«Todos los niños nacen artistas.
El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer»
Pablo Picasso
HUMILDAD
Ser humilde es un rasgo de liderazgo, pero no sólo de liderazgo, sino es una actitud, un comportamiento de cada uno de nosotros, como seres humanos.
Nuestras historias son demasiado comunes: Después de años de duro trabajo persiguiendo el sueño, intentando auto-motivarnos para llegar a la cima del éxito –que tanto queríamos merecer, en nuestra época de estudiantes–. Esos tiempos de bonanza dieron lugar a otros en los que querer aparentar algo que no éramos, quién sabe. ¿Qué pasó con ser personas humildes?
Dentro y fuera de la red, todos por igual, nadie es mejor que nadie ni nadie es más especial que nadie, somos diferentes y ahí radica la diferencia a la hora de definirnos. Tanto en la vida real, como ahora en la era digital.
Los vemos en todas partes, gente arrogante, con poca empatía, falta de humildad, falta de gratitud, aun siendo estas cualidades (empatía, humildad, gratitud) esenciales hoy en día, como lo han sido en tiempos pasados, y como lo serán en tiempos futuros.
EXPERTOS EN TODO
Estas personas que piensan que son tan especiales. Comprando lujosos «juguetes» para mostrar el éxito que han cosechado, y dejando a un lado a sus compañeros, amigos y colaboradores –quienes los han ayudado a alcanzar el éxito–. Abandonan los valores y principios que los han hecho con el éxito. Y lo que es peor, porque son exitosos en un «área» de su vida, llegan a pensar que son «expertos» en todo.
Tanto los que me conocéis en persona como los que no sabéis que programo los post con semanas o meses de antelación, en ocasiones me ha abordado el sentimiento de querer tirar la toalla, es decir, de dejar mi reto o «maratón de un post por semana»; he pensado «seguiré hasta cuando no me queden más fuerzas, seguiré escribiendo, conociendo lo que es la “muerte del escritor”» porqué ya lo sufrí hace años con «Instintos Laborales», y lo pasé mal, porque, de golpe, me vi que no podía ni quería escribir nada…
Gracias a un Tweet, que me alentó a seguir haciéndolo y a que no lo dejara, gracias, Pilar, por leerme «entre líneas»; gracias, Víctor, por hacerme seguir en el primer punto de inflexión, pero este es el tercer punto, lo positivo de todo, que tanto en los dos puntos de inflexión tenía y tengo los post o artículos programados con antelación, que nos dan tiempo a reflexionar.
Tiempo atrás hablábamos sobre que el reconocimiento comienza por nosotros mismos, hoy, quiero dar otro 1% más y es hablando y pensando en la forma en que, a veces, o pocas veces, no le damos importancia al reconocimiento, ya sea de personas, amigos, familia, o sobre la misma empresa u organización.
A veces, se revela la verdad cuando vemos las cosas se hacen mal, cuando vemos que, detrás de una organización, hay una falta de muchas cosas causadas posiblemente por el EGO de alguien que le da prioridad a una cultura del miedo dentro de la organización.
Lo vimos cuando hablábamos de la integración de la ética y de los valores en la organización para crecer ayudando, en el informe, el valor añadido: The importance of ethical leadership, publicado en the Institute of Leadership & Management (ILM) – La importancia de un liderazgo ético, publicado por el Instituto de Liderazgo y Gestión (ILM), más de tres cuartas partes (77%) dice que está «muy de acuerdo» o «de acuerdo», en que la percepción del público sobre el comportamiento ético va aumentado desde el inicio de la recesión en 2008.
Y todo ello lo resumimos en falta de humildad que es el tema sobre el que hoy estamos hablando, la importancia de ser humildes, aceptar la verdad, y de ayudar a hacer crecer a los demás; y todo ¿para qué? ¿Cuál es la finalidad? ¿Qué hemos de tener en cuenta?
Para sumar 1% más, sea de un listado, clasificación, o simplemente colaborando para ayudar a los demás.
Demasiado ego mata el talento, demasiado éxito no nos deja tocar de pies a tierra.
¿Por qué? Están tan enamorados de su propia imagen que su ego no encaja en la habitación. Por desgracia, un ego hinchado puede acortar la recompensa que estas personas han trabajado tan duro para alcanzar el «éxito».
La simple verdad, y la suerte es que no todo el mundo trata el éxito de la misma forma o manera, o manera de hacer las cosas.
Algunas personas que logran el éxito siguen siendo humildes, sin olvidar quiénes somos y de dónde venimos, para parar, mirar hacia adelante y ver que han de continuar si o si.
¿Los demás? Bueno, podemos aprender de sus y nuestros errores: desde nuestros humildes inicios.
DESDE ABAJO
Siete empleos diferentes
Mientras nos estamos haciendo esta reflexión, me llegó una imagen de un directivo que decía que antes de llegar dónde estaba en la posición actual de trabajo, antes había tenido siete empleos diferentes, empezando desde abajo, algo que realmente me ha hecho sentirme identificado, porque el saber desde dónde empezamos y cómo empezamos nos ayuda a no perder nunca la perspectiva, a seguir pisando de pies a suelo y cada vez más fuerte, para saber que estamos en la tierra dónde estamos todos por igual.
El éxito es temporal,
es un viaje, no un destino
Cuando «algo» se convierte en un éxito, no nos dormirnos en los laureles. Tan pronto como tenemos nuestro ojo de la pelota, nos arriesgamos a perder nuestra ventaja. Hace un tiempo os hablaba de que el liderazgo es un viaje, no es un destino, hoy lo trasladamos al éxito.
Dejemos de alimentar nuestro ego. No nos aislemos de la realidad mediante la construcción de relaciones con las personas que atacan nuestro ego. Nos rodeamos de «gente «sí»» es como si nos rodeásemos de nosotros mismos. El aprendizaje no ocupa lugar, y la humildad tampoco.
Compitamos contra nosotros mismos. Cuando se compite contra los demás, es fácil hacer hincapié en ganarse la auto-mejora. Sin embargo, cuando competimos contra nosotros mismos, ambos ganamos.
Incluso los «expertos» tienen espacio para aprender. Nunca dejan de crecer.
Conozcamos nuestras limitaciones y admitamos cuando no sabemos algo.
Que nos va a ayudar a mantenernos de pies a tierra, conectados a la tierra; por lo tanto, a la realidad de nuestro día a día.
Escuchemos. Descubramos lo que otros tienen que ofrecernos, pidamos sus opiniones antes de abrir «nuestra boca» y de dar nuestra opinión. Esto demuestra que valoramos sus opiniones, así como su visión.
Nadie es perfecto. No dejemos que el éxito se nos suba a la cabeza. Seamos rápidos para disculparnos por nuestros errores.
Nunca vamos a aprender nada ni impresionar a nadie por poner excusas y desviar la culpa hacía alguien. Y un poco de humildad nos recordará que somos humanos, ni más ni menos.
Nadie es perfecto ni tiene la perfección, todos cometemos errores siempre.
Compartamos nuestro éxito. Podemos tener éxito, pero hay una buena probabilidad de que otros nos ayudaron a lo largo del camino. Encontrar formas creativas de compartir el crédito y sacar a la gente por la escalera del éxito junto a nosotros.
Recordamos nuestras raíces. Recordamos de dónde venimos y lo que hemos aprendido a lo largo del camino.
Ayudamos a los demás, por nuestros mentores. Siempre hay alguien que puede ser nuestro mentor en cualquier cosa.
Bajamos del caballo. Tratamos a todos con dignidad y respeto. Podemos tener éxito, pero eso no te hace mejor que nadie. También hemos de andar, caminar juntos, no montados siempre desde arriba.
Jactarnos todo el día de los éxitos es un gran error. Hay una diferencia entre la excitación y la jactancia. Sabemos que estamos emocionados por nuestro nuevo «juguete», pero otros pueden estar reduciendo sus necesidades básicas, seamos sensibles, ayudemos.
INTEGRIDAD
Créeme. El dinero y el éxito no pueden comprar la confianza de una persona o garantizar una buena reputación. Todo se gana a través de nuestras palabras y acompañadas de nuestras acciones. No hay nada más valioso en la vida que la integridad.
No lo habríamos de recordar, pero a veces, nos hace falta recordar las maneras y las formas, al igual que en el trabajo a la hora de ser humildes.
Muchos de nosotros venimos de orígenes humildes, ya sea por parte de familiares pasados, por nuestros comienzos, etc. Hacemos de una acción que de algo empecemos a ser nosotros mismos a través de la búsqueda del conocimiento, la integridad, el trabajo duro, y un poco de buena suerte.
Sí, la gente tiene todo el derecho a estar orgullosa del éxito que se han ganado o nos hemos ganado. Pero es importante tener éxito en perspectiva.
La simple verdad es que no todo el mundo trata el éxito de la misma forma. Algunas personas que logran el éxito siguen siendo humildes, sin olvidar quiénes son y de dónde vienen. ¿Los demás? Ah, bueno… Por lo tanto, seamos humildes. No dejemos que el éxito se nos suba a la cabeza.
«El talento se da a Dios. Sé humilde. La fama es dada. Estar agradecido. Los engaños son auto-determinados. Ten cuidado».
John Wooden
CÓMO SER HUMILDE
Bajar de nuestro caballo. Tratamos a todos con dignidad y respeto. Podemos tener éxito en un momento dado o en transcurso de un periodo, pero eso no nos hace mejores que nadie.
Ganarnos la confianza y el respeto. El dinero o un título no pueden comprar la confianza o el respeto de una persona. Esto lo ganamos con el tiempo, a través de nuestras palabras y acciones, ganarse la confianza y el respeto no es dar o implicar miedo en los demás, no es pisar a los que nos rodean, es darles confianza y respeto hacia los demás, con tiempo, nada se hace de la noche al día.
Dejamos de alimentar nuestro ego. No nos aislemos de la realidad mediante la construcción de relaciones con las personas que tienen un alto ego. Recordar que, rodearnos con toda la «gente “sí”» es igual que hablar con gente como nosotros, todos por igual.
Conozcamos nuestras limitaciones
Es importante saber lo que sabemos, y saber lo que no sabemos.
Escuchamos
Descubramos lo que otros tienen que ofrecernos y pidamos sus opiniones antes de ofrecer la nuestra. Esto nos demuestra que valoramos sus opiniones, así como su visión.
Competimos contra nosotros mismos
Cuando se compite contra los demás, es fácil hacer hincapié en ganarse a la auto-mejora. Sin embargo, cuando compites contra ti mismo, ambos ganan. Lo hemos visto en el caso del deporte, incluso los mejores atletas olímpicos se han tenido que enfrentar a sí mismos para poder ganar o batir récords mundiales.
Disculparnos por los errores
Nunca vamos a aprender nada ni impresionar a nadie por poner excusas y desviar la culpa hacia alguien que no seamos nosotros, culparnos a nosotros mismos por nuestros propios errores puede ser un buen comienzo de humildad. Un poco de humildad nos recordará que somos un ser humano.
Recordar nuestras raíces
Recordemos de dónde venimos, cómo comenzamos, cómo aprendimos, lo que hemos aprendido a lo largo del camino y lo que aún vamos aprender sea de forma individual o conjuntamente.
Luchamos por la excelencia
Cuando se convierte en un éxito, no caemos en la complacencia. Tan pronto como tenemos la pelota encima del tejado, nos arriesgamos a perder nuestra ventaja. El éxito es un viaje, no un destino. Tener éxito nos dice que hemos de seguir, aparcarlo de nuevo para empezar de nuevo, con una sólida base, la experiencia, pero no nos podemos dormir en los laureles, sino ocurre lo que decimos «torres más altas han caído».
Seamos modestos
Hay una diferencia entre la excitación y la jactancia. Un ejemplo personal: Algo que siempre he tenido un problema, ha sido a una pregunta ¿qué triunfos o logros lograste en tal sitio? y ¿cuál fue? Me paralizaba en mis respuestas, no sabía qué decir, porque aunque hubiera sido parte del éxito y se hubiera cometido gracias a la ejecución y toma de decisión mi subconsciente siempre me decía ha sido gracias a todos, no sólo por mí, aunque fuera la mano ejecutora, todos hemos participado en nuestra medida a ello. Me costó mucho asumirlo, y cuando lo asumía, el éxito no le daba ni le sigo dando importancia.
Compartamos siempre nuestro éxito
Podemos tener éxito, pero a no ser que sea un trabajo solitario, seguro que otros nos ayudaron a lo largo del camino. Encontramos las formas creativas de compartir el crédito y sacamos a la gente por la escalera del éxito, los reconocemos de forma pública dado que junto a nosotros hemos conseguido todos.
En resumen
Sí, la gente tenemos todo el derecho a estar orgullosos del éxito que hemos ganado. Pero esto no nos da el derecho de ser groseros o irrespetuosos con los demás.
LA CONCIENCIA TRANQUILA
Algunas personas obtienen una gran emoción de jactarse de sus logros o hacer alarde de sus posesiones. Están convencidos de sí mismos de que son mejores que otros. El hecho es que algunas personas permiten el éxito se les suba a la cabeza, que obtienen una satisfacción extraña a la hora de empujar a la gente de su alrededor. Desde mi punto de vista, está mal.
Por otra parte, al igual que es desagradable para los que «tienen» de menospreciar a los demás, es igualmente desdeñosa para «que no tienen» a resentir sobre los que han trabajado duro y han ganado a pulso su éxito.
Todos por igual, muchas veces ya no es sólo la falta de humildad, sino ya se trata del egoísmo, la falta de respeto, la falta sensibilización, la falta de compartir los logros, el no pisar de pies a tierra, de vivir con la frase «esto no va conmigo, mejor no mojarnos».
La verdad es que todo el dinero del mundo no te hace ser una mejor persona. Simplemente significa que tenemos más dinero. La riqueza real se logra apreciando lo que ya tenemos en la vida, y todo lo que podemos dar, pues una vez desaparece, todo lo material se queda pero la vida se va. Después de todo, el dinero no puede comprarlo todo. No puede comprar una familia muy unida, buenos amigos, la conciencia tranquila, conciliación de la vida, un hogar feliz, una segunda oportunidad en la vida, o un buen «karma», entre muchas otras cosas.
HUMILDAD, SIGNO DE FORTALEZA
Por lo tanto, no dejemos que el éxito se nos suba a la cabeza. Seamos humildes. La humildad es un signo de fortaleza, no de debilidad. Las personas con humildad poseen una paz interior. Son modestos acerca de sus logros, basados en sus valores, no tienen nada que demostrar a los demás. Están a la tierra, cómodos en su propia piel, y en un orgulloso silencio. La gente humilde cambiamos nuestro enfoque a la hora de dar y de tomar o viceversa, al hablar sobre nosotros mismos pasamos a escuchar a los demás, de acaparar el crédito para desviar el elogio a desviar el elogio hacia los demás, de ser un «know-it-all» (‘experto en todo’), a parar para saber que hay mucho más en la vida que vale la pena de aprender.
No hay ego, sin pretensión, y ciertamente ningún espíritu de juego.