LOS SENTIDOS DE LA DIVERSIDAD

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Me acojo al espejo de la naturaleza porque es la que nos acoge, nos protege y nos hace ser también parte de ella, si bien la hemos descuidado y maltratado tanto que las próximas generaciones deberán afrontar retos de los que desconocemos el abasto que pueden alcanzar, a pesar de los reiterados avisos de la comunidad científica desde hace más de cinco décadas.

Un ecosistema cuanto más diverso más riqueza supone y, sobre todo, asegura más la estabilidad de su propio medio. Y en lo personal y lo social esto también aplica.

Efectivamente, cuanta más capacidad tenemos de abrazar la diversidad, también contaremos con más herramientas para poder desarrollar y desplegar nuestras habilidades personales y sociales para cualquier ámbito de nuestra vida.

ABRAZO DE LA DIVERSIDAD

Repertorio de sentidos y valores

Propongo un pequeño repertorio de los sentidos y valores que acompañan y conforman, a la vez, el abrazo de la diversidad:

El sentido del humor

Cuanta más diversidad somos capaces de percibir más capacidad de relativizar y de reírnos de nosotros mismos y del resto desde una perspectiva amplia, porque el humor puede ser tan universal como cultural. Pero lo que está claro es que la risa y la sonrisa abierta y sincera es lo que más acorta la distancia entre las personas además de ser un gran relajante natural.

El sentido de la inclusión

Cuando somos capaces de darle valor a la diversidad podemos intercambiar más, enriquecernos los unos de los otros e incluir aquellas diferencias que somos conscientes que tenemos pero que, a su vez, nos permiten reconocer y llevar a cabo procesos de inclusión que salen mucho más a cuenta que segregaciones sociales que la historia nos ha demostrado que dañan a cualquier sociedad.

El sentido de la escucha activa

Es uno de los pilares de todo el resto de los sentidos. La escucha activa requiere de presencia, de saber reconocer los prejuicios propios como los ajenos, un proceso que supone grandes aprendizajes porque nos abre a lo que es y no solo a lo que queremos que sea o debiera ser. La escucha activa es un ejercicio de atención que va más allá de los propios gustos y que nos abre a nuevas experiencias y a ejercitar nuestras capacidades más allá de nuestros intereses para encontrar otros nuevos o intercambiar pareceres e incluso nos lleva a sinergias que a veces no somos ni capaces de imaginar. Porque al andar nos encontramos con cosas inesperadas que, si sabemos escucharlas, pueden llevarnos a ampliar nuestros horizontes.

El sentido de la curiosidad

Solo desde la curiosidad podemos adentrarnos en aprendizajes conscientes que amplíen nuestra capacidad de apropiarnos de la riqueza que nos ofrece la diversidad, de desarrollar un espíritu crítico y plantearnos nuevas preguntas ante los desafíos que nos propone las dificultades asociadas a la diversidad. Sin curiosidad no hay tampoco desarrollo de la creatividad, una habilidad cada vez más demandada a nivel profesional y muy necesaria en la vida en general.

El sentido de la tolerancia

La diversidad no es acogida por todo el mundo porque como seres gregarios y eso hace que tendamos a temer la diferencia. Sin embargo, desarrollar la tolerancia es un ejercicio que debería entenderse como un activo de cualquier sociedad. La intolerancia cuesta mucho más en términos sociales, pero también en términos económicos. Las sociedades donde la intolerancia crece están asociadas a contextos de crisis y no es por casualidad. Sin embargo, también es en los contextos donde ha habido más intercambio cultural que han emergido los periodos más prolíficos de muchas sociedades.

El sentido pragmático

Ir en contra de la diversidad no es muy pragmático por la sencilla razón que comporta una escalada de conflictos que sale mucho más caro que aprender a sacarle partido a la diversidad.

El sentido relacional

Comprender la diversidad, estudiar lo que nos es ajeno nos invita también a relacionarnos de modos distintos, la interculturalidad ya sea dentro de la propia sociedad como con otras culturas nos abre a experiencias relacionales distintas que nos hacen crecer como personas de forma especial porque nos sitúan en otro prisma relacional. Cuando, por ejemplo, se hacen intercambios estudiantiles las personas suelen descubrir facetas de sí mismas que no habían sentido hasta el momento porque, simplemente, las relaciones que tienen no tienen nada que ver con las coordenadas culturales y emocionales a las que se está acostumbrado. Y esto abre tanto las mentes como los propios horizontes.

El sentido común

Abrirse a lo diverso es aceptar la alteridad de los seres humanos, es reconocer distintas naturalezas humanas dentro de la propia gran familia humana. Cuando somos capaces de reconocernos en la diferencia también somos capaces de reconocer aquello que tenemos en común. Hacer este ejercicio nos permite alejarnos de prejuicios fáciles y de estereotipos falseados por intereses que poco tienen que ver con el sentido común, aunque, reconozcámoslo, a veces, suele ser el menos común de los sentidos. Es por ello que conviene ejercitarlo… porque a todos nos conviene.

Las consecuencias del abrazo a la diversidad son obvias: se desarrollan habilidades sociales y personales como la agilidad mental y el espíritu crítico, se aprende a relativizar y a la vez a generar un criterio más contrastado y, además, se contribuye al bienestar social. El valor añadido de la diversidad, como hemos visto es amplio.

Quien niega la diversidad niega la vida

Del mismo modo que en la naturaleza cada vez que se pierde una especie perdemos oportunidades, si negamos la diversidad humana tendemos a la negación del otro que es tan ser humano como nosotros mismos. Educarnos en la diversidad no solo es un activo, sino una forma de enriquecimiento único que nos hace más humanos y nos acerca más a la realidad de nuestras propias naturalezas: tanto la que nos sostiene de pie como la que nos rodea y nos da la vida. Y conviene que cuidemos a las dos si queremos que las generaciones futuras vivan decentemente.

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