Basar el aprendizaje en la pasión es cambiar “control” por “pasión”. La palabra asusta, pues entre todas las connotaciones que puede tener, la académica no es precisamente la primera que nos viene a la mente. La palabra inquieta, pero aunque pueda sugerir ‘arrebato’ o ‘pérdida de control’, no significa que las clases basadas en la pasión tengan que estar descontroladas con cada alumno haciendo lo que se le viene en gana.
«Tango II» de Mariana Boutmy
Se trata de que los estudiantes deseen hacer lo que tienen que hacer.
En lugar de pensar que somos «El Profesor»; el que controla el conocimiento que nuestros alumnos van a adquirir; el que está al mando, hay que ayudar a cada estudiante a descubrir sus talentos e intereses y crear un ambiente de aprendizaje en el que puedan utilizar esos dones y pasiones. Son ellos los que deben llevar el control; nosotros, la pasión.
Sea lo que sea lo que enseñemos, debe ser enseñado de una manera inspiradora. Para mantener a los alumnos motivados tenemos que ser unos apasionados, y además, unos apasionados contagiosos.
Creo firmemente que hay que entrenar la pasión de nuestros estudiantes desde lo más pronto posible. Desafortunadamente lo que se viene haciendo es todo lo contrario, en lugar de entrenarla, se aniquila.
PARA QUÉ SIRVE
El aprendizaje debe ser atractivo y deseado. Nada está más relacionado con la atracción y el deseo que la pasión. Es la fuerza que enciende la chispa y también la fuerza que la mantiene encendida.
Si queremos “picar el gusanillo” a los estudiantes y además mantenerlos enganchados no nos queda más remedio que tirar de la pasión.
Las personas aprendemos mejor cuando trabajamos desde nuestros puntos fuertes para lograr los objetivos esperados que cuando tenemos que trabajar desde nuestros puntos flacos. Aprender a partir de lo que nos apasiona nos hace atractivo el conocimiento, nos mantiene motivados y nos inspira a sacar lo mejor de nosotros mismos y a querer compartirlo con los demás.
CÓMO SE APLICA
La principal manera de hacerlo es siendo un instructor que irradia pasión por el tema que le ocupa, que logra contagiar a sus estudiantes con su entusiasmo.
Se trata de mostrar a nuestros alumnos por qué nos encanta el tema que les estamos enseñando.
Se aplica siendo humildes y no temiendo “perder poder” mostrando nuestro lado más humano, enseñando lo que sabemos, reconociendo ante ellos lo que no sabemos (nadie puede saberlo todo) y construyendo conocimiento entre todos.
Se aplica averiguando lo que a cada uno de nuestros alumnos le apasiona, haciéndoles protagonistas, contagiándonos, contagiando al resto del grupo.
Entiendo que para mí es más fácil aplicar lo que predico puesto que me muevo por los entornos no formales, pero también es factible en la educación formal, entre todos tenemos que buscar las vías de aplicación.
Mi humilde consejo para empezar es:
Apasiónate, controla tu necesidad de control y saca al friki que llevas dentro. Porque todos los que enseñamos, en mayor o menor medida, somos unos frikis de nuestra materia, ¿o no? Pues cuando lo sacas, estás dando permiso a tus alumnos para que ellos hagan lo propio y te muestren de qué son frikis.
Cuando lo sepas, úsalo.
Para saber más
Maiers, A.; Sandvold, A. (2010): The Passion-Driven Classroom: A framework for teaching & learning.
Maiers, A.: Guidelines of Passion-Based Learning.
Nielsen, L.: When passion drives instruction no child is left behind.
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