POR Y PARA QUÉ
En educación, hablamos mucho de lo que hacemos y de cómo lo hacemos. Algo muy importante para las leyes educativas y para la mayoría de los docentes es el qué y el cómo. El currículo, lo que se imparte o se enseña, y cómo se enseña; la metodología, los tiempos y espacios, los procesos organizativos.
Lo habitual es centrarnos en el cómo hacer y qué hacer. Sin embargo, se habla muy poco del por qué. Y, sobre todo, se habla poco del para qué. Es como si fuese algo obvio, pero NO lo es. Un signo evidente de que eso es así es la dificultad para llegar a un consenso social y político para un gran Pacto de Estado sobre Educación.
ENCONTRAR O CONSTRUIR
Encontrar o construir el sentido de lo que hacemos
Así que la pregunta es necesaria: ¿Para qué la Educación? ¿Para qué todo eso que hacemos en los centros, en el aula?
Si seguimos los ámbitos o niveles que señalan estos adverbios descubrimos que:
El «Qué Hacemos» nos sitúa en el presente, en el nivel del comportamiento y las tareas.
El «Cómo» nos sitúa en el nivel de la capacidad, la actitud y las competencias.
El «Por qué» alude a las razones, a los valores, las causas.
El «Para Qué» nos proyecta al futuro, en el nivel de los sentidos y el propósito. Éste último es el nivel más profundo. Es el nivel de la identidad.
Pocas veces se oye en un centro a alguien preguntar el «Para qué» de lo que hacemos. Como mucho reprochamos el Para qué de nuestras tareas más administrativas o burocráticas, interrogando sobre el sentido de ellas. Pero en general solemos estar enfocados en el qué hacemos y cómo lo hacemos, sin ser conscientes de su sentido.
El «Por qué» señala al pasado o a las causas.
El «Para qué» señala al futuro, al sentido y propósito. Tiene que ver con la identidad personal y colectiva, y desde ella es que podemos construir una cultura educativa concreta, adecuada a nuestro entorno y congruente con nuestros valores, compartidos por toda la comunidad.
El «qué» y el «cómo» son necesarios; imprescindibles. Pero solemos ponerlos por encima del «Para qué hacemos lo que hacemos». Y sacrificamos el sentido de cuánto hacemos por la inercia del hacer por hacer, o de hacer para alcanzar objetivos que nos alejan de nuestro sentido más profundo. Y así nos encontramos con una Educación sin rumbo, carente de sentido, cortoplacista y que trata de apagar fuegos (resolver problemas de fondo) parcheando los profundos desafíos que nos plantea la acelerada evolución de la sociedad a la que la Educación sigue muy rezagada.
Simón Sinek, para explicar su «Círculo Dorado», habla de Apple o de los Hermanos Wright para explicar cómo influye en el éxito empresarial, en la comunicación y el emprendimiento vender de «dentro a afuera», vender desde los valores y las creencias, no desde el producto. Resalta así la importancia de actuar desde un «Para qué».
Cuando Steve Jobs fabricaba junto a Bozniak y otros amigos su primera computadora en el garaje de su casa, no lo hacía por dinero, sino por cambiar el mundo: imaginaba a cada hogar con un ordenador desde el que se podrían hacer muchas cosas. Hacer realidad su sueño le costó muchos años, pero cuando regresó a Apple consiguió que su empresa fuera la más innovadora y rentable del mundo. El fin no es el dinero, sino que es una consecuencia. La riqueza y los resultados son hijas de una visión, una creencia y unos valores. Cuando compramos Apple –de algún modo–, estamos creyendo en el sueño de Jobs y compartimos con él la capacidad que tiene la tecnología para cambiar el mundo.
Coca Cola no vende refrescos, vende Felicidad; y compramos con ella esa aspiración de ser felices.
IDENTIDAD Y SER
Identidad y Ser de una Comunidad Educativa
Un centro educativo es una comunidad educativa dentro de su comunidad social.
En la LOMCE se propone que los centros tengan autonomía propia, incluso para definir determinadas líneas educativas. En la práctica de los centros Públicos, esta autonomía es bien reducida.
Sin embargo, todo Centro funcionaría mejor si supiera o tuviera en cuenta su para qué, su finalidad, su sentido y propósito, sus valores educativos y humanos. Y desde ahí construir entre todos su Proyecto de Centro dentro del contexto que le aporta su comunidad social. Así, las tareas, actividades, experiencias y espacios se diseñarían en función de la Identidad propia, singular y el hacer estaría en consonancia con el Ser (nivel de la identidad).
Todo ello es necesario que sea conocido y tenido en cuenta por toda la comunidad educativa (incluyendo en ella a padres y personal no docente, pues todos forman parte del equipo humano). Las comunicaciones de un centro que funciona así están en congruencia con sus ideales y valores, aportándolos de manera radiante a su comunidad.
Toda empresa o equipo humano enfocado a un mismo fin ha de incluir las aspiraciones de todos sus miembros en el propósito colectivo.
Ahora que se concibe a un centro educativo (ya sea privado o público) como una empresa, se habla de la necesidad de constituir su propia identidad. No entraremos en si un centro debe ser una empresa o no. Lo que sí es cierto es que en lo esencial hay un equipo y una tarea.
Las cuestión es qué consideramos que es la «rentabilidad» de un Centro y si ésta va mucho más allá de lo económico. La «rentabilidad» tiene sentido en nuestro ámbito como «valor añadido». Incluso si se trata de un centro privado.
Sin duda, que una institución educativa tiene sentido si aporta valor a sus usuarios y a su comunidad. Aportamos valor cuando:
Acompañamos y alentamos a las personas a construir una vida plena y con sentido.
Ampliamos sus horizontes de vida (visión).
Fomentamos valores que mejoran la sociedad desde el Bien Común.
Aportamos preparación para el desarrollo de los propios talentos (autorrealización) e identidad (Ser) en la sociedad.
Actuamos para la cohesión y el servicio.
7
NIVELES
Los Siete Niveles Lógicos en Educación
Cuando Abraham Maslow ideó su «Pirámide de las Necesidades Humanas» también aspiró a señalar metas y desarrollos más allá de las Necesidades básicas, aspiraciones del ser humano en busca de su propia autorealización.
Sus niveles son:
1) Necesidades fisiológicas
2) Necesidades de seguridad y recursos
3) Necesidades de afiliación
4) Necesidades de reconocimiento
5) Necesidades de autorrealización
A partir de Maslow, Barret propone 7 Niveles Lógicos:
1) Entorno
2) Comportamiento
3) Talentos y Recursos
4) Creencias
5) Valores
6) Identidad
7) Propósito
Siguiendo los 7 niveles lógicos de Barret, aplicados a la Educación tenemos:
Entorno
Contestaría a la pregunta: ¿Cuál es el contexto y qué sucede en él?
Comportamiento
Contestaría a la pregunta: ¿Qué hacemos? Las tareas.
Talentos y Recursos
Contestaría a la pregunta: ¿Qué capacidades y recursos tenemos? ¿Cómo lo hacemos?
Creencias
Contestaría a la pregunta: ¿Cuáles son las creencias limitantes y potenciadoras?
Valores
Contestaría a la pregunta: ¿Cuáles son los valores? ¿Los honramos?
Identidad
Contestaría a la pregunta: ¿Quiénes somos como Comunidad Educativa?
Propósito
Contestaría a la pregunta: ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es el sentido de ser?
Son cuestiones que deben estar presentes en nuestra actividad docente y en el actuar y ser de los centros educativos.
Si una comunidad educativa tiene claros estos siete niveles tiene rumbo y fuerza para moverse hacia sus objetivos. El primero a considerar es el más alto, el nivel 7. A partir de él, los demás niveles se desarrollan en coherencia con éste.
Si un centro educativo no los tiene presentes todos, ha de revisar para construirlos y asegurarse de que todos sus miembros los conocen y actúan en consecuencia honrando sus propios valores.
Una comunidad que trabaja desde los siete niveles permite que los niños y jóvenes desarrollen sus propios siete niveles desde su individualidad, enriqueciendo su visión personal de la vida y proyectándolo hacia la realización y la plenitud.
Cuando tratamos de hacer cambios en los tres primeros niveles lógicos los cambios son superficiales. Cuando cambiamos algo en los 3 niveles superiores los cambios son transformadores, porque desde los valores, la identidad y el propósito se afecta a todos los inferiores de manera significativa.