La poética de Luis Cernuda y su concepción del poema en prosa

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Características fundamentales para entender la poética de Luis Cernuda

Octavio Paz, en “La palabra edificante” (1976), ya sentó la base para posteriores análisis exhaustivos de la poética de Cernuda, incidiendo en que es necesario partir de la homosexualidad del escritor para entender su obra, aunque esta no pueda reducirse solo a su deseo erótico (150), ya que eso conduciría al lector a un análisis parcial y simplista de su poética.

A partir de diversos estudios surgidos en el siglo XXI, entre los que destaco el ensayo de López Castro titulado “El cuerpo del amor en Luis Cernuda” (2001), y el de Adrienne L. Martín, “La poética gay de Luis Cernuda” (2007), se puede destacar, como primera característica de la poética del escritor sevillano, la presencia de un marcado homoerotismo expresado mediante la exaltación de la belleza del cuerpo juvenil masculino y el latido de un profundo deseo homosexual truncado por el contexto de la realidad.

Como Subraya Martín, el propio Cernuda destaca en el ensayo “Historial de un libro” (1958) que su inicio como escritor está estrechamente vinculado al “despertar sexual de la pubertad” (176). De hecho, se considera que La realidad y el deseo es “la primera colección dedicada al amor homoerótico en la literatura española” (Cazorla 86).

poetica de luis cernuda

Un rasgo fundamental en la poética de Cernuda es la presencia del surrealismo. Esto es debido, entre otros factores, a la admiración que despierta en él Reverdy. Dicha admiración lo conduce a elaborar poemas “con el mínimo de materia verbal” (Paz 174).  Se aprecia esta característica en uno de los temas recurrentes en Cernuda: el “mito de la infancia como paraíso perdido” (García Morilla 129). La influencia surrealista también está presente en la forma de plasmar, mediante diversas imágenes de carácter onírico, un mundo hostil que choca con el anhelo de libertad de la voz poética. Según expone López Castro:

“Para Cernuda, el movimiento surrealista fue una actitud vital que supo integrar todas las actividades del hombre y le ayudó a entender lo erótico como una realidad total” (203).

Este choque entre la realidad y el deseo que abarca toda su creación literaria enlaza con otra característica de la poética de Cernuda: europeísmo y modernidad.

La modernidad se plasma a través de la dialéctica constante entre cuerpo y alma. El amor, cuyo origen es el deseo erótico de la voz poética al que he aludido anteriormente, se convierte en el elemento catalizador para conciliar el plano de la realidad y el deseo. Pero, a medida que la producción poética de Cernuda va alcanzando una etapa de mayor madurez, el desencanto por la realidad acentúa el tema de la soledad y este se convierte en una constante de su poética, que adquiere, además, un carácter más reflexivo y metafísico.

Como muy bien ha subrayado Paz, “La soledad y el deseo es el mito del poeta moderno” (171). Y la modernidad que destaca en Cernuda está condicionada, entre otros aspectos, por el hecho de que su obra se base en el mismo principio de “subversión” (169) de valores que la sociedad considera sagrados e inmutables. De igual manera, el europeísmo “muy americano” (173) de Cernuda se refleja en su “escritura multiforme” (López Castro 200) vinculada al inconformismo que lo conduce a huir de las modas y a adoptar en su obra un enfoque aglutinador de diversos estilos y tendencias.

Desde esta perspectiva moderna y europeísta, su poética se caracterizará por un triple rechazo: Cernuda desecha los ritmos demasiado marcados, se aparta de la rima y, por influencia de la poesía inglesa, concretamente de Eliot, adopta un tono coloquial en la forma.

No obstante, bajo la recreación de ese carácter oral, se aprecia una profunda conciencia de creación poética y una densidad en sugerencias que denota un marcado carácter ecléctico. Cernuda recoge influencias de:

  • Mallarmé.
  • Baudelaire.
  • Goethe.
  • Hölderlin.
  • Garcilaso de la Vega.
  • Y Bécquer, entre otros.

Así como de la poesía bíblica y clásica, para transitar caminos estilísticos y temáticos desde una perspectiva completamente original.

Cernuda y el poema en prosa

Con respecto a sus aportaciones en el ámbito del poema en prosa, como subraya Márquez, M. A. en “El poema en prosa y el principio antimétrico” (2003), Cernuda ya elabora en 1959 un ensayo titulado “Bécquer y el poema en prosa español” en el que apunta que el origen de este género literario se remonta a determinadas traducciones realizadas en Francia (131).

Sin embargo, Aullón de Haro afirma que el género se forja en el Romanticismo.  El mismo crítico concluye en su ensayo “Teoría del poema en prosa” (2005) que “el poema en prosa, junto al ensayo y el fragmento, constituye la única entidad de género literario nuevo y de valor general producido en tiempos modernos” (22) y su origen, desde el propio nombre del género, se sustenta en la “integración de contrarios” (22) tan característica de la modernidad. Por esta razón, Utrera destaca la importancia que tuvo el Modernismo en la creación del género.

Benigno León Felipe expone, en “Características formales y modalidades de la poesía en prosa” (1999), que uno de los rasgos definitorios del género es su forma libre (33) y destaca la complejidad de su naturaleza y su condición.

Según el crítico, la primera característica parte de la consideración del poema en prosa como género “autónomo y diferente” (34). De igual manera, se ubica entre “el cuento y la poesía versolibrista” (37). Surge dentro del ámbito urbano y de él recibe una importante influencia visual que se reflejará tanto en la temática como en las descripciones impresionistas. (38).

La crítica coincide, de manera general, en que dos de sus principales características son su brevedad y autonomía. Ambos aspectos contribuyen a conferir unidad de sentido (Felipe 38). Para ello se coincide en que el inicio y el cierre deben estar perfectamente delimitados (39). En cuanto a la extensión, la crítica estima que debe oscilar entre media y tres o cuatro páginas (39).

Este principio de brevedad será compartido por el propio Cernuda. Sin embargo, el aspecto de la extensión plantea cuestionamientos sobre qué textos se inscribirían dentro del género “poema en prosa” y cuáles quedarían excluidos del mismo, ya que un texto en prosa de longitud breve no necesariamente posee carácter poético. Para responder a este planteamiento, la crítica propone la “intencionalidad del autor” (41).

En este aspecto ya incidía Cernuda (Márquez 132). No obstante, no es habitual que el autor exprese de forma explícita su intención. Por tanto, para identificar esta intencionalidad, habría que ubicarse en la “órbita del receptor” (42). Pero el carácter moderno y “polimórfico” (42) de este nuevo género dificultaría al lector el reconocimiento de las características del mismo.

En cuanto a las modalidades que puede presentar este género, se puede hablar de una doble perspectiva: un tipo de poema en prosa que Bernardt denomina “artístico” (Felipe 43) y se caracteriza por la presencia de una “organización rítmica” (43), frente a otro tipo en el que prevalece la anarquía.

Por último, Felipe concluye que los aspectos que menos controversia generan a la hora de definir las características del género son la brevedad y la “dependencia intertextual” (44) y propone las siguientes modalidades:

  • Poema en prosa puro, que es el que cumple de manera más rigurosa con las características del poema en prosa.
  • Poema en prosa discursivo, que se caracteriza por presentar mayor extensión y un carácter más intimista.
  • Poema en prosa intertextual, cuya singularidad radica en que puede formar parte de una “entidad literaria superior” ( 43).

Análisis del poema en prosa “La soledad” (Ocnos)

La soledad está en todo para ti, y todo para ti está en la soledad. Isla feliz adonde tantas veces te acogiste, compenetrado mejor con la vida y con sus designios, trayendo allá, como quien trae del mercado unas flores cuyos pétalos luego abrirán en plenitud recatada, la turbulencia que poco a poco ha de sedimentar las imágenes, las ideas.

Hay quienes en medio de la vida la perciben apresuradamente, y son los improvisadores; pero hay también quienes necesitan distanciarse de ella para verla más y mejor, y son los contempladores. El presente es demasiado brusco, no pocas veces lleno de incongruencia irónica, y conviene distanciarse de él para comprender su sorpresa y su reiteración.

Entre los otros y tú, entre el amor y tú, entre la vida y tú, está la soledad. Mas esa soledad, que de todo te separa, no te apena. ¿Por qué habría de apenarte? Cuenta hecha con todo, con la tierra, con la tradición, con los hombres, a ninguno debes tanto como a la soledad. Poco o mucho, lo que tú seas, a ella se lo debes. De niño, cuando a la noche veías el cielo, cuyas estrellas semejaban miradas amigas llenando la oscuridad de misteriosa simpatía, la vastedad de los espacios no te arredraba, sino al contrario, te suspendía en embeleso confiado. Allá entre las constelaciones brillaba la tuya, clara como el agua, luciente como el carbón que es el diamante: la constelación de la soledad, invisible para tantos, evidente y benéfica para algunos, entre los cuales has tenido la suerte de contarte. (Cernuda 97).

El texto que acabamos de leer se titula “La soledad”, es un poema en prosa y pertenece a la obra de Luis Cernuda Ocnos, escrita entre 1940 y 1941; elaborada durante el exilio en Glasgow y publicada en 1942. El tiempo y la soledad constituyen un binomio temático dentro del libro y ambos conceptos rememoran en el escritor el deseo de resucitar los recuerdos de la infancia, recreada esta como un espacio mítico al que el autor se acerca desde una mirada reflexiva y nostálgica, que dota al libro de un profundo carácter metafísico.

El propio título del poema en prosa refleja una de las obsesiones que siempre acompañó al escritor en su experiencia vital, pero también se identifica con el concepto romántico que Cernuda tiene del poeta y con el que él mismo se identifica. La soledad se convierte en el cauce idóneo para plasmar con palabras aquello que resulta invisible e ignorado por la mayoría de los seres humanos y rememora el concepto de marginalidad que el propio Cernuda asume y reivindica frente a los convencionalismos sociales.

El tema del poema en prosa es la soledad como estado de plenitud que solo puede ser apreciado por algunos seres humanos. En cuanto al resumen, la voz poética considera la soledad como un estado ideal que invade todos los aspectos de la vida y se hace presente desde la propia etapa de la infancia. Es plasmada como un don excepcional que solo puede ser apreciado por los seres que tienen la capacidad de contemplarla, pero que pasa desapercibida por los “improvisadores”, incapaces de valorarla.

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Se puede apreciar que nos encontramos ante una estructura paralela, ya que el tema se repite y amplia en los cuatro párrafos que componen el texto. En el primer párrafo la voz poética inicia un juego dialéctico con el receptor, pero también con ella misma, a través del empleo del pronombre que remite a la segunda persona gramatical: “La soledad está en todo para ti, y todo para ti está en la soledad” (Cernuda 97). En esta expresión se aprecia ya una de las claves de la poética de Cernuda: la reivindicación de su anhelo de totalidad mediante lo que después definirá como un estado contemplativo. Se presenta al lector la idea principal y, mediante el empleo de la metáfora “isla feliz” (97), se recrea ese estado de plenitud espiritual en el que “la vida”, “sus designios” y “la turbulencia” (97) encuentran “plenitud recatada”. La metáfora de las “flores” (97) alude a la belleza de la productividad de la creación artística.

En el segundo párrafo, la voz poética nos plantea las dos perspectivas desde las que puede ser interpretada la soledad: se establece una contraposición entre “improvisadores” y “contempladores”. Esta dicotomía determina dos modos de entender la vida: uno de ellos se asocia con la brusquedad del presente y el otro con un nivel contemplativo, introspectivo y metafísico. En esta parte, al igual que en el resto del poema en prosa, está presente el carácter metafórico y el lector puede interpretar cómo Cernuda reafirma la clave de su poética anticipada anteriormente. Además, en este mismo párrafo hay un guiño explícito al paso del tiempo, ya que pasado y futuro no existen para la voz poética: se destaca la reiteración del presente.

En el tercer párrafo se subraya de nuevo el juego dialéctico entre la voz poética, que se desdobla, y el lector mediante el uso de la segunda persona gramatical “tú” (Cernuda 97). De igual manera, se destaca la omnipresencia de la soledad vinculándola a la otredad, al amor y, en definitiva, a la vida misma.  De nuevo se aprecian las claves de la poética de Cernuda, ya que se plantea la necesidad de entretejer una red de núcleos temáticos presentes en toda su obra para destacar en este poema en prosa el estado desde el que se puede tener plena conciencia de cada uno de ellos. El desdoblamiento de la voz poética se hace presente mediante la interrogación retórica y el empleo del pronombre “le” (97). Concluye el párrafo volviendo al uso de la segunda persona gramatical para acentuar una vez más la importancia de la soledad en la construcción de la propia identidad del poeta: “Poco o mucho, lo que tú seas, a ella se lo debes” (97).

En el último párrafo, se hace alusión directa a la infancia y se vuelve al empleo de la segunda persona gramatical para reforzar el carácter dialéctico presente desde el inicio del texto.  La voz poética autoafirma su propia identidad desde la perspectiva poética y metafísica. Rememora el instante de su niñez en el que se veía contemplando la infinitud del universo a través de las constelaciones y compara la soledad con una de esas constelaciones al recrear los elementos que le confieren belleza: claridad, brillantez e invisibilidad para aquellos que no saben apreciar su valor. Se cierra este párrafo con dos adjetivos fundamentales para los que saben apreciar el valor de la soledad: “evidente” y “benéfica”.


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Con respecto a las conclusiones del breve comentario crítico del texto, como ya se ha señalado, la soledad se identifica con ese paraíso perdido que recuerda a la infancia del poeta y constituye también el locus amoenus desde el que la voz poética alcanza la paz que le es negada tanto por la otredad como por la brusquedad del presente.

La soledad constituye así un refugio, que se identifica con la “isla feliz”, en el que el poeta puede reconocer su identidad como auténtico creador y visionario, recogiendo la influencia de Baudelaire y Bécquer. Pero además Cernuda deja constancia del carácter totalizador de su poesía mediante la alusión directa al amor y a la vida. De igual manera plantea las claves de su poética y realiza un guiño a Fray Luis de León y a su “Oda a la vida retirada”.


N. del E.: Trabajo realizado en el Máster en estudios avanzados en Literatura española e hispanoamericana (2020-2021) en el módulo impartido por el doctor Jorge Luis Peralta. Por Ángela María Ramos Nieto.


Referencias consultadas

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  1. AA. “Homenaje a Luis Cernuda”, La caña gris 6, 7 y 8, 1962. Disponible en línea: <https://bit.ly/2MrYBSn>
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