Capítulo VIII
El cuidado previo de la voz
Una actitud profesional y rigurosa, previa a su participación en una comparecencia pública o a la incorporación de su voz en off en una producción audiovisual, exige activar algunos cuidados preventivos que evitarán incrementar la aparición de incidentes no deseados que perjudican la calidad y el funcionamiento óptimo de todos los elementos de su cuerpo implicados en la generación de la voz, alejándose de esta manera de indeseables intervenciones mediocres y vulgares. Por todo lo anterior, es necesario abordar el cuidado previo de la voz.
La aplicación de las indicaciones y consejos que le voy a facilitar a continuación acerca de cómo procurar una esmerada higiene vocal, además, va a ayudarle a fortalecer su responsabilidad personal en el propio acto, a profesionalizar su intervención, a canalizar positivamente la concentración preliminar y a neutralizar una parte de la sensación de tensión y nerviosismo que siempre, inevitablemente y en todos los casos, nos acompaña a los oradores durante unos segundos en el comienzo de cada una de nuestras actuaciones.
A modo de ejemplo, con el objeto de fijar tiempos de activación de medidas preventivas del cuidado previo de la voz, supongamos que, usted, tiene que presentarse en público –o poner su voz en off– un día determinado a las 18.00 horas. Entonces, empezará por marcarse un tiempo de seguridad de, aproximadamente, cuatro horas previas al momento fijado para su intervención.
En este espacio de tiempo, tendrá en consideración las siguientes indicaciones para no dañar el aparato generador de voz conformado por sus órganos de respiración, fonación y articulación; o sea, el conjunto de elementos responsables de la producción y la ampliación de los sonidos que se emiten para hablar. No se trata de estrictas prohibiciones, sino de saludables consejos que su cuerpo, su voz, y los receptores de su mensaje, agradecerán.
Así pues, siguiendo con la pauta horaria del ejemplo marcado, y para activar un comportamiento absolutamente profesional, tenga en cuenta –desde las primeras horas de la tarde– eliminar todo aquello que pueda interferir, en la calidad, y por tanto, en el cuidado previo de la voz, como podría ocurrirle…
- Al consumir tabaco, o respirar en ambientes con humo, porque se favorece la deshidratación del aire, se reseca la boca y se provoca exceso de salivación.
- Al tomar bebidas muy calientes, muy frías, alcohólicas o que contengan gas, que irritan la garganta y pueden provocar hipo, interrumpiendo incontroladamente la intervención.
- Al comer frutos secos, por la sequedad que provoca la sal y las cascarillas exteriores de aquellos, que podrían pegarse en cualquier cavidad, molestar y provocar tos.
- Al comer abundantemente, por la sensación de malestar que genera y por los negativos efectos físicos que, en general, conlleva una digestión pesada.
- Al carraspear, en lugar de toser, por la sensación de aspereza que sufre nuestra garganta.
- Al hablar con voz alta en ambientes ruidosos, porque la abusiva subida de volumen de la voz termina, casis siempre, en ronquera.
- Al llevar muy apretada la ropa (vestido o pantalón), porque impedirá, por un lado, una adecuada captación de aire y, por otro, el uso relajado y sin presión de los músculos abdominales mientras respiramos.
Como acción complementaria favorecedora de nuestro estado físico, y dentro de las horas previas reservadas para ello, cabe acompañar estas precauciones de…
- Un moderado descanso.
- Una respiración relajada.
- Unos minutos de serena reflexión acerca del privilegio que supone ser el foco de atención de un público que desea escucharle y deleitarse con su mensaje, su voz y su presencia, lo que propiciará que, usted, se haga merecido acreedor del derecho a disfrutar intensamente del noble acto de comunicar y, a la par, despertar el interés y la atracción de sus propios receptores.
Parafraseando a Platón, maestro griego de la filosofía de la educación y el lenguaje, recuerde esta sencilla sentencia: «Sea usted un sabio al hablar, porque tenga algo que decir; en vez de ser un necio, porque tenga que decir algo».