¿ESTEREOTIPOS?
Entre los problemas que encontramos para mejorar la educación, están los estereotipos. Se repiten en muchos aspectos del proceso educativo, entre ellos, las personalidades docentes que nos encontramos en cada uno de los centros educativos.
Tipo I
Maestros que tiran de los demás maestros por su carácter, innovación o capacidad de organización. Los considerados líderes, y no suelen ser del equipo directivo, por desgracia, digo «no suelen ser».
Tipo II
Maestros con mucha voluntad y profesionalidad, que están dispuestos al cambio, pero no tienen la formación o la capacidad de liderazgo suficiente. Ellos están dispuestos, pero siempre dependen de otros para comenzar proyectos.
Tipo III
Docentes que no quieren complicaciones, que siguen haciendo lo de siempre, porque les hace rentabilizar al máximo el tiempo que dedican a la preparación de recursos. Son los ‘objetores legislativos’. Muchos de ellos suelen ser buenos profesionales, pero sin vocación.
Tipo IV
Docentes que intentan minar lo que se propone, solo por si les toca cambiar algo. Estos son capaces de ponerte «ante los pies de los caballos» con tal de no hacer cambios. Los cambios les traen problemas, pues pueden comparar su trabajo con lo que hacen los demás.
Todos estos tipos de docentes conforman un centro educativo –en mayor o menor medida–. No se relacionan con ninguna etapa educativa en concreto, sino que se dan tanto en Educación Infantil y Primaria , como en Secundaria. Una buena metodología no está diseñada para una sola etapa. Una buena metodología tiene entre sus señas de identidad la capacidad para poder ser utilizada en cualquier etapa educativa.
PROYECTOS FELICES
Proyectos Felices posee esta característica, está siendo usada por docentes de las tres etapas con resultados positivos en todos los casos. Trabajar con metodologías activas supone una alta organización, mucho más que con una metodología tradicional, donde el libro ya, de por sí, te organiza en una secuencia lineal y poco cambiante.
Cuando uno trabaja por proyectos tiene que organizarse sí o sí y buscarse un método que lo organice sí o sí. Creo que la organización es fundamental, aún contraponiendo ciertos principios de libertad total en la decisión del alumno.
Organizar no significa encasillar sino tener muchos de los parámetros previstos para sacar el máximo provecho a lo que cada alumno tiene que ofrecer. No podemos confundir de ninguna manera la organización con la transformación y, además, ambas son completamente compatibles y deseables.
Un docente debe organizarse a través de una metodología que le dé la oportunidad de seguir unas premisas, pasos, que lo vayan tutorizando hasta que se desenvuelva de tal manera que empiece a transformar dicha metodología, acorde a sus características, a las características de los alumnos, el contexto y la progresiva formación formal o informal.
PATRONES TRANSFORMATIVOS
Uno de los objetivos de Proyectos Felices es el de ser precursor y generador de nuevas metodologías. Nada me haría sentir más orgulloso que ver como cada uno tenéis vuestra propia piel, totalmente a medida con su propia metodología, fruto de la experiencia, la promoción y el valor.
Estamos ante una de las muchas oportunidades de cambio que existen en educación hacia la mejora de nuestra labor y la respuesta que damos, priorizando la figura del alumno, su motivación y su felicidad. Pero no es un cambio hacia patrones estandarizados, sino hacia patrones transformativos de equidad.
Cuando realizamos las tan famosas pruebas de diagnóstico, basadas en test o preguntas estandarizadas, lo único que se pretende es hacer que la enseñanza que llevamos a la práctica, totalmente mediocre, parezca exitosa.
LAS FUNCIONES EJECUTIVAS
Las funciones ejecutivas que tiene cada uno de los estudiantes son las funciones de nuestro cerebro que controlan la atención y el comportamiento. Estas funciones son únicas en cada uno de ellos y tienen su momento de madurez concreto. Conocer estas funciones nos hace entender que tenemos entre manos a personas únicas.
Para ello debemos transformarnos en buenos educadores, si no lo somos ya, porque lo que seamos como educadores es tan importante, si no más, que lo que sabemos como educadores.
La capacidad que tengamos de provocar en nuestros alumnos una motivación intrínseca es un indicador de si somos buenos educadores, pues si se despierta el interés por aprender desde dentro del estudiante es más fácil encontrar sistemas educativos que tengan éxito.
A menudo, el estudiante no entiende qué se le está pidiendo, generando un desánimo puntual, que lo aleja de una motivación interior. Los educadores no podemos alcanzar la motivación del estudiante. La motivación es privada y personal. Solo podemos poner las condiciones para que florezca dentro de cada uno.
La motivación es diferente del incentivo, no tienen nada que ver. Cuando a un estudiante le cuesta aprender de una forma determinada que haga surgir en él la motivación, lo que tenemos que hacer es utilizar otra forma de aprender diferente.
Una forma de aprender que tenga como centro la motivación y la felicidad como comprobante de interioridad. Siguiendo la visión del alumno como persona, tratamos de buscar aquello que desde la época más lejana se viene buscando como elixir de la vida: la felicidad.