«Los hombres que se acostumbran a preocuparse por las necesidades de unas máquinas, se vuelven insensibles respecto a las necesidades de los hombres».
Asimov, Lucky Starr y el gran sol de mercurio, 1956
PRÁCTICA INTERCULTURAL
El camino hacia la búsqueda de acciones educativas que incorporen a nuestras estrategias de enseñanza las prácticas interculturales, necesarias hoy en día, conlleva, en palabras de R. A. Castaño (2008), «una comprensión más plural de los procesos sociales de la enseñanza».
En esa nueva comprensión de la diversidad que nace de la construcción de una nueva ciudadanía global, tienen un papel determinante las tecnologías de la información y la comunicación, como promotoras, al menos en la teoría, del cambio en una sociedad en la que, si bien está claro que tecnología y conocimiento no pueden ir desligados, los avances en esta llamada cuarta revolución industrial deben ir indisolublemente unidos a la práctica intercultural, por todo lo que ella implica en cuanto a sus evidentes aportaciones al aprendizaje dialógico, interactivo, colaborativo y social, tal y como nos señalan A. Risquez, M. J. Rubio y G. Rodríguez (2009):
«La nueva revolución tecnológica –a la que muchos se refieren como Web 2.0– pone su énfasis en las TIC como una herramienta de construcción de redes y comunidades de práctica, acceso y gestión del conocimiento, difusión de buenas prácticas y aplicación de idiomas a la colaboración entre personas a través de las tecnologías». (p. 251.)
Sin embargo, la realidad dista mucho de ser idílica. Al igual que anteriores revoluciones industriales arrojaron un mundo lleno de desigualdades; en esta ocasión, lo que debiera ser el instrumento catalizador para la erradicación de las injusticias, está arrojando un panorama lleno de diferencia y abriendo un profundo abismo de desventajas.
Así, según datos del Banco Mundial en su Informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones, TIC y Bases de Datos (2019), mientras que en países como Suecia, Suiza o Noruega Internet llega casi al 100% de la población, en países como Madagascar o Níger la tasa de penetración de Internet no supera el 10%.
CONECTAR A LAS PERSONAS
En un mundo en el que hay unos 115 millones de niños y niñas sin acceso a una educación básica universal y en donde se estima que se necesitan unos 18 millones de profesores y profesoras en todo el mundo, la mitad de ellos en África subsahariana (F. Imbernón, 2017), la incorporación de las Nuevas Tecnologías al mundo de la enseñanza debiera de suponer un revulsivo para, en palabras de C. Moreno y J. Urrecha (2007), «facilitarnos el apoyo a la construcción de una sociedad multicultural que amplíe las oportunidades de desarrollo y justicia global». (p. 5.)
Por otro lado, las innovaciones metodológicas que abogan sobre todo, por la incorporación del aprendizaje colaborativo y cooperativo a las distintas situaciones de aprendizaje, cuyas virtudes y ventajas educativas fueron expuestas por B. Malik e I. Sánchez (2009), invitan a acuñar, como hacen estas propias autoras, el término de «aprendizaje colaborativo en línea» (2009, p. 218) para hablar, en términos de A. Risquez; A, M. J. Rubio y G. Rodríguez (2009) del «gran potencial» de las TIC «para conectar a las personas» (p. 251).
Esta sociedad «digitalizada» ha traído avances al mundo de la enseñanza destacados por A. Risquez; A, M. J. Rubio y G. Rodríguez (2009), como, por ejemplo, todos los que tienen que ver con la llamada «Web 2.0»; así, de entre todas sus aplicaciones, resaltan, tal y como ya indican las citadas autoras en su artículo, las relacionadas con los blogs educativos, que destacan porque «facilitan la vida a los ciudadanos» y por romper «los límites tradicionales de la clase». (p. 255.)
Con el fin de atenuar el impacto de la «brecha digital» nacen, también, acciones que permiten, según R. A. Castaño (2008), el «empleo de las TIC en proyectos de cooperación al desarrollo».
REDUCIR LAS DESIGUALDADES
Con la extensión de este novedoso enfoque, la apuesta por las TIC se centra en poner la innovación tecnológica al servicio de la educación, y hacer de ella un instrumento que favorezca la equidad educativa, de acuerdo con los principios de la educación inclusiva (escuela como niveladora social) y no en términos de productividad, eficiencia o competitividad (C. Alonso et al, 2006, p. 17), que es como en ocasiones se malentiende la calidad en la educación y a donde nos puede conducir un enfoque inadecuado de las TIC como instrumentos al acceso solo de las élites y de las sociedades dominantes, con lo que se perpetúan las diferencias.
La creación colectiva de conocimiento a través de las Nuevas Tecnologías se nos presenta, por lo tanto, como una de las fórmulas más eficaces para reducir las desigualdades. Así, el software social (Risquez, A.; Rubio, M. J.; Rodríguez, G. (2009) y las plataformas de trabajo colaborativo fomentan la creación de redes participativas en donde prima la erradicación de jerarquías y el aprendizaje horizontal en donde cada individuo tiene su espacio de contribución a la comunidad, con lo que se rompen los esquemas propios de la sociedad industrial y se tiende a un modelo de enseñanza multidireccional (C. Elboj, I. Puigdellívol, M. Soler y R. Valls, 2002).
Pero la fusión entre innovación tecnológica y la creación de redes educativas de cooperación será insuficiente si no va acompañada, por un lado, de una mayor inversión de las instituciones responsables en programas y proyectos que apuesten por la reducción de la brecha digital y, por otro lado, por una mayor formación de los profesionales de la enseñanza en estrategias de trabajo basadas en el aprendizaje colaborativo y cooperativo, las posibilidades didácticas inclusivas de la Web 2.0 y en el fomento, en general, de la adquisición de la competencia digital docente.
Estamos, en todo caso, en el camino, un camino que avanza en la construcción de una sociedad en la que las máquinas se conviertan, por fin, en ese ansiado medio facilitador del diálogo intercultural.
RECURSOS
Alonso, C. et al. (2006). Diversidad cultural y eficacia de la escuela. Un repertorio de buenas prácticas en centros de educación obligatoria. Madrid: Ministerio de Educación.
Banco Mundial. (2019). Informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones, TIC y Bases de Datos. Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Castaño, R.A. (2008). «Espacios formativos y educación no convencional: Reflexiones sobre procesos alternativos de enseñanza». Revista de filosofía y educación. Saberes y prácticas.
Elboj, C., Puigdellívol, I., Soler, M. y Valls, R. (2002). Comunidades de aprendizaje. Transformar la educación. Barcelona: Graó, p. 16.
Imbernón, F. (2017). Ser docente en una sociedad compleja. La difícil tarea de enseñar. Barcelona: Graó.
Malik, B.; Sánchez, I. (2009). Aprendizaje cooperativo y colaborativo. T. Aguado y M. del Olmo (coords.). Educación intercultural: Perspectivas y propuestas. Madrid: CERA/UNED.
Risquez, A.; Rubio, M. J.; Rodríguez, G. (2009). Tecnologías de la información y la comunicación (TICs) en Educación Intercultural. T. Aguado y M. del Olmo (coords.). Educación intercultural: Perspectivas y propuestas. Madrid: CERA/UNED.