Reduccionismos didácticos

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Hoy quisiera plantear las relaciones didácticas que, inevitablemente, se desarrollan en la relación de las dos culturas de Snow: las ciencias y las humanidades. Una herencia del s.XIX que, está transformándose en nuestra época red, pero que sigue vigente en la mentalidad educativa y social. El qué y cómo de esos cambios son un capítulo aparte que otro día abordaremos. Hoy sólo mostraré dos posibilidades didácticas que se dan en nuestras aulas, y los problemas y malentendidos que resultan de ambos reduccionismos didácticos.

El reduccionismo cientificista, en ella se muestra una didáctica de las ciencias como un todo sin relación con el entramado de las humanidades. Esta perspectiva puede adoptar dos modalidades: una modalidad débil, por la cual se pueden comprender los conceptos y teorías de cualquier ciencia sin relación con las preguntas incómodas que, inevitablemente, nos dan esas humanidades prescindibles; una modalidad fuerte, por la cual las ciencias resuelven totalmente esas preguntas, estableciendo la inutilidad final de las humanidades. Resultado: por evitación o por solución final, las ciencias en su desarrollo didáctico no tienen una relación esencial con las humanidades.

El reduccionismo metafísico, en ella se muestra una didáctica de las humanidades formando una serie de preguntas que no cambian históricamente y que remiten a una condición o naturaleza humana universal y ahistórica. Esta perspectiva puede tener dos modalidades: una modalidad débil, en la cual la filosofía, la literatura o las artes se desarrollan en un contexto científico, pero éste no es relevante para la comprensión adecuada de las mismas internamente; una modalidad fuerte, donde las ciencias directamente son otro discurso con normas, criterios, reglas e intereses diferentes, un discurso que nada aporta a esas preguntas inalterables y que nunca cambian. Resultado: como contexto externo o como discurso diferente, las humanidades en su desarrollo didáctico no tienen una relación esencial con las ciencias.

En nuestras aulas estos enfoques siguen siendo mayoritarios, enfoques que se entremezclan en una dinámica, muchas veces, inconsciente . Ese reduccionismo didáctico tiene, entres otras, tres consecuencias perjudiciales: reproducir una dicotomía de la modernidad de la sociedad industrial, que obstaculiza o limita totalmente una mejor comprensión de la matriz humanística-científica que toda sociedad y cultura tiene, incluida nuestra época red; justificar un desarrollo tecnocientífico acrítico, que ignora las causas y consecuencias políticas, sociales y morales de todo devenir histórico; perpetuar una metafísica humanística que cree posible un discurso más allá de las coordenadas históricas, entre ellas las tecnocientíficas, una metafísica que siempre esconde un sustancialismo religioso explícito o no.

Esos reduccionismos didácticos tienen como resultado un alumnado, casi siempre, idealista y/o ingenuo de los saberes y competencias que está adquiriendo. Idealista en el sentido de no tener una visión compleja y pluralista de la matriz humanístico-científica de todo desarrollo cultural; ingenuo porque cree haber adquirido un saber definitivo (ciencias o humanidades) que le permite minimizar o ignorar cualquier avance que, desde su perspectiva, no es relevante. Cuántas veces hemos escuchado en varias etapas (secundaria, bachillerato o universidad), estos espejismos comprensivos: una época red debe educativamente superar estos reduccionismos.

Frente a lo anterior es posible lo que denomino una didáctica síntesis: una didáctica que resuelva esos reduccionismos y que ofrece una variedad de posibilidades de trabajo de aula. Enuncio tres características que la constituyen: pluralismo, interdisciplinariedad y complejidad. No es este el lugar para exponer y ejemplificar el qué y cómo de su desarrollo específico. Un detalle final: un criterio de calidad y dominio didáctico de una disciplina, es evitar siempre el reduccionismo que las inercias y anacronismos pedagógicos nos ofrecen. En el trabajo de aula, la comodidad didáctica siempre es una tentación. Frente a ello, la renovación didáctica y curricular, es una de las prioridades de nuestra actualidad educativa en el s.XXI.

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