RESETÉATE

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El mundo digital actual nos permite navegar libremente por la red de Internet y buscar y tener acceso a toda la información que deseamos. Nos da una libertad total a la hora de subir y actualizar contenidos de manera inmediata.

Esto genera un estado de «infoxicación» general o, lo que es lo mismo, un exceso de información que no siempre es veraz.

¿Qué nos lleva a buscar la información en un sitio o en otro? Aquí está el origen de este artículo.

El ser humano disfruta aprendiendo por naturaleza. Quizás el hecho de estudiar no guste a todo el mundo, sí lo hace el aprender algo nuevo. La primera pregunta que lanzo es la siguiente: ¿qué sucede cuando una persona aprende algo y convierte ese nuevo conocimiento en una creencia? En la creencia de que lo que ha aprendido es verdad, la verdad.

Somos animales de costumbres. Sí, y de creencias también. El 90% de la población que ve las noticias, lee los periódicos y escucha la radio, lo hace en aquellos medios de comunicación que apoyan las creencias que ya tienen de antemano.

Pensad en vuestras redes sociales. Recordad a aquellas personas que se pasan el día subiendo artículos en contra del PP o de Podemos, del Barça o del Madrid, etc. Ahora pensad en cuántos de ellos lo hacen de manera constructiva y aportan algún artículo que pueda demostrar algo negativo sobre lo que ellos mismos «creen» como la mejor opción. Pocos (ninguno), ¿verdad?

«Todo hombre cree que los límites de su campo de visión son

los límites del mundo»

Arthur Shoppenhauer

Hace tiempo que escuché que Dios nos había dado dos orejas y una sola boca porque debíamos escuchar más y hablar menos. Sin embargo, la mayoría de nosotros tan sólo habla para sobreponer sus ideas por encima de las demás, y solo oye, que no escucha, esperando a que la otra persona termine de dar su argumento para poder criticarlo y darlo por falso.

«No tienes ni idea de lo que estás diciendo.»
«Eso no es verdad.»
«No tienes razón, eso no es así.»
«Te estás equivocando.»

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Todos tenemos creencias adheridas a nuestra persona. Es inevitable. Esas creencias pueden ser limitantes o posibilitadoras. El uso que le demos depende de nosotros mismos.

¿Qué beneficio real me produce el utilizar mi tiempo para demostrar que otra persona está equivocada y que yo tengo razón, más allá del de alimentar mi propio ego?

¿Cuánta energía utilizas en desacreditar lo que hacen los demás en lugar de evaluar y mejorar lo que haces tú mismo?

Todos hemos escuchado alguna vez aquello de que para aprender, primero es necesario desaprender. Aunque suene demasiado rebuscado, tiene un significado muy fácil de entender.

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Toda persona es un recipiente que nace vacío, y con las experiencias y los conocimientos nos vamos llenando del líquido de la vida. Bien, una vez ese líquido nos rebosa, es necesario que saquemos algo fuera para que podamos meterlo nuevo. ¡Qué difícil es sacar las creencias que llevan tanto tiempo en el fondo de nuestro recipiente! Y si alguien te dijera ahora que todo lo que has creído y aprendido durante tu vida es mentira… ¿qué harías?

¿Serías capaz de resetearte a ti mismo?

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«Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, cambiaron todas las preguntas»

Mario Benedetti

«Que vuestras creencias os sirvan para crecer, y jamás para estancaros. Que vuestro conocimiento os haga mejorar y luchar por lo que queréis, y no os lleve a malgastar el tiempo atacando a los demás.»

Jesús Sánchez-Camacho Matilla

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