Con la vuelta a Clases, volvemos a hacernos una pregunta que no nos es extraña a los profesionales del sector educativo: ¿es la educación una prioridad en la Argentina?
Todos somos conscientes –tanto los que trabajamos desde dentro, como el ciudadano de a pie que ve el problema «desde fuera»– de que nuestro sistema actual debe (o debiera) reducir las incertidumbres que tenemos –desde ya hace tiempo– sobre educación.
Urge, ya es hora, pero… nos damos cuenta de que el Estado ha pulverizado –con esmero– la calidad educativa.
Con la vuelta a las clases, si algo queda patentenmente manifiesto es que la pérdida constante de la calidad educativa en Argentina es un problema desde el punto de vista humano; puesto que sí: ¡¡¡Es un derecho universal!!!
Y, aunque casi no cuenta con partidas relevantes en lo económico (al menos, nunca bien gestionadas); sinceramente, creo que hoy es un privilegio tener la oportunidad de acceder a una educación de calidad; por lo que, en efecto, ante la vuelta a clases, el sentimiento es unánime: hemos retrocedido.
Vuelta a clases cual Sísifo condenado
Ante la vuelta a clases, una pregunta recurrente que me hago es ¿por qué muchos políticos, o candidatos, no consideran importante exhibir en las eternas campañas políticas lo que piensan hacer en educación?
Ya es hora de que nos muestren las propuestas reales, no las que nos venden, no los eslóganes, no la «cáscara»; la respuesta es simple: ellos no dimensionan la importancia que tiene la educación.
Por lo tanto, no exigen a sus votantes –ni les facilitan– que se eduquen realmente. ¿Tendrán miedo de que empiecen a pensar por sí mismos?
No debiéramos permanecer adocenados.
La Educación es clave para sacar a este país adelante. Realmente, ¿estamos ingresando en la «sociedad del conocimiento»? (Lo cierto es que suena a chiste.) ¿Los chicos pueden llegar a saber cómo interpretar lo que leen y, habiendo hecho esto, aplicarlo en un proyecto para poder comprender cómo llevarlo a la realidad de la mejor manera?
Acaso, ¿saben hacer un uso rentable –para sí mismos– de la tecnología; o, más bien, son expertos en airear su vida privada –scroll y likes mediante–? Sin duda, no, lo veo en mi aula; y este es el gran desafío al que me enfrento todos y cada uno de los días. Sin embargo, lo urgente siempre en Argentina hace que no pensemos ni reparemos en estas cosas, y que así, andando el tiempo, vayamos pasando culpas y pasándonos la pelota.
Ante la vuelta a clases, me reafirmo en que una cosa es segura: todos los problemas que tenemos tienen su origen en la educación (antes bien, en la carencia de ella) incluso la pobreza.
El único lugar donde se logre la erradicación de la pobreza debe ser la escuela, una política pública educativa no se debe pensar desde las frías cifras del llamado crecimiento económico, este se tiene que pensar desde la inversión económica.
Y ha de proveer a la población de educación ¡¡¡financiera!!! La gestión de la propia economía, la de cada uno de nuestros hogares es tan importantes para las personas como saber leer, escribir, tener conocimientos matemáticos o hablar en público.
Vuelta a clases y asistencialismo
En Argentina, en la Pandemia tuvimos la triste conclusión de que muchos de nuestros alumnos no tuvieron una interrupción temporal de su educación, sino un triste final salvaje, ese alumno que se fue no volvió al sistema educativo y aún no lo fueron a buscar.
Argentina tiene aproximadamente un 75 por ciento de escuela pública y un 25 por ciento de gestión de escuela privada. En Argentina, pues, la mayor parte de la oferta educativa es con creces pública.
Ahora bien, ¿todas las instituciones y centros educativos intentan trabajar juntos por la calidad educativa? ¿o, más bien, la desconexión entre cada centro constituye el pilar fundamental de una educación elitista? Si esta pregunta se contesta en forma afirmativa, la educación se está convirtiendo en un privilegio.
No perdamos de vista que ante la vuelta a clases, muchos centros educativos se han transformado en un comedor comunitario, por lo tanto, en un servicio asistencialista. Pero una escuela y un comedor no son, ni deben ser, lo mismo.
El asistencialismo es una particularidad que establece una relación de dependencia que atenta contra la dignidad individual, encadena a los alumnos a las escuelas de una forma que jamás debe ser normalizada por mor del papel sustantivo que deben cumplir los centros educativos. El asistencialismo no puede fagocitar el rol instructivo que es inherente a los centros educativos.
Basta ya de idiotizar a los individuos en los centros educativos. Se les adoctrina para que lean y escriban, pero se les cercena el juicio crítico y la capacidad de pensar por sí mismos.
Soy docente, quiero una educación centrada en lo pedagógico, quiero una escuela formadora que se sostengan con el paso del tiempo, no quiero parches educativos que –a la corta– hagan agua.
El sistema educativo en la actualidad
Con la vuelta a clases, nuestro país contrae una enorme deuda social en materia educativa. Tristemente, solo la mitad de los alumnos que ingresan en la escuela primaria completan la educación media.
Y el ingreso a la Universidad se convierte en algo traumático, dado que muchos chicos en sus primero años de educación superior no son capaces de elaborar trabajos de calidad o, lo que es pero aún, el sistema les facilita que se conviertan en «NI-NIs», personas que ni-trabajan ni-estudian.
La sociedad pregona ¡Queremos escuelas dignas! ¿Hay escuelas dignas, o escuelas escombros? Pero lo cierto es que, ora por desconociento, ora por desinterés; la escuela no es una prioridad en nuestro país.
De hecho, no se entiende qué quieren hacer los gobiernos en materia educativa desde hace ya muchos años, y cómo resultado nos sobreviene una crisis tras otra exacerbadad por la pérdida paulatina de unos niveles mínimos de calidad educativa.
En este último año, el Ministerio de Educación de Nación ha perdido, a propósito, por ineptitud, la orientación en cuanto al tipo de política educativa que quiere llevar adelante a nivel país y, ni les digo, en nuestra provincia: en el término de cuatro meses, cambiaron la “información” tres veces como, por ejemplo, la relacionada con la manera de calificar.
La responsabilidad siempre se diluye de manera inexplicable en las provincias, territorios en los que nunca se sabe a dónde van a parar las acciones políticas, cuya concreción en las aulas es nefasta, cuando no inexistente, y … ¿el Ministerio de Educación de la Nación? Es un misterio educativo desde la presidencia de Menem.
El sueldo docente en Argentina es uno de los peores del mundo, pero… hoy los sindicatos están bastante callados para reclamar esto.
También es esto una pérdida considerable de calidad educativa, supone algo gravísimo, tanto que tengo la impresión que se hace adrede.
Además, a estos reclamos salariales se le suma la violencia que sufrimos, pero esto es tema pendiente para otra nota.
También puede ser de tu interés:
Las condiciones de los enseñantes y la sobrecarga docente.
El sentido de la educación es pensar por uno mismo, pero para eso hay que pensar qué compromisos educativos vamos a contraer. La educación siempre tiene que darte todas las miradas posibles y en consenso, para después vos poder decidir.
Sin embargo, la política está reducida, muchas veces, a una agenda que nada tiene que ver con las preocupaciones reales de la gente.
Hay baja calidad educativa y ello provoca la creación de más «rehenes políticos». Ciudadanos adocenados por el sistema educativo.
Con casi 20 años de experiencia en el sistema educativo, reconozco que siempre ha habido un programa de gobierno que dure al menos cuatro años, nunca ha habido una política pública educativa desde 1966 que haya generado efectos totalmente favorables en el sistema educativo argentino desde la Presidencia de Menem, la bajada ha sido estrepitosa.
Los desafíos que asoman en el horizonte de la educación actual se resuelven dándole valor a la tarea docente frente a nuestros alumnos en el aula como primera medida, pero no somos los únicos culpables.
Nuestras autoridades no firman como testigos del compromiso por la calidad educativa como motor de la Argentina del futuro.
La educación es una tarea que no se hace en soledad y, sin embargo…