HASTA EL ABRAZO
Mi hija tiene 10 años y mi hijo tiene 7 años y uno de los dos fuma. O fuman los dos. A pesar de que no nos gastamos un céntimo en tabaco. La mitad de sus amigos y amigas de clase fuma.
A grandes cifras, 1000 millones de personas en el mundo fuman y la mitad de éstas, mueren por esta causa. Además, una cuarta parte son adultas, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) contabiliza unos 700 millones de niños fumadores —lo que motiva este escrito— entre activos y pasivos.
Cada fumador activo se rodea de 3 fumadores pasivos, aproximadamente. En España, la mitad de los niños son fumadores pasivos y lo son, fundamentalmente, en el hogar. Aunque el adulto salga a fumar al balcón de casa, se le adhieren las toxinas del tabaco a sus ropas, cabellos y piel, que le acompañan allí dónde va, sofá o coche, o hasta el abrazo.
Autor: Frieke Janssens
Esto pasa en todo el mundo con mayor o menor intensidad, según el país. Tanto es así que, la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (1989), en su artículo 24 insta a los Estados, del que España forma parte, a sus sectores sociales, familias y niños y niñas a que conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición, la higiene y el saneamiento ambiental puesto que el tabaquismo se puede considerar una exposición involuntaria y perjudicial.
En España, la mitad de los niños son
fumadores pasivos
El humo del tabaco es un reconocido contaminante medioambiental y un potente gas tóxico que accede sin dificultad al árbol bronquial de personas y mascotas, dicho sea de paso.
EPIDEMIA MUNDIAL
En el 2015 la OMS catalogó de epidemia mundial el tabaquismo. Tengamos en cuenta que ayuda a morir y a vivir en peores condiciones (es un gran factor de riesgo) a personas que padecen del corazón, de mala circulación de la sangre, de enfermedades respiratorias y de cáncer del aparato respiratorio (pulmones, tráquea y bronquios) y genera defectos de nacimiento e infertilidad.
Todo esto es una causa de sufrimiento que se puede prevenir y evitar, y supone la pérdida de muchos años de vida activa. El consumo de tabaco produce también perjuicios económicos para las familias y los países en su conjunto, puesto que deja de percibirse salario cuando uno enferma o muere, se gasta dinero al comprarlo y se deja de gastar en otros productos, se reduce la productividad y aumenta el costo de la asistencia sanitaria.
Se sabe que los adolescentes o adultos jóvenes tienen más probabilidades de empezar a consumir tabaco. Suelen preocuparse menos por los riesgos para su salud o sus vidas y son más proclives a los comportamientos de riesgo, como el tabaquismo. Son más susceptibles a las presiones de las amistades y a la influencia de la publicidad. Asimismo, se convierten en adictos a la nicotina más deprisa que los adultos, incluso si fuman ocasionalmente.
Bien, pues como epidemia que es, la OMS determinó una lista de políticas a desarrollar en los próximos años para todos los países. En España, en 2006 se puso en marcha la Ley de medidas sanitarias frente al tabaquismo y la reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco. Su artículo 13 está referido a la Adopción de medidas e incluye:
“La protección de la salud y la educación de los menores, con el fin de prevenir y evitar el inicio del consumo y de ayudar a éstos en el abandono de la dependencia. Se introducirán contenidos orientados a la prevención y a la concienciación contra el tabaquismo en los planes formativos del profesorado”.
Son las Administraciones públicas las que deben velar por el cumplimiento de esta Ley. Pero no son las únicas autoridades. En el caso de la prevención del tabaquismo en menores, merece implicaciones aparte, puesto que su exposición no está protegida.
SOMOS LAS AUTORIDADES
Autor: Frieke Janssens
En entornos tan formados e informados sobre el tabaquismo como el nuestro: tenemos datos epidemiológicos rigurosos; fruto de la investigación conocemos efectos beneficiosos de no fumar y las consecuencias de hacerlo para la salud y las enfermedades; está medido el impacto económico personal y colectivo; y están al alcance métodos cofinanciados para abandonar el tabaco, entre otros aspectos. Esto hace que las Autoridades —para acabar con el tabaquismo o para continuar con él— seamos nosotros, y no solamente las Administraciones públicas.
Nosotros, madres, padres, maestros y maestras, profesores, reguladores, planificadores de servicios públicos, empresarios, publicistas, y todos los demás, somos las autoridades corresponsables de decidir si estamos a favor de proteger la salud de los niños o no.
Nosotros somos libres de decidir, a los niños la decisión les viene tomada, como casi todas. No hay dilema posible, no quiero que mi hija y mi hijo fumen.
¿Y vosotros?