No seria honesto proponer un modelo nuevo para la ESO si no fuera capaz de poner las imágenes adecuadas en la mente de quienes podrían hacerlo realidad.
Todo objeto capital en un modelo social crea unas dinámicas propias. El libro de texto propicia dinámicas industriales y políticas centralistas que dan poco protagonismo a la sociedad. Alguien decide cómo y con qué medios la población se formará con vistas a posicionarse en la comunidad internacional. Después están las dinámicas «micro»: septiembres, gasto familiar, elección de los textos… También bastante centralizadas en el tiempo y el espacio. Unas dinámicas que colonizan también las posibles creatividades de profesores, alumnos y padres. Los hay que se dejan y/o lo aplauden y los hay que se resisten a dejarse colonizar o al menos personalizan su colonización.
Mi hipótesis es que el modelo de Biblioteca de Aula proporciona la misma o mayor ayuda a todos los actores y permite volar mucho más. Pero habrá que justificarlo.
De entrada aclararé que la biblioteca no es el único material de este modelo. También se cuentan los cajones de murales (o materiales, otros, ver el post Libros de testo feos y baratos), cuadernos de ejercitación, etc. La diferencia es que todo el material es colectivo y diverso.
Ese material colectivo y diverso, en cuyo centro está la biblioteca, puede generar dinámicas nuevas. Veámoslas por actores.
PROFESORES. Como están implicados en su elección y compra, están obligados a famiarizarse con él y a gestionarlo (en departamento o claustro). Son las piezas con las que tejerán su discurso y los responsables de que cada final de curso los alumnos de esa aula también estén familiarizados, a su nivel, tanto como él. A mí, personalmente me daba mucha rabia tenerme que leer el libro de texto de arriba a abajo. Era de una monotonía insoportable. Los libros de divulgación han de ser sabrosos para jóvenes y gelatina para un profesor. No descartaría que muchos se enteraran de nuevos desarrollos científicos o nuevas perspectivas a través de ellos. No es mala tarea para el verano y para cualquier momento en realidad. Porque la Biblioteca se puede ir ampliando todo el año aunque se hagan mayores incorporaciones en septiembre fruto de las lecturas estivales. Todo el año se está pendiente de novedades editoriales y el centro debe reservar presupuesto para compras durante el curso.
Las lecturas de lo que se tiene pueden inspirar muchos discursos motivadores para abordar temas y enriquecer el curso sobre la marcha. Murales y cuadernos de ejercitación cubrirán momentos de trabajo individual o en pequeño grupo, aprendizajes colaborativos preparados. La lectua preparará los debates y las búsquedas. Ahí entrarán los ordenadores. Tal vez la misma lectura se hará en ordenador o tableta, eso da igual siempre que sea lectura. Y los debates y las búsquedas soportarán el trabajo definitivo de consolidación y representación (el típico «dosier» o lo que sea), individual o en grupo, el maestro ya sabe. El aula debería poderse dividir en área de trabajo y área comunal o de conferencias. En cualquiera de las dos en nuevo maestro andará mucho. Él decidirá en cual se empezará la clase siguiente. Creo que debería ser también un maestro de símbolos y señalizaciones que los alumnos se acostumbraran a leer en un lugar bien visible del aula.
ALUMNOS. Desde primaria debe írseles «profesionalizando». Se acabó estudiar el último día. Cuando entran en clase cada dia (excepto tal vez el primero) ya saben que tienen trabajo. Su agenda con el cuadernillo «de texto» adherido les informa de lo que les falta aprender antes de acabar el trimestre. Saben a quien deben ayudar y quien puede ayudarles (aparte del profesor). Una de sus tareas es llevar un control de lecturas, saber lo que no deben perderse y lo que han leído sus compañeros de grupo. Sabe de qué libros ya le informarán ellos, y decide cuáles debe leerse a pesar de todo. Sólo llegar a clase deben hojear la carpeta del grupo y la suya propia (¿el portafolio? -da igual que sea virtual- ¿qué hay? ¿qué falta? ¿què podría haber?), o bien ir al área común porque hay comunicación general.
Cuando pienso en el modelo de biblioteca no puedo evitar reconocer que los alumnos ricos podrán casi reproducir la biblioteca del año en su casa y los pobres, no. Eso no es algo que pueda solucionar la escuela. Pero no descarto que hasta en bajos niveles adquisitivos el interés por los libros aumente y muchos alumnos decidan que determinados libros quieren tenerlos ellos. Incluso después de haberlos leído en el aula o prestados por el aula.
EDITORES. No voy a repetir los cambios que ya he explicado en otros posts. Pero es notorio que a las editoriales les cambiaría el ritmo. Su trabajo no sería ya cómo reorganizar siempre lo mismo o buscar un enfoque más vendible. Sería ofrecer TODA la cultura y TODAS las perspectivas y visiones de las maneras más creativas. A través de autores nuevos y de fichar comunicadores y expertos (en ciencia y artes, no en márqueting). Se necesitarán muchos más autores, no creo que eso represente mayor gasto sino una reformulación del gasto. Y más autores significa más cultura y más puntos de vista. También más dibujantes, ilustradores e infógrafos para los murales de trabajo (recuerden, pinturas, fotos, mapas, gráficos, documentos, con su aparato crítico y propuestas de ejercitación) y diseñadores (gráficos y pedagógicos). Y cambiaría, por supuesto, su relación con las administraciones.
ADMINISTRACIONES. Su papel es que la escuela vaya bien, no administrar la cultura. Puede dar orientaciones sobre lo que no se debería negligir, pero de ahí a programar a Hernán Cortés… (no me puedo olvidar de la inefable Esperanza, 1996-1999, ¿recuerdan?). Por supuesto que la Administración debe procurar formación permanente del profesorado, pero no veo por qué la industria no pueda colaborar en ello con un marco legislado. Especialmente cuando un nuevo libro escolar crea un marco nuevo de cultura para la escuela. Por ejemplo, editoriales que organizan conferencias de sus autores invitando a profesores y alumnos (¿no sería eso formación?). O editoriales que se mancomunan para organizar simposios o congresos locales (abiertos a alumnos, ¿por qué no?). Nuevos modelos abren las dinámicas a la imaginación
SOCIEDAD. Suelo entender las familias, pero no solamente. Intelectuales, profesionales locales, ex-alumnos, ex-padres… ¿Quién no estará interesado en las escuelas cuando se conviertan en centros de cultura y formación desburocratizados (o mínimamente e invisiblemente burocratizados)? Un centro así, debería poder contar con todo el talento del barrio. Los alumnos agracecen buenos conferenciantes de vez en cuando. ¿A qué persona educada de un barrio no le caería la baba ante una buena generación entrante? ¿A quién no le encanta que le hagan preguntas «de lo suyo»? Pero hay más.
Un nuevo modelo de escuela también puede crear un nuevo modelo de padre o madre. El que acompaña a su hijo a la librería o el que se interesa por los libros que lee su hijo y que explican las cosas como a él no se las explicaba su libro de texto o su profesor. El que acepta sugerencias de lectura de su hijo o el que es capaz de sugerirle lecturas, respetando siempre al profesor. El que se aviene a colaborar a que las aulas del centro permanezcan abiertas como bibliotecas fuera del horario. El que participa con el claustro (siempre a invitación de éste y nunca compitiendo) en la formación de la biblioteca. El que desea estar en el consejo escolar, aunque sea como oyente, para participar en los debates sobre la cultura que se ve en su escuela. Hasta el inspector pasa más por las escuelas y opina constructivamente sobre sus bibliotecas además de tomarse un café. En fin, no podría agotar las posibilidades.
Pero, ¿cómo llegar a ello? Hay que trazar un camino.