsables y lo que la normativa prescribe respecto a su papel y uso. Aludimos a una campaña que enfatice en todo aquello que hace y puede hacer la biblioteca de un centro educativo para apoyar la labor docente y mejorar la calidad de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

FACTOR HUMANO

En la actualidad, en el sistema público de enseñanza, los centros, no todos, disponen de un docente responsable a tiempo parcial y reducido, que necesita de un equipo de apoyo para acometer la ingente tarea de gestionar una biblioteca escolar. Esta situación es insuficiente. Dentro de la carrera docente, las administraciones educativas podrían arbitrar mecanismos para la acreditación de los responsables de las bibliotecas escolares actuales, entre los que la experiencia, el trabajo en torno al desarrollo de las bibliotecas escolares y la formación sean elementos determinantes en la selección del personal.

Recordemos que en el documento Marco de referencia para las bibliotecas escolares (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2011), se decía ya que «El desempeño de estas funciones requiere para su coordinación, de docentes especialmente formados y experimentados. Por este motivo, las Administraciones educativas autonómicas deben estudiar la instauración paulatina de un sistema de selección de responsables de bibliotecas que exija una acreditación contrastada de un determinado número de créditos formativos y experiencia cuantificable en horas al frente de ellas”.

BIBLIOTECAS ESCOLARES ACTIVAS

Cuestión de opción. Cuestión de matiz. Reiteramos, las bibliotecas escolares están ahí para enriquecer y apoyar el proyecto educativo de cada centro porque son útiles, son parte sustancial de la institución educativa, aportan valor a la vida y a la cultura escolar, actúan de puente entre el mundo analógico y el digital, favorecen el tiempo lento de lectura, incitan la curiosidad por el aprendizaje y el conocimiento, provocan la afición y la pasión de leer y de leernos, procuran encuentros diferenciales a los del aula, tienen capacidad de articular actividades y programas transversales, desaceleran procesos, dinamizan proyectos globales…

Afortunadamente, a través de ejemplos y prácticas reales de bibliotecas activas y destacadas, que las hay en todo el territorio nacional, podemos ilustrar:

Un futuro halagüeño para este recurso

y este entorno de enseñanza y el aprendizaje


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