LAS BICICLETAS SON PARA EL VERANO

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Las bicicletas

son para el verano

Lo sabemos, tiempos locos, tiempos de incertidumbre en los que la liquidez, la  prisa… son determinantes. Vivimos en una vorágine en la que apenas hay margen para dedicarse a lo que es realmente trascendente.

Parafraseando a Mafalda,

lo urgente quita tiempo a lo importante

Y, en estas, nos sorprenden las vacaciones estivales, regalándonos un tiempo de relajo, una burbuja de oxígeno para las mentes y los espíritus fatigados por la rutina escolar.

Son una merced en estos tiempos en los que la escuela, por supuesto, se ha visto impactada de lleno por esa liquidez, reflejada, entre otras, en forma de burocratización, la «necesidad» apremiante de tener todo «en papeles» por si acaso, algún día, nos los pidieran…

Es una cuestión que trasciende el aula, que afecta a la propia organización escolar y que repercute de lleno en todos los agentes implicados en el proceso de escolarización: alumnado, profesorado y familias.

En este sentido, y retomando el hilo de las vacaciones, debemos decir que las familias, para poder responder a la dimensión temporal del verano, deben hacer verdaderos esfuerzos para encajar todas las piezas del complejo puzzle de la conciliación familiar; el alumnado, en función de su contexto socioeconómico y de las diversas ocupaciones que este pueda ocasionarle, puede ver sus necesidades de aprendizaje o de crecimiento personal satisfechas; el profesorado, a grandes rasgos, se encuentra con un tiempo muy valioso que invierte, en muchas ocasiones y para asombro de demasiados, en su propia formación para ser mejores profesionales en el aula…

Rotundos aprendizajes

Pero los tiros, en esta ocasión, no van por donde el lector pueda imaginar: mi objetivo de hoy es poner en valor la aspiración de que de la misma manera que el tiempo pausado del verano inunda nuestro día a día, inunde también nuestras aulas.

Que los centros escolares se despojen de cualquier artificio y se pongan como meta,  en el cercano horizonte del próximo curso, los rotundos aprendizajes que todo buen verano nos proporciona:

1

Abrir caminos que puedan ser fuente de conocimiento y que no siempre han que acabar en un control exhaustivo de la materia, sino simplemente concedernos el gusto de curiosear, de olfatear temáticas.

2

«Perder» el tiempo en lecturas que nos hagan más libres, que nos sirvan para consolidar el lenguaje y para ser personas más críticas.

3

«Perder» el tiempo en redactar historias que se identifiquen con nuestros anhelos, para, desde ahí, dar el salto a textos escritos más formales.

4

Bucear a fondo en temáticas que realmente nos gustan, profundizar e INVESTIGAR sobre los campos del conocimiento que enlacen con nuestro perfil de inteligencias.

5

Ser creativos, dar rienda suelta a todo el poder de autoafirmación personal que puede realizarse siempre desde el arte.

6

Tomarse tiempo para estrechar lazos, para conocer a las personas e identificarlas por lo que realmente les gusta, detectando fortalezas y debilidades.

7

Buscar momentos para conocer y explorar conceptos de la propia vida adulta que normalmente pasan desapercibidos, (tales como aprender a cocinar en compañía de la familia, aprender a realizar las tareas domésticas que todo adulto debe siempre ejercer para su propio desarrollo personal…)

Desafortunadamente, son muchos los alumnos con calificaciones brillantes que salen de los centros con un alto nivel de dependencia con respecto a la institución familiar a la hora de valerse por sí mismos

8

Y un largo etcétera que cada cual puede ir completando y asumiendo en función de lo que piense que pueda ser más feraz para los suyos.

El rodillo curricular, sobre el que ya escribiremos en otra ocasión, es el tótem por el cual sacrificar lo trascendente de los aprendizajes que toda persona debe asumir de cara a la vida adulta.

En el marco del sistema educativo actual pocas personas son las que se atreven a escoger alternativas de aprendizaje que no que no giren en torno a la enseñanza transmisiva, que castra sobremanera el potencial personal con que todas las personas están dotadas.

Por todo ello, brindamos desde esta humilde atalaya por los que han decidido prolongar su viaje en bicicleta más allá del tiempo estival.

Celebramos su buen gusto y

el éxito garantizado de su desempeño

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