EN BARRENA
Se ha comentado en innumerables ocasiones que el mundo y la sociedad cambian muy deprisa, que lo digital ha inundado nuestras vidas con todo lo bueno y lo malo que esto supone y que estamos en un mundo líquido e incierto.
También se ha repetido hasta la saciedad que la Escuela, como institución, no se adapta fácilmente a los cambios y menos cuando estos son del calibre de los que estamos hablando. Porque el modelo de Escuela tradicional, con su estructura organizativa y de funcionamiento, con sus actividades académicas muy determinadas por éstas y su influencia como institución formativa ha entrado en crisis, yo diría más bien que en barrena.
MUERTE LENTA
Ante esta crisis o parálisis del modelo de Escuela y de Aprendizaje se han intentado muchas soluciones que no representan nada más que parches que intentan frenar la sangría y que no terminan de afrontar la verdadera realidad: la Escuela tal como la piensa el imaginario colectivo está en la UVI; si no es que ha muerto ya. Y si no lo ha hecho ya ha sido o es por esa misma condición intrínseca de su falta de reflejos.
Este planteamiento general, de principios, creo que está muy claro, pero es que viene refrendado por datos y opiniones que sin darnos cuenta vienen a definir esa muerte lenta, como todo lo que le atañe, de la institución escolar.
Así, por ejemplo, muchas familias se quejan de los excesivos deberes e incluso de los numerosos exámenes que estresan a un alumnado cada vez más pequeño en aras de la competitividad que, incoherentemente, defienden también muchas familias.
El alumnado se queja de lo mismo: muchos deberes y muchos y continuados exámenes, que como me confiesan en muchas ocasiones no “les dejan aprender”, o lo que es lo mismo: no les dejan asimilar, asentar y consolidar aprendizajes.
Otra grave incoherencia, quizás la mayor de todas: una escuela entendida más como una pista de atletismo que como lugar de aprendizaje.
Y un profesorado que se queja de las mismas cosas de manera repetida: el alumnado no tiene nivel, no estudia, no se esfuerza, no entiende o ni siquiera lee las preguntas, no trabaja en clase, los exámenes ofrecen malos resultados o que las familias no apoyan y son condescendientes con sus hijos.
La escuela está en la UVI
si no es que ha muerto ya
LO ALEJAMOS
Hay momentos en los que uno se da cuenta de algo de manera muy clara y, aunque yo ya tenía muy claro la necesidad de un cambio profundo en el modelo de aprendizaje que se desarrolla en la Escuela actual, este curso lo estoy viendo y comprobando de manera definitiva.
Queremos afrontar problemas y retos nuevos y en permanente evolución con recetas anticuadas y poco adaptadas a lo que se nos viene encima. Queremos dar purgantes cuando lo que se necesita son astringentes para frenar el deterioro de la institución escolar. Como parece que gran parte del alumnado no estudia, se le ponen más deberes y más exámenes y así saturamos el sistema, lo hacemos más rígido en vez de hacerlo más flexible:
Lo alejamos de la realidad
en vez de acercarlo
En definitiva, creo que no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre para solucionar situaciones y realidades de aprendizaje muy diferentes. Y pongo varios ejemplos.
UNO
Una amiga profesora me comentaba el otro día que no entiende cómo hay contenidos que se dan repetidamente en 3º y 4º de ESO y luego no se los saben en bachillerato. La clave creo que está en esa afirmación de que “se dan”. Efectivamente, puede que se den, pero ¿se asimilan o sólo se engullen bulímicamente?
Creo que muchos docentes y muchas familia confunden “dar” con aprender y seguimos “jugando a la escuela”, pensando que explicamos en clase, mandamos actividades y examinamos y con eso nos basta para evaluar y cumplir el programa. Pero dejamos atrás el aprendizaje. Lo olvidamos en el maremagnum diario de nuestros agobios docentes.
DOS
En 1º de ESO estamos compartiendo aprendizajes utilizando la estrategia del flipped classroom y antes de las vacaciones nos hemos examinado, sí examinado, de la prehistoria. Han visto algunos vídeos en casa (con una gran aceptación entre el alumnado), han preparado cooperativamente resúmenes y esquemas en clase, hemos hecho un díptico resumen de todo y de ese díptico cada grupo ha elaborado diez preguntas que hemos corregido en clase.
Después, el día del examen, han contestado veinte preguntas de las que ellos hicieron y corregimos y, finalmente, han hecho el examen de díez de esas veinte preguntas. Los resultados han sido muy buenos: han aprobado casi todos (sólo un alumno en cada una de las tres clases ha suspendido) y han sacado buenas calificaciones (el 75% ha sacado más de un 7).
Y lo mejor, un alumno me comentó: “me lo sé sin estudiar”. Es decir, no ha tenido que estudiar de la manera tradicional: memorizando en una tarde, o con suerte alguna tarde más, unos apuntes o un tema del libro, sino que lo ha hecho todo en clase, aprendiendo entre todos y sin apenas darse cuenta.
TRES
Una conocida marca de hipermercados va a realizar una campaña de contratación de cuatro mil trabajadores y pide: habilidades sociales, competencia digital y saber trabajar en equipo.
Cuando se lo comenté a mi alumnado de 1º de bachillerato que se estaba retrasando un poco en sus trabajos, se quedaron de piedra y comentaron que eso, la competencia digital y trabajar en equipo, era lo que hacían en la clase de Patrimonio pero que no la hacían en ninguna otra, que todo eran explicaciones y memorización.
Seguimos jugando a la escuela y, lo que es peor, jugando con poder ofrecerle o no una formación adecuada a nuestro alumnado.
CONCLUSIONES
Con todo lo anterior, podemos establecer algunas conclusiones:
1
No podemos aplicar recetas viejas y, lógicamente, muy enraizadas en el imaginario colectivo de alumnos, familias y docentes para enfrentarnos a las nuevas formas de aprendizaje. Queremos poner parches en una rueda muy desgastada cuando lo que hay que hacer es cambiar la rueda.
2
No podemos confundir explicar y examinar con aprender. El alumnado no aprende sólo porque nosotros le expliquemos algo, (puede aprobar, eso sí, incluso con buenas notas) sino porque asimile conceptos y habilidades y lo experimente o trabaje con nuestro apoyo docente.
3
El trabajo en el aula es fundamental para un aprendizaje auténtico. Aprender entre iguales con la orientación del docente y hacerlo en la clase, en el aula, utilizando metodologías activas es el método más seguro de asentar y consolidar aprendizajes.
DÉMOSLE LA VUELTA
Creo que debemos concluir que todo nos lleva a un modelo de trabajo en el aula que requiere utilizar metodologías activas y una evaluación formativa que sea coherente con ese proceso de aprendizaje y, sobre todo, olvidar estrategias de aprendizaje pasivo donde el tiempo de clase se aprovecha poco más que para explicar algo que la mayoría de los alumnos no terminan de asimilar y hacer algunas actividades que tampoco terminan de entender.
En mi caso, mezclar flipped classroom con ABP y una evaluación formativa está suponiendo tener buenos resultados y conseguir un aprendizaje más activo y profundo.
COMO A UN CALCETÍN
Por todo ello, creo que a la Escuela hay que darle la vuelta como a un calcetín, porque si no cambiamos por completo y seguimos utilizando viejas recetas que sólo consiguen mantener y aumentar el problema, seguiremos quejándonos sin ofrecer soluciones válidas que, por otra parte, ya se están demostrando muy útiles y eficaces.
A la Escuela hay que darle la vuelta
como a un calcetín
¿Y si resulta que todo está al revés?, que las recetas tradicionales, muy instaladas en la mentalidad docente, son las que están agravando el problema de la Escuela.