DROGA
La droga dice ‘presente’ en nuestras escuelas
Ante de adéntrame en esta nota, prefiero poner a conocimiento de todos ustedes que el consumo de droga por parte de nuestros alumnos es una enfermedad, no un delito; por lo tanto, si tenemos alumnos con este problema les debemos hacer un acompañamiento desde nuestras escuelas: NO los podemos expulsar de ellas.
Prevenir es un deber de la sociedad. Los adolescentes saben los costos, saben dónde se consigue la droga: esa es una realidad que no debemos dejar pasar; porque, cada día, esto funciona como una amenaza cuya presencia está lejos disiparse. Adquirir conciencia se torna cada vez más necesario para hacer balance sobre qué tipo de juventud queremos tener para nuestros países.
FACTOR PROTECTOR
La prevención se compone de la suma
de aportaciones que cada uno puede ofrecer
La escuela debe ser como un factor protector ante el consumo de las drogas. La escuela brinda orientación, apoyo, motivación confianza, prédicas que favorecen un estilo de vida saludable. La prevención se compone de la suma de aportaciones que cada uno puede ofrecer, desde el papel que desempeñamos y desde el lugar que ocupamos: Todos tenemos algo que decir y algo que hacer y nadie puede hacerlo todo solo.
Los chicos siempre son víctimas de nosotros los adultos, porque por los adultos llegan a esta situación de infección ante el problema de la droga.
Los alumnos muchas veces a su pesar, por no tomar conciencia de lo que la droga significa le dan un carácter pretendidamente lúdico, pero este problema no es privativo de los sectores vulnerables.
El nexo vivencial de la adolescencia no debe ser juventud y droga o alcohol. Los docentes debemos generar confianza en nuestros chicos, eso es un paso para abordar un tema como la droga.
EN ESTA ETAPA DE SUS VIDAS
Hoy es más fácil comprar un cigarrillo de marihuana u otra droga que hace muchos años atrás. ¿A nadie le llama eso la atención?, nuestros chicos están anestesiados. ¿Nadie se pregunta porque cada vez hay más chicos que parecen zombis, que están flacos, sucios y muchos están sentados en nuestras aulas?
La pre-adolescencia y adolescencia son etapas de fuertes cambios físicos y psíquicos que comportan emociones diversas para los jóvenes; probar que se puede, que «somos grandes y nos sabemos todo» y «que eso a mí no me va a pasar» son premisas que los adultos tenemos que tener presentes cuando las escuchamos, estar alertas para poder ayudarlos y acompañarlos en esta etapa de sus vidas.
Los jóvenes necesitan ayuda en las condiciones que se está presentando el mundo para ellos. Vivimos en una cultura en que la droga camina, respira, come y duerme con nosotros, desde la mañana cuando tomamos el desayuno y arrancamos con algunas pociones mágicas para empezar a soportar el día, pasando por unas gotitas para pasar la comida, hasta la noche, en que ya en nuestras casas para dormir tranquilos tomamos unas pastillitas para conciliar nuestro sueño.
Que haya chicos de doce años fumando un cigarrillo de marihuana –sí cada vez más chicos– tiene como consecuencia que, cada vez, estos menores se encuentren más expuestos a delinquir, esto es, a la violencia y a la muerte –que siempre ronda–.
Ya es hora de hacer más y mejor –de verdad–; de menos relato, de menos sentencias del tipo: «y si… se droga». Y, a partir de ahí, «fin del problema, porque yo ya lo dije, lo vociferé y cumplí mi papel de adulto». El resultado de adoptar esta actitud de pasotismo es el fomento del desinterés, del desinterés por el otro. Obvio, solos no podemos, uno solo no hace nada –lo sé, no soy boba–.
Hay que hablar con la verdad, ese es el primer indicio de que las cosas pueden cambiar; nada de «pobrecito», simplemente, está enfermo: la realidad no se niega.
Detrás de cada chico que se droga no hay un número frío de estadística; hay una persona. Los narcotraficantes se empoderan, frente a ciertos sectores de nuestras comunidades, porque la venta de drogas es un poderoso recurso de subsistencia que persuade a chicos y mayores de muy escasos recursos.
Nunca es demasiado temprano para que los niños aprendan a ser responsables y a protegerse de posibles daños; pero, para eso, deben existir adultos responsables, que sepan ver la realidad y no se escondan como el avestruz.
A los papás
Mejorar la comunicación con los hijos y favorecer un uso satisfactorio del tiempo libre.
A los chicos
Busquen ayuda cuando no sepan qué hacer ante un problema, no están solos. La droga no es punto de apoyo. Siempre hay alguien que sanamente se ocupa de nosotros y nos extiende la mano. La droga golpea cada vez más seguido a las puertas de nuestros hijos, alumnos, hermanos. Ella entra no pide permiso, se presenta como un dulce beso de muerte, no pide edad, no pide condición social; entra.
La escuela sí, tiene autoridad para mejorar los conocimientos y las aptitudes de los estudiantes y para fomentar el desarrollo de valores defendibles y la vida de nuestros alumnos si vale ser defendida, en las escuelas se busca ser mejores personas y en esto esta incluida la salud.
En cuanto a las autoridades: se está yendo a un viaje de ida. No hay planificación en este tema; de eso no se habla o se habla muy poco. No es un tema de agenda educativa. La escuela debe acompañar a los alumnos que estén enfermos, que tengan problemas con las drogas, no castigarlos o expulsarlos pero tampoco debemos naturalizar que consumen droga, porque eso tampoco los ayuda.
«La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad», dijo Francisco.
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