LOS VALORES ÉTICOS ROMANOS EN LAS AULAS HOSPITALARIAS

/

Animus hominis quicquid sibi imperat, obtinet

El ánimo del hombre puede obtener cualquier cosa  que se proponga

Plauto, Rudens, 403

La cultura clásica, sin duda, impregna todavía no solo nuestra lengua y la de gran parte de las lenguas europeas, sino también nuestra forma de pensar, de vivir y de ser, convirtiéndose en  una de las principales matrices occidentales.   Su cultura,  sociedad,  política y su derecho romano, construidos con diversos elementos, destacando sobre todo el griego, desarrollaron la unidad posterior que llamaremos Occidente.

Su huella puede apreciarse en muchas facetas, pues no en vano fueron los griegos y los romanos grandes maestros acerca del hombre, y del hombre en sociedad y no se pueden entender los valores morales sin buscar su fundamento en la sabiduría antigua. Por tanto, la huella del mundo romano en la cultura occidental puede apreciarse en multitud de facetas: hemos heredado la lengua, la literatura, ciertas instituciones, costumbres y, sobre todo, la manera de ver e interpretar el mundo hasta el punto de que somos los verdaderos herederos y sucesores de los romanos.

Y esto, sin lugar a dudas, es porque compartimos muchos de los valores que aquellos hombres tuvieron. Algunos de ellos tienen que ver con la reflexión, otros están volcados con la acción y otros están relacionados con el dominio personal y el autocontrol.

VIRTUS

Ilustración de Laura Cerdán

Por tanto, existen en el mundo romano cualidades como el impulso que hace el hombre al enfrentarse a los peligros y las vicisitudes sin quedarse inactivo y abatido ante los mismos. Los romanos lo llamaban virtus y tal importancia tiene este valor que termina designando las cualidades propias del hombre, sobre todo, en plural, virtutes.

Etimológicamente  designa la situación o cualidad del vir, es decir, ‘hombre cabal’y, en consecuencia, el héroe, el guerrero por excelencia; de modo que la virtus donde mejor se ve plasmada es en el campo de actuación militar.

Virtus se caracteriza por el valor que permite enfrentarse a los peligros,  y que debe estar guiado por los imperativos de la razón porque, si no, se convierte en temeritas; además, se relaciona con labor, pues para superar los peligros se requiere esfuerzo. Del hombre que posee la virtus se dice que es fortisestrenuas. Virtuoso y laborioso’ es el famoso Hércules, que llevó a cabo doce temerarias empresas, ordenadas por Euristeo. Virtuosa fue Penélope eludiendo todas las pretensiones de sus pretendientes, a la espera del regreso de su amado esposo Ulises.

HUMANITAS

Ilustración de Laura Cerdán

A estos hay que añadir aquellos principios que rigen el comportamiento con los demás tales como la pietas. Esta implica el reconocimiento de deberes que nos vienen impuestos y consiste en el cumplimiento de los deberes con la familia y amigos, tanto de padres a hijos, como de hijos a padres.

Se es pius respecto de los dioses, se es pius respecto de los padres, los mayores, los hijos y los amigos, respecto a la patria y a los bienhechores y respecto a todo lo que puede provocar el respeto y quizás el afecto, si se reconocen sus derechos sobre uno y se cumple el con el deber en conformidad con ellos.

Pius fue Eneas cumpliendo los deseos de los dioses abandonando a Dido. Las exigencias de pietas y de officum (‘deber y servicios’) constituyen por sí solas un voluminoso código no escrito, de sentimientos y conducta que estaba más allá de la ley.

También conviene detenerse en la etimología de la palabra humanitas: homo y humanus. En un sentido etimológico es ‘lo que caracteriza al ser humano’, implica trato benévolo y compasivo con los demás, capacidad de comprensión y benevolencia y supone para el romano el cumplimiento de los deberes que se tienen con familiares, conocidos y amigos. Humanos fueron los esposos Decaulión y Pirra que, cuando Júpiter y Mercurio, tomando forma humana, recorrieron la Frigia y fueron rechazados por todos, los esposos fueron quienes les ofrecieron una cariñosa acogida y un techo hospitalario.

Humanitas,

‘lo que caracteriza al ser humano’

Uno de los derechos del niño hospitalizado es el recibir una formación adaptada a su edad, su desarrollo mental, su estado afectivo y psicológico con respecto al conjunto del tratamiento médico garantizando su continuidad en el proceso educativo. Las denominadas aulas hospitalarias (aulas que se ubican en todos los grandes hospitales que atienden a población infantil y juvenil) se esfuerzan en hacer real este objetivo. Así,  el Equipo de Atención Educativa Hospitalaria y Domiciliaria de la Región de Murcia (España) intenta cubrir, en sus hospitales de referencia, las necesidades de niños y niñas hospitalizados que requieren atención educativa.  Dicha respuesta contempla tanto las necesidades educativas relacionadas con aspectos curriculares, como las necesidades de tipo afectivo-personal.

Para la consecución de estos objetivos se desarrollan programas lúdico-educativos de manera complementaria y paralela al devenir del proceso educativo, que ayudan a dinamizar. Con uno de ellos, La Caja de Pandora, los niños conocen las historias mitológicas grecorromanas, se promueve el desarrollo emocional y los valores que ya guiaban la vida del romano y que se mantienen vivos en todos nosotros.

LA CAJA DE PANDORA

Ilustración de Laura Cerdán

De hecho, desde pequeños hemos devorado cómics, atraídos por esos héroes con trajes espectaculares y con poderes especiales, dispuestos a salvar al mundo de una catástrofe, por la necesidad del ser humano de pensar que alguien especial  luchará contra el mal. Pero no cabe duda de que siempre han existido héroes, como Perseo que acabó cortándole la cabeza a Medusa, pues convertía en piedra a todo aquel que la mirara, y que sobre su caballo Pegaso fue a rescatar a la princesa Andrómeda.

Están vivos. Nos saludan y nos vigilan. Todos proporcionan temor, inquietud y felicidad. Tienen el  poder de la fantasía y de las emociones humanas.

Nos enseñan valores que son los ‘elementos esenciales que determinan el curso de nuestra vida’, nos acompañan y dan fuerza en momentos difíciles y nos ayudan a convertirnos en mejores seres humanos.


Bibliografía

Alberich, J. (1989): Griegos y romanos. Alhambra, Madrid.

Carbonell, J. (1988): Griegos y Romanos. Biblioteca de Recursos Didácticos Alhambra, Madrid.

Carcopino, J. (1993): La vida cotidiana en Roma. Ariel, Madrid.

Mangas, J. (1985): «Vida cotidiana en Roma ( I, II )». En Historia 16, Madrid.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario