La educación formal tiene una característica que la hace destacar entre los diferentes tipos de aprendizaje: siempre llega tarde. Su naturaleza conservadora y reproductora de contenidos sacralizados, la hacen especialmente vulnerable en nuestra sociedad de la información. Si algo continuamente estamos aprendiendo es lo siguiente: la aceleración exponencial del conocimiento en nuestra era de la información.
La paradoja llega con la siguiente pregunta: ¿qué y quién ha cambiado con el impacto de las TIC? Una breve enumeración: economía, ocio, trabajo, relaciones personales…podríamos seguir. La educación formal no, sigue en su conflicto interminable: ¿cómo adaptarme? ¿cómo transformar la educación en una educación eficaz y actualizada? Interminable y padeciendo el síndrome lampedusa: todo cambia para que todo siga igual.