Una metáfora filosófica para la educación actual: Eugenio Trías

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Hoy proseguimos en nuestra serie: “Una metáfora”, dialogando con uno de los grandes pensadores de nuestra actualidad: Eugenio Trías. Seguimos su obra desde hace más de veinte años, leíamos sus obras como contrapunto de la escuela de Oviedo y del maestro Gustavo Bueno. Un detalle personal: qué felicidad y fructífero es oponer obras o literaturas en lecturas sucesivas. Una manía personal que luego he llevado a las aulas: una dialéctica lectora como desarrollo del pensamiento crítico. Arriesgamos una afirmación de la literatura filosófica: Ortega y Gasset, María Zambrano, Emilio Lledó y Eugenio Trías. Un cuarteto de bella escritura y de alto pensamiento: nadie ha escrito como ellos filosofía en nuestra lengua en el s.XX. Obras como “La filosofía y su sombra”, “Lo bello y lo siniestro”, “Los límites del mundo” y su clásico: “La edad del espíritu”, son piezas  donde pensamiento y expresión se dan la mano. Estas dos últimas, una opinión personal, obras maestras que todo curioso o amante de la filosofía, debería leer.

Si la filosofía quiere volver a tener una influencia en nuestra época  tecnocientífica, dos condiciones debe cumplir: volver a una prosa comprensible, huyendo de la jerga y la endogamia, sospechemos de aquello que una mayoría no pueda entender, cuando esto sea posible; no tener miedo del nuevo paradigma digital, el humanismo se está transformando delante de nosotros, lo denominamos un humanismo de síntesis. Otro día hablaremos de esa posición que estoy desarrollando. Resumiendo: el discurso filosófico debe entrelazarse con el discurso tecnocientífico y el discurso educativo. Lo repetimos: Sillicon Valley nació en Grecia, somos una civilización crítica y que se desarrolla como filosofía en Platón, con un cambio de tecnología: la escritura. Havelock ha escrito páginas certeras sobre lo anterior. Muchos comentaristas de las nuevas tecnologías, olvidan el discurso histórico de dos formas: no haciendo reflexión sobre el mismo, por lo  que no pueden diferenciar lo verdaderamente novedoso; segunda forma: quedándose en la Galaxia Gutenberg, frente a la Galaxia Internet. Las nuevas modalidades cognitivas se crean en el cambio griego, acentuándose y redimensionandose con la tecnología Gutenberg: conviene no olvidarlo.

Su obra es una lección para la literatura académica, no solo filosófica, que aleja a los lectores para siempre. A la claridad como cortesía del filósofo que nos señalaba Ortega y Gasset, Eugenio Trías le añade una propia: una belleza de prosa que gradua el pensamiento en olas que sumergen al lector en su narración de ideas. Una prosa musical, donde se percibe ese amante de la música que es, como nos demuestra en sus últimas obras. Sí, todo pensamiento se narra irremediablemente: Platón y Nietzsche se parecen más de lo que quisieran, como cualquier sensibilidad identifica al leerlos. Una lección para todos aquellos que enseñamos o escribimos: la difícil sencillez de que todos nos comprendan y disfruten con lo que hacemos. Eugenio Trías: claridad y belleza, dos caminos que se pueden entrecruzar.

Nuestra exposición de su filosofía se centrará en tres ideas: ser del límite, razón fronteriza y su concepción del hombre. Desde ellas iremos viendo su concepción de la realidad y del conocimiento, para desembocar en su concepción del ser humano: ontología y teoría del conocimiento, nos señalarán la antropología que construye Eugenio Trías en su aventura filosófica. Su filosofía es contracorriente en la actualidad: un sistema sinfónico de ideas. Influencias reconocidas por él mismo: Platón, Kant, Nietzsche, Wittgenstein, Heidegger o el estructuralismo francés. Un reconocimiento que vence la ansiedad de las influencias, como nos analizó magistralmente Harold Bloom. Es más: un autor es esa derrota o esa victoria. Otro día dialogaremos con el último gigante de la crítica literaria.

La realidad, esa extraña palabra que creemos entender inmediatamente, es ser del límite. Todo lo que existe es un límite con aquello que, implícitamente, lo fundamenta aún sin estar. La Ilustración crea su sombra con su razón crítica. Esa narración que nos explicaba que toda trascendencia era imposible de identificar y de pensar, es discutida en la obra en desarrollo de Eugenio Trías: está ahí, nos marca un límite que puede ser abordable. Las religiones y sus concepciones de Dios no son una erudición que solo sirva de excusa para una historia de las religiones: lo sagrado es parte de nuestra condición como límite del ser. Esta es una de las grandes aportaciones de su pensamiento: ni la postmodernidad con su relativismo final, ni el nihilismo que nos paraliza, son opciones para comprender nuestro mundo. Lo sagrado y lo profano forman un límite dramático y frágil: es la realidad donde vivimos. Habitamos la frontera.

Conocemos ese límite porque nuestra razón es fronteriza, ella sabe que su iluminación depende del espacio de sombra que quiera admitir. Si me permiten la metáfora, también la oscuridad nos pertenece. La modernidad ha tenido un desarrollo paradójico: no ha justificado su optimismo. El racionalismo debe abrirse al espacio de lo simbólico como Jung supo anticipar. Eugenio Trías se atreve a desafiar al cientifismo cortoplacista que, arrogante, ignora esa dimensión real y humana. El arte es una forma de conocimiento que muestra lo que la filosofía no puede decir. Wittgenstein y su famosa diferencia entre decir y mostrar: dos verbos que cualquier educación debería enseñar. La originalidad del pensamiento de Eugenio Trías es ésta, frente al criticismo kantiano o el silencio de Wittgenstein: ese límite es productivo, ese límite somos cada uno de nosotros. Razón y pasión, no volvamos a separarlas. Pocos autores en español han analizado el cine y la música como él, en esta línea sigue a Deleuze y su fascinante búsqueda de ideas en las modalidades artísticas. Hitchcock y su obra maestra:“Vértigo”, son en el análisis de E. Trías, un ejemplo de lo que es hacer una estética actual y sugerente. ¿Por qué? En mi opinión, por una distinción muy sutil que diferencia dos tipos de estética: la que se hace sobre el arte, la que se desarrolla a través de la obra de arte. Deleuze y Trías siguen esta última modalidad: pensar a través, otra forma de afirmar el devenir de la vida y del arte.

No hay descanso: vivir es acercarse, consciente o inconscientemente, al enigma. Somos una pregunta que se perpetua en la frontera, la historia es un juego de ese límite: somos nosotros con nuestra pasión fronteriza. Evitemos ese doble error: desarrollar una razón que desdeña o ignora lo sagarado y lo simbólico; encerrarnos en posiciones fundamentalistas que pervierten el discurso religioso. Somos parte de ello, más allá de nuestras posiciones ateas, agnósticas o creyentes. El diálogo es posible, porque nuestra condición fronteriza nos construye en esa línea frágil y fragmentaria: somos habitantes del límite.

Nuestra interpretación finaliza en esta afirmación: hay una consecuencia educativa en toda su filosofía, comprender la matriz religiosa y filosófica de toda nuestra cultura. El cientifismo y la apología digital que ignora lo anterior, son nuevos tipos de barbarie. ¿Por qué? Porque el ser humano que se esconde de esa verdad antropológica, no sabe quién es. Dicho de otro modo: construye una sociedad sobre supuestos equivocados. Introducir las nuevas tecnologías en una estructura pedagógica, el gran reto de la educación en el s.XXI: es un medio, no un fin. Ninguna tecnología merece ese nombre, si no va acompañada de su creador: nosotros, el humanismo que debería sostener toda civilización global y tolerante. Esa afirmación debería ser una obviedad, no lo es tanto si analizamos la actualidad. Termino dando la palabra a Eugenio Trías, definiéndose a sí mismo: “Soy un exorcista ilustrado”. Una lección para todas las disciplinas educativas: la Ilustración también son sus sombras, el s.XX lo ha experimentado.

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