FORMACIÓN DUAL

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Estamos inmersos en grandes transformaciones culturales que, entre otros muchos efectos, están haciendo que se tambaleen las bases de un sistema de enseñanza (me niego a llamarlo educativo) diseñado con otras mentalidades, en otras épocas y para personas con otros horizontes vitales.

Uno de los cambios que se están produciendo tiene que ver con la Formación Dual que se orienta a la implicación del mundo empresarial en la formación de los jóvenes.  Sin entrar aquí en un desarrollo que sería más propio para una ponencia, me gustaría compartir con los lectores algunas consideraciones sobre esta estupenda iniciativa. Siendo muy necesaria, y urgente, una mejora de las condiciones sociales en que vive una gran parte de la sociedad, también en los países “avanzados”, es todavía más necesario y urgente reflexionar sobre cuáles deberían ser las bases conceptuales sobre las que construir el entramado educativo; de las ideas nacen las actuaciones.

Necesitamos generar un ambiente de cooperación entre instituciones públicas, instituciones privadas, empresas, universidades, colegios, medios de comunicación, centros culturales, centros de FP, centros tecnológicos… y… particulares (que no deben ser un mero resultado de acciones políticas sociales sino protagonistas) para generar un ambiente social de participación y una cultura del compartir más que del competir que suponga una elevación del nivel humano; no solo del bienestar material, que también, sino de una más grata convivencia. El objetivo es mucho más amplio que el simple desarrollo industrial orientado a generar competitividad en los mercados. La sociedad es algo más complejo, y rico, que las instituciones políticas.

Creo que a nivel nacional y de forma global y sistémica, los centros y las empresas no están todavía suficientemente preparados para asumir una colaboración como la que nuestros jóvenes necesitan y considero que conviene. Es necesario, dotar a unos y otros de mecanismos legales y recursos para que dicha colaboración se produzca. Sin embargo, también me parece que siendo conveniente esa dotación, su carencia no es un impedimento determinante. Hay mucho que avanzar aún pero quizá, más que esperar a que los centros dispongan de recursos para implantar adecuadamente programas de FP Dual, por ejemplo, deberíamos empezar por permitir a los centros generarlos. Tengo experiencia directa de que los profesores del centro de FP que yo dirigía impartían, en los años 80, cursos a empresas con los que generábamos recursos, parte de los cuales utilizábamos para modernizar los equipos informáticos y tecnológicos. Esta convivencia con el mundo real del trabajo, de la empresa, hacía que nuestros estudiantes pudieran trabajar en clase, también de forma práctica, con supuestos reales actualizados. Las prácticas se hacían en entornos reales. Complementariamente apostamos por contratar bastantes profesores a tiempo parcial que compatibilizaban su empleo docente con el trabajo en empresas y, por tanto, estaban al día.

Otra experiencia muy interesante, de esa misma época fue la colaboración de un centro universitario y un centro de FP que permitió diseñar e implementar un plan de formación “ad hoc” para 600 empleados de una gran multinacional. La retroalimentación FP – factoría fue muy satisfactoria para todos. Lo único que nos hizo falta fue la mentalidad adecuada por parte de las personas que lo hicimos.

Espero que poco a poco vayamos avanzando para erradicar o al menos aminorar los efectos del nefasto divorcio teoría-práctica. Tiene poco sentido que los estudiantes pasen años recibiendo enseñanzas descontextualizadas impartidas por profesores que han tenido muy poco contacto real con el contenido de lo que se enseñan. Tampoco tiene mucho sentido que los jóvenes desarrollen su trabajo en empresas sin plantearse otros horizontes superiores a la mera ejecución de tareas renunciando de alguna manera a la reflexión intelectual sobre el sentido y el significado de su trabajo y la mejor forma de realizarlo. Todo lo que se haga por “entreverar” los diferentes tipos de formación y ejecución de los trabajos redundará, sin duda, en beneficio personal, empresarial y social.

Todo esto sin caer en el reduccionismo de pensar que toda formación ha de ir necesaria y prioritariamente orientada a la satisfacción de las necesidades mercantiles y empresariales. Es necesaria una formación que ofrezca suficiente flexibilidad Y fomente el desarrollo personal integral clave para desenvolverse en cualquier circunstancia y contexto.

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