El (buen) uso de las redes sociales por parte de los centros educativos es una asignatura pendiente en el panorama educativo actual. Cada vez son más los colegios, institutos, escuelas o universidades con cuentas oficiales en Twitter, Facebook, YouTube, Pinterest o Instagram. Aún así, el uso de las mismas dista mucho de ser el idóneo, ya sea por sus limitados destinatarios, irrelevante uso o, casi peor aún, su utilización como herramienta de comunicación meramente unidireccional.
Al respecto de las redes sociales, como ocurre habitualmente en el mundo educativo, vamos por detrás de la evolución de la sociedad. Los centros de enseñanza muestran escasa presencia en las redes, de un modo testimonial o sin tener en cuenta a los alumnos y sus familias. Perfiles corporativos en las RRSS con más autobombo que comunicación. Cuentas en redes sociales llevadas con voluntad, pero sin una estrategia de comunicación efectiva. Cuentas con escasos seguidores que denotan el desinterés de sus reales o potenciales destinatarios.
A mi parecer, las redes sociales de los centros educativos deben estar dirigidas a los alumnos y/o sus familias. Aprovechar las redes para comunicar nuestras actividades o colgar sólo fotos es tan sólo una posibilidad de las muchas existentes. A través de las redes sociales, con un lenguaje cercano, también podemos interaccionar con alumnos y padres. No sólo colgar frases bonitas, sino también ofrecer recursos de interés para una educación integral. No ignorar los tuits o mensajes de alumnos y de sus familiares, sino ofrecer respuestas y una debida consideración. Impactar con imágenes, llamar la atención, ofrecer recursos útiles o comunicar con sensatez son claves.
Gracias a las redes sociales podemos (y debemos) transmitir nuestras experiencias educativas. Compartir nuestro día a día en las aulas, no sólo cuando hay un evento concreto o salida extraescolar. Las redes sociales son mucho más que una herramienta de marketing o de autobombo colectivo. Las redes sociales nos permiten acercar nuestras escuelas al resto de la sociedad. Nos ayudan a abrir las puertas de unas aulas habitualmente cerradas. Más aún, nos permiten una comunicación permanente, no solamente a través de esporádicas reuniones, circulares informativas o insustanciales plataformas educativas. Nos permiten una comunicación verdaderamente bidireccional de un modo accesible por su proximidad y sencillez.
Otra magnífica posibilidad, complementaria a las redes sociales, son los blogs del centro. A través de un blog, las escuelas pueden informar e invitar a alumnos y docentes para que colaboren y se impliquen en una cultura necesaria de puertas abiertas permanentes. Un blog de centro puede ser la plataforma que anime a la creación de blogs individuales de los docentes: blogs personales con publicaciones periódicas de su tarea cotidiana. Unas buenas tareas habitualmente ocultas al resto de profesionales y otros miembros de la comunidad educativa.
Finalizo animando a la creación y evolución de las cuentas profesionales de centros de enseñanza y docentes. Es necesario acercarse al lenguaje del alumno, compartir nuestra labor con sus familias y, de paso, seguir enriqueciéndonos gracias a los recursos educativos que nos ofrecen las redes sociales. Porque todavía somos minoría los docentes prosumidores que pululamos por las redes.
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