HACIA UNA SEGUNDA ALFABETIZACIÓN

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LOS DOCENTES

Los docentes pasamos muchos años de nuestra vida formándonos con la buena intención de mejorar nuestra práctica docente y estar mejor en el aula, aprender a resolver los conflictos que se dan en ella y adquirir habilidades que nuestros estudios universitarios de hace años o décadas no nos proporcionaron.

Sí, es verdad que la vida ha cambiado mucho desde que pasamos por la secundaria o la universidad y sentimos la necesidad sincera de reciclarnos. Hace falta formación, pero sobre todo un reciclaje como personas. Y eso es otro nivel de formación.

Porque todo ese cúmulo de conocimientos no siempre se convierte en herramientas útiles o en factores de cambio real. Y con frecuencia caemos en una carrera formativa, que a veces es incluso neurótica, por saber más y más.

Pero conocimiento no equivale a sabiduría, aunque sigamos persiguiendo esa sabiduría con la adquisición de nuevos adornos intelectuales que sólo nos proporcionan erudición.

…nuestros estudios universitarios, de hace años o décadas,

no nos las proporcionaron

FUROR FORMATIVO

Furor formativo que aumenta de por sí ese estrés por ser mejores docentes.

Sin embargo, para afrontar los conflictos en el aula y mejorar como docentes necesitamos algo diferente.

Necesitamos sentir que «encajamos» en el aula… y en la vida. Necesitamos hacernos cargo de nuestros conflictos, reconocerlos, comprenderlos y resolverlos.

Para todo eso, a veces, es mejor desaprender que seguir aprendiendo.

El conocimiento es como esos diamantes que parecen relucir, pero que están sin pulir aún.

Sólo cuando el conocimiento pasa a través del corazón sus diamantes son pulidos en el fulgor integrativo de sus latidos.

…un reciclaje como

personas

Porque, mientras perseguimos más saber externo, lo que necesitamos es saber interno, herramientas para el autoconocimiento, hacernos conscientes y cargo de nuestras emociones y convertir en propia la sabiduría de otros, que nos dieron sus diamantes; pero que, sólo interiorizados, asumidos profunda y sinceramente se convierten en trocitos de nuestro propio sentir empoderado. Pues cada uno tiene su propia sabiduría, y debe encontrarla en lo sencillo y lo profundo de uno mismo.

Sólo los cambios reales nos capacitan y hacen crecer. Pero sin esquivar ni escondernos del trabajo con nuestra propia personalidad y sus sombras.

Para ello, hemos de aceptar nuestra propia vulnerabilidad y atravesar la zona de pánico que hay antes de ese espacio mágico en el que se dan los nuevos aprendizajes del alma.

Nunca antes la humanidad había atesorado tanto conocimiento. Sin embargo, para resolver los grandes problemas del mundo no necesitamos más matemáticas, lengua, economía, física, biología y ciencia, filosofía… Lo que necesitamos desarrollar es la empatía con el otro, aprender a cooperar salvando nuestras diferencias y dejar de competir; comprender que los seres tenemos un punto interno de unidad, encuentro y armonía que es común a todos.

…en lo sencillo y lo profundo de

uno mismo

MENTE Y CORAZÓN

Necesitamos tender puentes entre la mente y el corazón.

Recordemos que el intelecto y lo mental están preparados para la supervivencia y la adaptación al medio. La felicidad está, más allá de la especulación mental, en ese corazón que acoge y comprende, como una madre que se funde con su hijo, en un abrazo nutricio y pleno.

Todo conocimiento, para transformarse en sabiduría, tiene que pasar por la sangre del corazón.

Si mente y corazón se comunican y empiezan a cooperar el conocimiento estará vivo y será como valiosos diamantes tallados que nos revelan las claves de nuestra vida y una comprensión más abarcativa para actuar y resolver.

El corazón es la brújula y

la mente, el timón

La primera alfabetización del mundo ha sido el ‘desarrollo de la personalidad’ y su dominio del mundo.

La personalidad nos permitió la autoconciencia de ser y existir en la dualidad.

La segunda es la ‘comprensión profunda de uno mismo’ y su celebración gozosa; es la celebración con los demás y con la vida. Nos devuelve a la unidad, pero con todo el bagaje aprendido en ese largo viaje por la multiplicidad.

Ambas nos permiten vivir la dualidad integrada en la unidad y, por tanto, aprender desde el conflicto.
Y, para ello, hay que atravesar los miedos de la personalidad y su resistencia al cambio.

Acompañémonos juntos en ese viaje interior en busca de los diamantes internos que hemos de pulir para irradiar su luz y transformar el mundo, comenzando desde nuestro cotidiano trabajo en el aula.

Cuando vamos eliminando las brumas de nuestros miedos el paisaje se va revelando más nítido a cada paso y nuestra propia sabiduría se convierte en un faro que nos orienta.

CAMBIO

Para ello, hay que trabajar sobre uno mismo, en procesos de cambios reales atravesando las necesarias crisis.

Cuando cambia el docente, cambia

la educación

Lo importante es la Presencia que tenemos en el aula.

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