LA TRANSICIÓN

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No se puede tirar el libro de texto por la borda, sin más, de hoy para mañana. Hay que preparar el terreno. Pero voy a ir por partes.

¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ?

Empecé mi proyecto actual viniendo de una experiencia en que la biblioteca escolar me parecía insuficiente o inadecuada. Cierto tipo de libros que hubieran sido necesarios para trabajos de los alumnos no se editaban o se editaban poquísimo o los que se editaban me parecían inadecuados.

De la injusta acusación de «Sólo saben hacer refritos o copiar descaradamente», pasé a «Los estamos maltratando culturalmente». ¿Qué libros hay en el mercado que hagan posible a un joven formarse una idea propia de algo mínimamente complejo y darle alguna base para debatir con el profesor? ¿Qué libros hay con los que pueda entenderse y evitar los «refritos» o las «copias descaradas»?

Tal vez saqué la conclusión exagerada de que la respuesta está en el libro. El libro simplemente. Libro de divulgación, de ensayo, adaptación literaria o antología, sistemáticamente producido y sistemáticamente mejorado para constituir un auténtico paradigma. Algo nuevo que cree dinámicas nuevas en una franja de edad bastante olvidada. Secciones nuevas para jóvenes en todas las librerías. Bibliotecas nutridas en cada aula. Nuevas dinámicas de trabajo escolar con nueva arquitectura de aula. Nueva manera de relacionarse profesores, alumnos, claustros, inspectores, padres, administraciones, editores. Y justo ahora en que la Galaxia Gutenberg parece ir pasando a mejor vida.

Ahora que el libro de texto pugna por mantenerse junto a una informe panoplia de los llamados «recursos», principalmente digitales, aparece un tipo que empieza a defender libros pequeños. !Absurdo! ¿No? Tal vez no tanto. Porque, ¿qué es un libro? y ¿qué es un recurso?

RECURSOS

La inmensa mayoría de lo que llamamos recursos lo veo como material puntual para resolver algo que preocupa al profesor en un momento determinado. Un material ad hoc. Son tantos los requerimientos de los currículos y tantas sus materializaciones que los recursos han de ser ilimitados. Y está bien. Pero lo interesante aquí, creo, es que el recurso suele partir sólo de una necesidad del profesor. Se hace pensando en él, aunque se optimice para uso del alumno. Pero no es un recurso del alumno, a menudo.

Sin embargo un libro, siendo un recurso, un material, es casi un sujeto en sí mismo. Algo que puede elegirse, tanto por parte del maestro como del alumno. Está en su lugar para seducir, no para ser seguido. Y cuidado, no estoy diciendo que la enseñanza sea el libro. Ahora y en el año 3.000 harán falta tutoriales, ejercicios, tests… recursos en general. Pero los veo como actores secundarios. Los libros son los personajes. Porque en cada libro hay un maestro dándose a sí mismo (profesor como maestro de maestros). Y como sujeto se le puede discutir e incluso rebatir. ¿Qué profesor no estaría orgulloso de un alumno capaz de rebatir brillantemente un libro o alguno de sus postulados?

Algo parecido pasa con los murales o materiales singulares a los que me refería en otra parte. Un mapa, un gráfico, una infografía ya no son sujetos aunque sí lo es una pintura. Pero son cosas singulares con las que se puede también dialogar. Antes estaban en una colección de recursos sin relieve llamada libro de texto.

Incluso si los recursos sirven para que los alumnos se movilicen e investiguen por su cuenta, ¿no son acaso elegidos para que lleven por un camino determinado, el que prefigura el profesor? Eso no está mal en el caso de las ciencias duras. Pero de la Bioquímica para arriba el mundo se vuelve lo suficientemente opinable como para permitir a los alumnos que viajen un poco por su cuenta y conozcan auténticos personajes. Eso les encantaría. Un libro es una compañía, una perspectiva, una visión, un consejo. Un mapa, una babel de posibilidades y  fuente de deducciones. Una pintura es alguien que en un momento miró y vio y se puso a sí mismo. Un gráfico es un mojón, un indicador en un camino, algo pasa allí. Un documento puede ser un mensaje en una botella. Son metáforas, no intento convertir una clase en un juego de buscar el tesoro. Pero tal vez toda la vida humana sea eso: «buscar» y «tesoro».

LO DIGITAL NO ES LO NUEVO

Como decían en una serie de televisión La verdad está ahí fuera. Pero no podemos pasarnos todo el día en la calle ni de viaje. De alguna manera el mundo ha de tener una pequeña representación en el aula. Si suponemos que cada aula es una etapa del camino, entre todas las aulas han de tener todo el mundo. Y el mundo está poblado de personas y de objetos singulares, o sea, libros y cosas en la representación. Nadie renuncia a los recursos ad hoc, pues los propósitos principales (primeros) han de ser los del maestro. Seguirá habiendo tutoriales, esquemas, metáforas animadas… No hablo de tecnologías porque, para mí, han estado ahí todo el rato. Hace cinco años que leo libros electrónicos y los veo casi igual. No me cambia la cosa en sí. Que una nota se tome en papel y con lápiz o que las fichas se ordenen con un tap es cuestión de rapidez y comodidad. Y si todas las bibliotecas y todos los murales están en un servidor… pues cada cual sabrá lo que le es más útil, cómodo y barato. Sin embargo creo que decir que todo está ya en internet es muy opinable. Que ahí está la representación del mundo más grande posible, es cierto. Que ahí hay un mundo nuevo que antes no había, es cierto. Pero creo que las personas necesitamos ámbitos limitados que son los nuestros y que nosotros podemos hacer crecer. Y eso es lo que está en nuestra aula o en nuestro servidor. Con nuestro bagaje podemos salir al mundo o a los mundos (internet es uno).

EL PROYECTO

He dado un largo rodeo y vuelvo a casa. Pongamos que aún uso el libro de texto, pero como los libros de divulgación juvenil (los que yo querría) no existen, pensé en hacer una muestra. Algo con lo que los alumnos, a los que examinaré según el libro de texto, puedan hacer un pinito de trabajo que no sea un refrito. Algo que entiendan, que les abra un poco de mundo con palabras y a partir de lo que puedan discutir consigo mismos y con los demás. O como mínimo comentar. E hice dos bibliografías. Una sobre la Prehistoria y otra sobre la Edad Moderna (pueden descargarse esos libros, 24 en total, de mi blog para la Biblioteca de la Prehistòriapara la Biblioteca de l’Edat Moderna, pero de momento en catalán aunque haré por irlos traduciendo al castellano e incluyéndolos allí). Bibliografías puntuales (de un solo autor o de varios) para constituir una transición. Abundancia parcial previa a la totalidad de la Biblioteca de Aula.

Mi trabajo sería presentarlas a los alumnos y convencerles de que ambas cuestiones (la Prehistoria y la Edad Moderna) están aún en su ser y que vale la pena leer sobre ello. Que pueden estudiar lo que dice el libro de texto o investigar por su cuenta con libros e irlo hablando. Tal vez al final podamos escribir entre todos sendos libros de texto de esos temas. Después, sabiendo más, internet cunde. És inútil irles volviendo el rostro para que miren obligada y secuencialmente el Renacimiento, la Reforma, el Absolutismo…, por ejemplo. Si esos conceptos són algo, que los descubran y querrán hablar de ellos. ¿El orden? Ya se pondrá. Aprender consiste en ir poniendo orden y significado en lo que se ve, en ponerle al campo las puertas más adecuadas. Tal vez no esté mal ejercitarse poniendo nosotros algunas o dando por buenas, nosotros, las que ya hay.

Con bibliotecas parciales tal vez vayamos descubriendo el placer de buscar y encontrar y algún día podamos prescindir totalmente del libro de texto cuando los editores escolares estén preparados para darnos el mundo en libros y puedan dejar de tener que meterlo todo en uno, colección de recursos al fin y al cabo.

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