Después de un tiempo de confinamiento reflexionamos sobre como el coronavirus tiene repercusión en las actividades de enseñanza y aprendizaje que llevamos a cabo en el sistema educativo. Estamos ante una situación imprevista que nos afecta a tod@s, que nos plantea nuevas preguntas y en la que estamos dando las mejores repuestas que sabemos.
- Estamos inmersos en una crisis sanitaria que también puede ser laboral, política, social, familiar y económica.
- En esta situación crítica vivimos momentos excepcionales de angustia, incertidumbre, estrés, duelo…
- Ha puesto sobre la mesa la necesidad de fortalecer la relación de complicidad entre la familia y la escuela.
- Se hace necesario mantener el vínculo con los estudiantes y fortalecer su interés para aprender.
- Es importante ser conscientes de la necesidad de la orientación en la organización del tiempo, tareas y rutinas.
- Hace falta reconocer que la educación emocional y la cohesión social no pueden estar fuera del currículum.
- Y utilizar todos los recursos disponibles: libros, radio, televisión, teléfono, pantallas, Internet, dispositivos…
- Las familias no son docentes, pero sí pueden tener criterios para la mediación parental con las tecnologías.
- Puede ser una oportunidad para compartir experiencias digitales, dialogar regularmente y jugar juntos.
- Y para conocer las estrategias de comunicación que muchos jóvenes mantienen en sus redes virtuales.
- En un primer momento las metodologías y las dinámicas activas han sido las grandes perjudicadas.
- El uso de las herramientas en línea ha seguido en muchos casos un enfoque muy tradicional o clásico.
- No se puede trasladar de forma mecánica los esquemas de gestión del aula presencial a la virtualidad.
- Implica un alto nivel de entrega para mantener el feed-back y atender a la diversidad del alumnado.
- Ha sido necesario priorizar aquello realmente importante y recordar los propósitos iniciales de la escuela.
- Se pone en valor de nuevo la necesidad de un sistema educativo comprensivo, inclusivo e integrador.
- Generar propuestas educativas que respondan a las necesidades y estén ubicadas en su contexto actual.
- Necesidad de revisar nuestra cultura digital: identidad, seguridad y actitud crítica ante Internet.
- Estamos viviendo la primera experiencia universal masiva de formación y coordinación docente en línea.
- Utilizando básicamente herramientas personales tanto por parte de docentes como por el alumnado.
- Evidenciamos el llamado efecto Mateo: la brecha digital ensancha las otras desigualdades sociales.
- Exigencias que no son nuevas: problemas auténticos, aprendizaje social, proyectos interdisciplinares…
- Debemos diseñar un ecosistema tecnológico rico para optimizar nuestro entorno personal de aprendizaje.
- Oportunidad para pensar cómo podemos favorecer el bien común y nuestro bienestar personal.
- Teletrabajo significa organización, coordinación y acuerdos, no significa estar siempre disponible.
- La evaluación nos sirve para mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Calificar es otra cosa.
- El llamado distanciamiento social (físico) también afectará a los diseños competenciales en las aulas.
- Más que nunca la ciudadanía debe saber aprender y adaptarse a un entorno que es cambiante.
- Con todo, vamos a revalorizar la labor social y educativa que realiza la escuela como nodo de la comunidad.
- La batalla contra el virus, por el medioambiente o la ciudadanía digital es a nivel personal a la vez que social.
Nos duele ver retroceder ciertos avances en las conquistas sociales, laborales y pedagógicas que hemos realizado. Estaremos atentos para atenuar las peores consecuencias. Lo haremos pensando en un sistema híbrido presencial-virtual, aunque con incertidumbre de cómo construiremos el futuro. ¿Dónde quedarás los abrazos en la vuelta al cole?