Lideres para el cambio o jefes para la perpetuación. La respuesta, depende de todos nosotros.
Su despacho no representa los principios del feng-shui ni entra en los cánones del zen. Varias pilas de papeles se amontonan en su mesa, al otro lado del portátil; también, unos folletos, una pelota, un bote de bolígrafos en los que la mayoría son de publicidad.
La silla giratoria gime cuando se desliza hacia el mueble auxiliar y echa mano a la impresora, de donde sale un folio con la organización de la semana de orientación.
Líderes para el cambio o jefes,
Tiempo de soñar
Mikel Alvira
Respira y sonríe. Apila unas carpetas y reordena una montaña de exámenes. En diez minutos tocará el timbre y tendrá que recorrer el pasillo de Administración para enfilar las escaleras hasta el aula donde se olvidará que es la directora porque pasará a ser profesora.
No domina la terminología de los consultores ni ha publicado libros sobre liderazgo, no tiene dos másteres en gestión de recursos humanos ni mantiene un blog sobre team-building, pero es líder.
Es líder en su centro y eso se nota. Es líder y se le ve en el brillo en los ojos cuando habla del proyecto educativo del colegio, cuando escucha desde la empatía al profesorado y le anima en lugar de fiscalizar su trabajo, cuando aporta sus ideas sin imponerlas, cuando hace de lo colectivo un valor superior al logro personal.
Es líder y se le nota también en el patio, cuando se junta a un grupo o a otro para conversar, porque sabe que, para ejercer su liderazgo, no puede estar recluida en su despacho.
Es líder y se le ve en el brillo en los ojos
DEL LADO DE LAS PERSONAS
- Optó por seguir dando clases, convencida de que alejarse del aula era alejarse de la realidad cotidiana.
- Optó por estar del lado de las personas a las que debía liderar, artífices últimos de que el éxito llegue al alumnado.
- Optó asimismo por reunirse con los coordinadores de cada etapa, con los responsables de área, con las familias, con los no-docentes, convencida de que escuchar es el primer paso para un liderazgo efectivo, pero sin caer en la reunionitis, cáncer de tantas organizaciones.
- Optó, cuando aceptó su cargo, por buscar de igual modo momentos no-formales para construir equipo.
- Optó por formarse en liderazgo, en dinámica de grupo, en trabajo en equipo, en inteligencia emocional, a sabiendas de que la pedagogía es buena pero no suficiente para llevar el rumbo de un colegio porque un colegio, a fin de cuentas, es una empresa.
Optó, en definitiva, por ser líder
y no solo directora
Sin liderazgo, el cambio de paradigma está huérfano. Es desde el liderazgo desde donde pueden llevarse a cabo la tarea de reinterpretar lo educativo y de alentar al profesorado. Solo con líderes capaces, positivos, asertivos y generosos los centros educativos se adaptan a los nuevos tiempos. ¿O es que la escuela ha de ser distinta a otra organización?
El líder aprende y fomenta el aprendizaje, reconoce, cree en las personas y es equitativo. El jefe, por el contrario, gestiona; seguramente bien, con eficacia y con eficiencia, con justicia y con laboriosidad, pero solo gestiona. El líder, sin embargo, suma a todo eso su propia actitud, que es, en definitiva, lo que va a mover el colegio.
Reunionitis 1. f. Med. Cáncer de las organizaciones.
CON LÍDERES PARA EL CAMBIO, SE CONSTRUIRÁ
Para que un proyecto educativo triunfe, hay que apoyarse en el liderazgo. Sin líderes para el cambio, el colegio se gestionará, pero no se avanzará; con líderes para el cambio, habrá más o menos recursos, pero el estilo, la atmósfera de trabajo, será otra. Solo con jefes, se trabajará; con líderes para el cambio, se construirá.
Un liderazgo que empieza en el equipo directivo, pues son los primeros líderes de la organización y, por tanto, referentes y modelo en todo momento, soñadores aunque no ilusos, entusiastas, capaces de comunicar, emocionar y acompañar.
Un liderazgo que ha de darse también en los coordinadores y responsables de área, y, sin duda, en el profesor, que ha de ser capaz de liderar un grupo de alumnos para, como hace todo líder, sacar lo mejor de ellos, desde lo humano, desde el optimismo, desde la paciencia y la fe en las capacidades individuales.
¿Utopía? ¿Temeridad? ¿Palabrería? O, mejor, humildad y manos a la obra. Para ello, hay que empezar por aceptar que los tiempos han cambiado, que los referentes a nuestros alumnos han de ser otros y, como consecuencia, también nuestros organigramas y la actitud con la que desempeñamos nuestra actividad.
Comprender que solo tendrán éxito las empresas que apuestan por el liderazgo como tractor de acciones, sabiendo que el resto simplemente sobrevivirá por pura rutina.
Implementar canales de comunicación y participación, reales, efectivos, accesibles y de ida y vuelta. Apoyar el progreso personal y profesional del profesorado.
Favorecer las iniciativas de la organización que ayuden a desarrollar el proyecto educativo, dando por hecho que éste se tiene no solo en papel sino en el ADN del colegio, que se revisa, y, por qué no, se actualiza para adecuarlo a las demandas del siglo XXI.
¿Un reto? Sí, claro. Claro que es un reto pensar y actuar así.
Porque sin retos, un colegio, como la vida,
es mera inercia