Currículo para la interculturalidad ¿es posible? La situación actual de la migración irregular -que ha derivado en una preocupante crisis en territorios como las Islas Canarias- las crecientes oleadas de racismos y la reciente inclusión, por parte de organismos internacionales, de conceptos como el de competencia global, desembocan en la necesidad urgente de incorporar el enfoque intercultural a los currículos escolares.
La educación resulta un valioso pilar para evitar la perpetuación en la sociedad de mecanismos que contribuyen a cualquier proceso de marginación y exclusión social, que en la escuela tienen signos de alarma a través del abandono y el constante fracaso de determinados estudiantes de acuerdo con sus características.
En ese sentido, ya la UNESCO, a través de su Declaración Universal sobre Diversidad Cultural de 2001, indicaba la necesidad de orientar los procesos educativos hacia una escuela construida sobre la base del respeto a la diversidad cultural:
“Alentar, a través de la educación, una toma de conciencia del valor positivo de la diversidad cultural y mejorar, a esos efectos, la formulación de los programas escolares y la formación de los docentes.” (UNESCO, 2001).
Sin embargo, poco ha cambiado en la construcción curricular, que sigue teniendo un sesgo etnocéntrico, con un canon científico, didáctico y cultural que se impone en la tradición frente a otros, silenciados por una determinada forma de entender la historia.
Por ello, una educación construida sobre preceptos que no se recogen en un currículo para la interculturalidad y que no los integra entre sus principios ha provocado la asimilación de enfoques contrarios al principio de equidad, enfoques que históricamente han sido reproducidos por inercia estructural de un contexto a otro, asimilándose y dándose por válidos sin más.
En ese sentido, está ampliamente estudiada, por ejemplo, la relación entre la vulnerabilidad escolar y la condición de origen del alumnado, ya que, como indica Fernández Sierra, una gran parte del profesorado:
“Tiene asumido un estilo docente y una concepción neoclásica propedéutica de la enseñanza obligatoria y de su función profesional, que les predispone a percibir el hecho migratorio como un problema eminentemente instructivo.” (2017, p. 117).
Estereotipos de la diferencia
Una renovada mirada educativa basada en interculturalidad supone, por un lado, intentar evitar los estereotipos sobre las diferencias -no solo en relación al origen, sino también otras que a veces permanecen invisibles- y «desnudar» una forma de entender el mundo que ha sido históricamente distorsionada, con el fin de apreciar en todos sus matices la riqueza de la heterogeneidad, en confrontación con una manida necesidad de pensar que el equilibrio se alcanza a través de una homogeneidad que viene ya marcada, como ya se verá de forma más detenida en algunos puntos de este estudio, desde la propia forma de construir los currículos.
En ese sentido, Teresa Aguado indica que “el modelo de sociedad que está en la base de la educación intercultural tiende a encontrar un equilibrio entre el individuo y la sociedad, entre la diversidad y la igualdad, entre la equidad y la libertad.” (2006, p. 117).
La búsqueda de ese equilibrio es una parte necesaria para incorporar la “diferencia” como parte del proceso formativo de una persona: en un modelo que incorpore en sus cimientos la educación intercultural, no caben, pues, términos como “fracaso” o “déficit”, puesto que si lo que se pretende con la educación es lograr una eficaz fórmula de intervención en el mundo (Freire, 1997) para que las personas alcancen su realización plena y su participación efectiva en cualquier esfera social, es necesario no prescindir de las aportaciones de ninguno de los individuos -tampoco de esas personas que consideramos “ilegales” en el territorio en que vivimos-, puesto que sus formas de entender las sociedades y la realidades culturales siempre formarán parte de esta compleja construcción coral llamada diversidad.
Para llevar a cabo la incorporación a las aulas de los preceptos de la educación intercultural, es preciso darle la vuelta a muchos modelos reproductores de la tradición escolar, con el fin de inclinarse en las políticas educativas y en la práctica docente por orientaciones basadas en el diálogo y en el reconocimiento de nuevas formas de entender las identidades individuales, culturales y sociales basado en el respeto, todo ello mediante el ejercicio de una mirada positiva a nuestro entorno:
“lo intercultural, como propuesta educativa, está vinculado a procesos de intercambio, enriquecimiento mutuo, cooperación entre personas y grupos. Las connotaciones asociadas al término son positivas y se entroncan en una tradición de escuela nueva, activa, abierta y transformadora” (Aguado, 2004, p. 40).
Iniciativas para cambiar la mirada
En el IES San Benito (centro escolar donde trabajo), a través del proyecto El Español como Puente, al que puedes acceder desde aquí, hemos tenido recientemente la oportunidad de trabajar una vez más esa nueva mirada intercultural de la diversidad, cada vez más necesaria.
A través de las clases de Lengua Castellana y Literatura, y con motivo del Día Mundial de la Infancia, dos estudiantes de distinta procedencia han leído en español en directo a través del canal de YouTube de la iniciativa, el manifiesto “Nuestro origen es el mundo”, al que puedes entrar pulsando aquí, en el que reivindicaron protección internacional para los menores migrantes cuyas vidas corren peligro a causa de la migración irregular.
También desde el enfoque de la intercomprensión lingüística y cultural para derribar barreras y tender puentes, ese mismo día mi alumnado de 4º ESO estableció un diálogo a través de videollamada con un docente de español y su alumnado en el Colegio de Lalane, en Thiès (Senegal).
Durante este encuentro, el alumnado y el profesorado intercambiaron pareceres e ideas sobre la situación de migración que se está viviendo especialmente en estos últimos del año, un encuentro que supuso un entendimiento mutuo de un problema complejo que requiere una escucha activa, destreza que también pretendemos desarrollar en El Español como Puente.
Estas actividades son solo ejemplos que nos llevan a pesar de que los tiempos están cambiando –no solo en las clases con la adopción de la tecnología en el aula–,y que el currículo debe alinearse con las circunstancias actuales que unen al planeta en torno a dinámicas de trabajo que son compartidas en este nuevo discurso de la alteridad que procura evitar que se sigua viendo la educación como un ejercicio directivo y vertical de transmisión de conocimientos uniformes, en lugar de un lugar de encuentro y de escucha intercultural.
Referencias
Aguado, T. (2004). Investigación en educación intercultural. Educatio Siglo XXI, 22, 39-57. Recuperado de https://revistas.um.es/educatio/article/view/98, accede desde aquí.
Aguado, T. et. al. (2006). Guía INTER. Una guía práctica para aplicar la educación intercultural en la escuela. Madrid: Ministerio de Educación.
Fernández, J. (2017). Alumnado inmigrante en la ESO: vulnerabilidad pedagógica del sistema educativo. Educación XXI, 20 (1), 121-140.
Freire, P. (1997). Pedagogía de la autonomía. Recuperado de http://www.habilidadesparaadolescentes.com/archivos/1997_Pedagogia_de_la_autonomia_Freire.pdf, accede desde aquí.
UNESCO (2001). Declaración Universal sobre Diversidad Cultural. Recuperado de http://portal.unesco.org/es/ev.phpURL_ID=13179&URL_DO=DO_TOPIC&URL_ SECTION=201.html