EL PEZ QUE QUERÍA TREPAR ÁRBOLES

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VISIÓN DETERMINISTA DE LA VIDA

El dibujo que ilustra este artículo circula y circula por las redes sociales. Mi interpretación de esta viñeta es completamente distinta a los comentarios que normalmente la acompañan. Donde unos creen denunciar un sistema de evaluación injusto, yo veo una complacencia con una visión determinista de la vida.

EL PEZ QUE QUERÍA TREPAR

I

Interpretación habitual

En general, esta imagen se usa para ilustrar la ineficacia de nuestro sistema educativo para evaluar a nuestros alumnos pues todos son diferentes y es injusto que un mismo test evalúe a personas completamente distintas.

Hay que reconocer, en justicia, que la escuela tiende a premiar las habilidades lingüísticas y matemáticas por encima de todas las demás.

Así, habilidades como hablar en público no se potencian lo suficiente, cuando es una de las cosas que más puede necesitar un profesional en el futuro.

Las artes, cada vez con un peso menor en nuestro sistema educativo, tampoco encuentran su lugar.

La actividad física, parece relegada a ocupar las tardes de las familias y no acaba de ser tenida en cuenta dentro de la escuela tal y como a muchos nos gustaría.

Una pena ciertamente, pues una educación no es completa sin todas estas actividades.

Habilidades como hablar en público

NO se potencian lo suficiente

En la imagen aparecen un perro, una foca, un pez, un elefante, un pingüino y un mono a los que un profesor entrado en años y –se supone– tradicional, por su bigote pasado de moda, va a evaluar mediante un examen que consiste en trepar un árbol. Evidentemente, sólo el mono podrá tener éxito en esta prueba y los demás están abocados al fracaso escolar; de ahí, lo injusto del examen. Hasta aquí la interpretación más o menos común. Ahora bien,

La imagen esconde un

mensaje perverso

II

Interpretación alternativa

En mi opinión, la imagen ilustra un sistema de castas por el que si naciste de una cierta manera o con ciertas habilidades, tienes que centrar tus esfuerzos en no ir más allá. Así, el pez debería nadar y ni siquiera plantearse subir a un árbol. ¿Dónde queda la capacidad de superación? ¿Y el famoso efecto Pigmalión o de auto profecía cumplida?

Realmente, cuando sólo evaluamos a nuestros alumnos de manera que tienen éxito sin esfuerzo, no les hacemos ningún favor. A base de bajar nuestras expectativas, conseguimos que no se esfuercen más de lo estrictamente necesario.

La interpretación de este dibujo puede ser  aún más negativa. Si naciste en un ambiente en el que todos nadan, tu único propósito en la vida debe ser nadar.

Pues no, mira. Nací pez, en un barrio en el que la mayoría de las personas no tenían la oportunidad de seguir estudios superiores, no trepaban árboles. Con padres que habían abandonado la escuela siendo unos niños obligados por la necesidad y la escasez en sus casas y que, sin embargo, creían que sus hijos podían trepar árboles como cualquier otro. ¿Qué no trepo tan bien como un mono? Hay varias opciones para ayudarme:

Acércame una escalera.

Dame un árbol que crezca dentro del agua.

Enséñame a subir árboles pequeños y poco a poco aprenderé a subir árboles grandes.

Pero no me digas que no puedo. Que me tengo que conformar. Que mejor, viva el resto de mis días encerrado en mi pecera. Porque para ese discurso de resignación, no nos hace falta la escuela.

«No me digas que no puedo»

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1 comentario en «EL PEZ QUE QUERÍA TREPAR ÁRBOLES»

  1. No se trata de regalar notas porque bajamos las expectativas y no exigir. La idea es pedirle al mono que trepe el árbol más alto, al pez que nade contra corriente o al perro que se haga respetar como el alfa de su manada. Si piensas que obligar a un pez a subir un árbol es ponerle metas para que crezca, es como creer que un mudo puede cantar el la ópera. Creo que el mudo podría ser un excelente director, pero no podrá cantar

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