LA TECNOLOGÍA: NUEVA RELIGIÓN

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“Hemos dejado de creer en Dios para creer en cualquier cosa” Chesterton.

“Lo último, lo más nuevo es la tecnología, y la tecnología se hizo verbo, y en el verbo estaba dios, y el verbo se hizo dios. Y habitó entre nosotros, formó parte de nosotros. Vimos su gloria, llena de gracia y de verdad. Lo que hemos oído, lo que hemos visto y contemplado con sus ojos, lo que hemos “palpado” con sus prótesis, son la vida…” (Paráfrasis libre del  Evangelio de Juan 1,14)

La  reciente muerte del escritor uruguayo Eduardo Galeano, nos suscita este post, que no pretende ser apocalíptico, pero que invita a cuestionar y remover algunas verdades y certezas, larvadas o explícitas, en el sinfín de máscaras y espejismos que ocupa el “hábitat digital”.

“Jamás la tecnología de las comunicaciones estuvo perfeccionada; y sin embargo, nuestro mundo se parece cada día más a un reino de mudos. La propiedad de los medios masivos se concentra más y más en pocas manos; los medios dominantes están controlados por un  puñado de poderosos que tienen el poder para dirigirse al mayor número de ciudadanos a través del planeta. Nunca antes tantos hombres fueron mantenidos en la incomunicación por un  grupo pequeño” Eduardo Galeano.

Hace treinta años Eco escribió su célebre “Apocalípticos e integrados”, que hasta ahora ha tenido múltiples escuelas, seguidores e interpretaciones. El determinismo tecnológico hunde sus viejas raíces en los relatos populares, que describen el sometimiento del individuo a los instrumentos mecánicos. Como expresa Kanz Claudio visible en Frankenstein y en la “rebelión de las máquinas” de Erewhon, donde se plantea nítidamente el problema del auto-direccionamiento de la tecnología y del sometimiento de la sociedad a este mandato. También atribuido a  otros y diversos autores ( K. Marx, M. Heidegger, J. Ellul, M. McLuhan, N. Postman). Un discurso de sólida base filosófica que enfatiza la lógica interna de la tecnología.

En cambio, en el determinismo social, los historiadores sostienen que la tecnología determina el curso de la historia. El determinismo tecnológico privilegia la causalidad tecnológica: los cambios tecnológicos determinan cambios sociales.  El determinismo social privilegia la causalidad social: los cambios tecnológicos son explicados mediante causas sociales.

Como señalamos en tecno-utopía, humanismo y educación humanizar la tecnología,  el escenario tecno-utópico ofrece un escaparate lleno de usos y gratificaciones, promesas y recompensas. La fascinación de la tecnología nubla la visión y dota de una particular miopía la responsabilidad de la educación. ¿Quién no ha experimentado esta atracción con el nuevo smartphone, tableta, o dispositivo móvil? Los intereses de la industria, el vértigo de la gratificación inmediata, la firme convicción de que lo “nuevo es lo bueno”; el deseo de estar ahí, la ansiedad del “por si acaso”, el confundir “ser, con ser visto”, son algunos de los espejismos de esta tecno-utopía.

Gurús (si se nos permite el término) de la virtualidad como Sherry Turkle también alertan de diferentes riesgos. Genera un entorno ambiental en todas y cada una de las “presencias” de la virtualidad, y entreteje una red de interacciones que construye un nuevo cuerpo sin materia, y un nuevo tiempo, que supera la inmediatez y corporeidad de la sincronía. Este factor, nace y crece del manantial emotivo. Cada clic, cada instante fugaz será efímero en la medida en que carezca de emoción, será permeable, intenso y mínimamente estable,  si existe vinculación o afinidad. Es otra realidad, que puede ser complementaria al off-line, pero también sustitutoria.

En varios momentos hemos reivindicado la humanización de la tecnología desde una visión transdisciplinar, en la que educación, comunicación y  salud se necesitan y convergen. Las denominadas tecnologías del acercamiento, exponen  una interesante propuesta en tres direcciones:

1

Nos acercan a otras personas con problemas de salud similares a los nuestros, de las que podemos aprender y en las que podemos apoyarnos.

2

Nos acercan a fuentes de información, profesionales e instituciones de salud.

3

Nos acercan a modelos de relación horizontales en los que el paciente está en el centro del sistema.

Estas “tecnologías” conducen también a una recuperación de los sentidos,  articulada en lo que hemos denominado Factor R-elacional, donde las  emociones y conexiones son sinápticas y visibilizan y expresan la implicación integral del ser humano.

Asistimos a un complicado equilibrio entre el espacio público y privado, con una evidente contradicción. Por un lado la tecnociencia es cada vez más invasiva y voraz con lo privado; por el otro, emerge  un humanismo que reivindica la privacidad.

Diferentes marcos de investigación, tanto en el ámbito anglosajón, iberoamericano, como europeo, han abordado este tema desde disciplinas como las ciencias sociales, las ciencias de la educación y comunicación, así como la educación para la salud. Más allá de los determinismos tecnológicos y  visiones apocalípticas, entendemos que los programas de intervención educativa, sanitaria y social sobre estas prácticas, tienen más sentido y efectividad, cuando se plantean desde una visión de la promoción de la salud integral de sus participantes, para un desarrollo comunitario y  según los contextos colectivos y culturales  concretos de uso. Una visión positiva de la salud que supera y completa los viejos modelos centrados sólo en la prevención.

El concepto de dieta ha tomado mucha consistencia en los últimos estudios sobre esta temática, y en concreto en una línea de trabajo interdisciplinar, siempre interesante. Sugerimos la consulta de “Psiconutrición del menor: las TIC (TRIC)  como aliadas en el sistema nutricional”,  en la que más de treinta expertos del campo de la nutrición, la educación y la comunicación exponen su visión desde el análisis y propuestas concretas de intervención, acordes al modelo que hemos presentado.

Apostamos por un  enfoque que contemple estas prácticas con normalidad, desde el diseño de una dieta digital saludable, en la que los padres y madres, los propios menores, las instituciones educativas y los medios de comunicación tengan un protagonismo, y  adquieran unos compromisos.


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