CLIMAS EMOCIONALES
A menudo, hablamos de lo quemados que suelen estar los maestros y profesores, o de lo enrarecido de los climas emocionales de muchos centros, atravesados por todo tipo de conflictos.
En un colectivo tan amplio como es el de los docentes, hay de todo: inconformistas, rebeldes, acomodados, inquietos e innovadores, displicentes, indignados, motivados, cabreados, buenos profesionales, etc.
Como docentes, podemos advertir que el estrés es algo «normalizado» y asumido en nuestro día a día, sin advertir –a menudo– sus nefastas consecuencias sobre maestros, profes y alumnos. Los tiempos son apretados para dar el currículo, mientras hemos de luchar por conseguir «engancharlos». Además de ocuparnos de todo tipo de tareas de mantenimiento, burocracia, preparación, organización, y más, y más…
¿Cómo mejoraría el clima de las comunidades de aprendizaje si se desarrollarán en un imprescindible clima de bienestar?
¿Cuál sería la incidencia del Bienestar en relación al aprendizaje y la excelencia educativa?
¿Cómo se podría contener el malestar de alumnos y familias sometidos a todo tipo de presiones económicas y sociales para aportar la Educación que hace falta en una sociedad en pleno proceso de transformación?
¿REVISIÓN MÉDICA ANUAL?
El bienestar en el ámbito de la educación
Conocemos (o deberíamos) el Plan de Riesgos Laborales de nuestro Centro. Y como mucho el abordaje del Bienestar docente en la actualidad se completa con una revisión médica anual. Y está bien, es necesario detectar, señalar y tener un plan de riesgos laborales en los centros educativos, así como facilitar cierto cuidado en la salud de los docentes. Pero, ¿de verdad que el bienestar depende sólo de esos aspectos?
La pregunta es qué entendemos por Bienestar, qué dimensiones de la persona y qué factores están implicados en él.
Las empresas y las personas existen en diversos niveles de conciencia. En el primer nivel, físico o supervivencia, las empresas se preocupan por la prevención de riesgos laborales y la salud de los empleados. También por tener los medios necesarios para ser rentables y generar riqueza. En Educación, este nivel tiene que ver con los medios, espacios, tiempos y organización para cumplir con nuestra tarea.
El problema es que se nos olvida algo tan obvio como que el cuerpo está atravesado por la esfera psicológica y ambos aspectos son inseparables: cuerpo físico, emociones, pensamientos, ideas y creencias, además de valores e identidad. En cada uno de estos niveles, existen factores para el Bienestar.
El Bienestar es, pues, un estado (un efecto) alcanzado por la interacción de un conjunto de factores que nos permiten desarrollar en óptimas condiciones nuestro desempeño educativo.
FACTORES PARA EL BIENESTAR
¿Cuáles son esos factores?
Esos factores podemos agruparlos, en principio, en factores externos (‘relacionales o sistémicos’) e internos (‘personales’).
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Factores externos
Los cambios sociales y familiares: niños huérfanos emocionalmente (sergio Sinaí), padres taxistas, jornadas laborales muy largas que impiden una adecuada conciliación familiar, inmigración y aumento de la diversidad, etc.
La incertidumbre de los cambios laborales o legislativos (y su falta de consenso).
La capacidad de influencia en ellos, la comunicación y participación en la toma de decisiones.
La adecuación de medios y espacios para desarrollar la función docente.
La valoración social y la valoración jerárquica (dirección, Administraciones).
La capacidad de promoción en la carrera profesional e incentivos para la innovación y la mejora (aquí no hablaremos de productividad tal y como se puede hablar en una empresa de servicios, ya que yo circunscribo el tema al ámbito de la Educación Pública).
2
Factores internos
La gestión de los conflictos en el aula y en su Centro.
La gestión emocional y regulación del estrés.
La sensación personal de competencia en relación a las tareas que de él se esperan.
Las relaciones dentro del colectivo de docentes del que forma parte.
Los estados personales de bienestar o crisis: cambios familiares, duelos, enfermedad, problemas, etc.
La sensación subjetiva de bienestar en su conjunto (balance entre factores de malestar y bienestar).
La percepción de los Valores del Centro educativo y la Administración en relación a los propios.
Estos factores para el Bienestar se tienen en cuenta a partir de una conciencia y cultura que es –o no– sensible a ellos e impulsa a respetarlos, cuidarlos o, por el contrario, ignorarlos; y todo ello desde la convicción en unos valores profundos con los que nos comprometemos. Por tanto, el Bienestar es resultado y consecuencia de un estado de conciencia individual y colectivo.
¿PARA QUÉ?
Hoy día se le da cada vez más importancia al Bienestar Profesional como un factor que mejora la productividad de las empresas y aumenta la capacidad para adaptarse a entornos de cambio rápido y tan complejos como los que estamos viviendo.
Si las empresas más punteras y desarrolladas tienen muy en cuenta cómo se sienten sus empleados trabajando en ellas será porque es algo realmente importante (no sólo para la productividad, sino también para las personas).
En el libro «Lo que saben las empresas felices», Collins Hemingway, Dan Baker y Cathy-Greenberg, exponen:
«De unos empleados motivados depende el éxito empresarial y solo se sentirán así si las empresas son capaces de proporcionarles misión, liderazgo y un funcionamiento basado en el sentido y en la inspiración».
A lo largo del libro los autores, con extensas carreras vinculadas a la gestión empresarial, contraponen ejemplos de organizaciones cuyas «culturas corporativas son retraídas, basadas en el miedo y perjudiciales para la salud, con los casos de aquellas que se basan en la toma de conciencia y en la cooperación y cuyos resultados, a todos los niveles, son superiores».
Según ellos, el verdadero poder de las empresas no reside tan sólo en la creación de empleo, productos o servicios, sino en su capacidad de hacer «felices» a sus empleados (no sólo a sus clientes) posibilitando que su trabajo les beneficie como individuos, lo cual, a su vez, repercute sobre toda la sociedad.
Si nos referimos a la Educación, vemos que hoy día un mero papel de adiestramiento o formativo no es suficiente, dados los enormes retos que se nos plantean: futuro incierto, preparación competencial, educación de ciudadanos críticos y libres, etc.
Si consideramos a la Educación como la oportunidad de acompañar en su desarrollo a nuestros niños y jóvenes para que puedan Ser lo que potencialmente, desde sus valores, capacidades y talentos, están llamados a ser, de manera gozosa y en vidas con sentido, la primera función de la Educación es el Bienestar y la Felicidad.
Precisamente, una Educación basada en la exigencia y en la mal entendida «cultura del esfuerzo forzado» poco puede aportar al Bienestar si no se compromete a una profunda transformación.
EL PODER DE LAS EMOCIONES
El poder de las emociones y sus efectos sobre la actitud y la capacidad competencial de personas y empresas. Las emociones y el comportamiento humano van tan de la mano que hoy día se afirma que «El ser humano es un animal emocional que también piensa». La energía emocional es la que produce estados y la que genera «movimiento» y acción (e-motio).
Una organización, una empresa, un centro educativo es un grupo de personas, por tanto, un sistema. Las emociones más primarias están relacionadas con la supervivencia y tienen su raíz en el miedo.
El problema es que nos ponen en «modo defensa» y dificultan, precisamente, nuestra adaptación a los retos y nuestra creatividad para resolverlos. Además están en la raíz de comportamientos empresariales como la avaricia, conductas disfuncionales que generan conflicto o la competitividad insana.
Una empresa con Bienestar no está exenta de conflictos, problemas o desafíos. En su devenir «normal» los cambios, adaptaciones y desarrollos son constantes, pero sus empleados encuentran sentido y satisfacción por lo que hacen, y sus acciones están basadas en la cooperación.
Sin embargo, en la cultura empresarial actual lo que predomina no es un tipo de empresa así, sino empresas que funcionan con diversos mecanismos basados en el miedo. Por tanto, cooperación y miedo son dos actitudes que van a terminar definiendo a empresas que tienen Bienestar de otras que carecen de él.
SUPERVIVENCIA
En las estructuras empresariales actuales sigue dominando el miedo como mecanismo de reacción. Están los miedos personales (amenaza de la pérdida del puesto de trabajo), comerciales (amenazas a perder con la competencia), financieros (falta de crédito o su encarecimiento), tecnológicos (cambios acelerados, formación adecuada), de conflictos laborales (como las huelgas y negociaciones sindicales), etc.
Y, aunque el miedo es un acicate para la acción a corto plazo; a la larga, deviene en una exigencia que desgasta y es limitada. Desde el temor los seres humanos adoptan tres actitudes básicas: la huida, la lucha o la parálisis.
Lo mismo sucede con las empresas y los grupos, resultado de las interacciones entre emociones, actitudes y comportamientos:
Las empresas están paralizadas cuando son incapaces de adaptarse a los cambios, no evolucionan ni se desarrollan, esperando o aguantando hasta que la «tormenta» amaine.
Huyen cuando se retiran a otros mercados, se deslocalizan o se retiran a «nichos de mercado» más cómodos.
Luchan cuando compiten contra otras en lugar de aprender de la competencia para transformarse y ser más competentes internamente (crecimiento).
El problema es que se reacciona desde el miedo a perder y las actitudes resultantes les impiden seguir creciendo y ver oportunidades más allá de los retos u objetivos inmediatos (sobrevivir).
Es fácil presentir todo tipo de presiones dentro de estas empresas que las mantienen en el malestar a muchos niveles (malestar de las personas: empleados, cargos directivos, clientes, proveedores, etc.).
CULTURA SANA Y COOPERATIVA
Ante los enormes retos que la humanidad afronta globalmente en la actualidad las viejas recetas del pasado, basadas en la cultura de la supervivencia, están demostrando su ineficacia (amenaza, ataque del más fuerte, supremacía, defensa, ideología, exclusión, etc.).
Para progresar el ser humano, y las empresas a la cabeza, han de realizar una transición entre la cultura ancestral de la supervivencia muy apegada a nuestros genes y a la historia evolutiva, y la cultura de la Cooperación basada en el Bien Común.
Para construirla, hay que cambiar las emociones que imperan en el sistema: emociones positivas y potenciadoras de las cualidades y talentos de todos los componentes del grupo a través de la cooperación (lazos de confianza mutua) y las sinergias creativas dentro de dicho sistema.
La cooperación se basa en la contribución de capacidades y talentos alineados (equipos) para alcanzar un Bien Común.
Ese Bien no es sólo una mayor rentabilidad, mejorar la competitividad, adaptarse a escenarios inciertos, etc. En las empresas con Bienestar el Bien es todo eso y además la satisfación por la tarea, sumado al sentido positivo de pertenencia al grupo. Todo ello contribuye a la consecución de unos beneficios a través de los cuales se hace prosperar la vida de todos; la de los empleados y también hay una contribución social.
La actitud aquí es la proactividad desde estados emocionales altos e interacciones de equipo positivas que fomentan la creatividad, el compromiso y la vocación de servicio. Es una gozosa sensación de autorrealización a través del Bien Común (un bien que está más allá de mí y que me incluye en él).
Según «Lo que saben las empresas felices», dichas cualidades se engloban en cinco grupos de valores:
I
Liderazgo basado en la humildad, inclusión, inspiración, innovación, sinceridad y transparencia.
II
Alta energía emocional: adaptación, entusiasmo, inteligencia emocional en lo que concierne a los empleados.
III
Beneficios para todos los que contribuyen a la marcha de la empresa; atención al Bienestar de las personas en igual medida que al rendimiento del capital.
IV
Planes de fidelización y fomento de los propios valores: accionistas, proveedores y clientes que, mediante su entusiasmo, hacen publicidad h recomiendan productos y servicios de la empresa.
V
Aportar valor y desarrollo desde una vocación de servicio: compromiso y actitud constructiva en lo que se refiere al papel de la empresa en la sociedad.
Aquellas compañías que aúnan la mayoría de estas cualidades, y no tan solo una o dos, son las que pueden evitar las grandes crisis inducidas por el factor humano e introducir una renovación creativa en el entorno laboral, de modo que sus empleados sientan pasión por su trabajo y el deseo de ser tan productivos como puedan (aquí la motivación no está impuesta por el miedo, sino que es generada voluntariamente).
Es decir, se trata de una cultura empresarial basada en la excelencia propia (auto motivación) y no en la exigencia autoritaria (miedo al castigo).
¿Y en Educación qué estamos haciendo?
En Educación, estamos haciendo muy poco al respecto. Ya hemos visto algunos estudios en España (sobre todo, de Marchesi y Díaz en 2007) que abordan el estado de los docentes en relación al malestar y el bienestar.
A mi juicio, no se trata de estudios concluyentes y se hace necesario realizar estudios más profundos que no sólo midan el grado de Bienestar, sino que, sobre todo, nos permitan desarrollar planes para su desarrollo para toda la comunidad educativa.
En este sentido, no está habiendo un abordaje del asunto por parte de las administraciones porque las prioridades y objetivos son otros; no hay tampoco la suficiente conciencia de la necesidad de fomentar el bienestar en entornos educativos.
A los docentes se les ha aumentado la carga de responsabilidades y trabajo en estas últimas décadas, sin que haya una preocupación por como les están afectado los profundos cambios sociales, familiares y profesionales que están ocurriendo.
Personalmente (llevo 26 años en la Educación Pública), tengo la impresión de que se está dando un mayor distanciamiento entre la Administración y sus docentes.
Yes esencial recuperar puentes de comunicación para mejorar la Educación. Y uno de los pasos es la de trabajar para el Bienestar Docente.
El Departamento de Recursos Humanos (Personal) suele estar más preocupado en cuadrar cifras, cupos o ratios que en medir el grado de Bienestar de las comunidades educativas como factor esencial de excelencia educativa.
PLAN PARA EL FOMENTO
Ni hablemos de diseñar un Plan para el fomento del Bienestar, cuando eso redundaría directamente en el desempeño de la labor docente (gestión del estrés, mejora de los conflictos y mejora de las competencias, menos bajas laborales y mejora del desempeño) y en el Bienestar de los propios alumnos y de toda la comunidad educativa (padres y sociedad incluidos).
Si la Educación es un fiel reflejo de la sociedad, la Educación bien puede liderar el cambio social y laboral hacia una sociedad con mayor Bienestar.
Sin embargo la dificultad estriba en su rígida y compleja estructura, lo que dificulta su capacidad para adaptarse a los cambios.
Entonces, ¿qué podríamos hacer?
PROPUESTAS
Propuestas para
el fomento del Bienestar docente
Una verdadera autonomía de los centros posibilitaría la autogestión con una mayor libertad hacia la necesaria innovación y transformación para abordar con garantías las necesidades y retos que le marca su entorno.
Mayor libertad educativa para definir currículos y adaptarlos al contexto social, distribución de recursos, tiempos y espacios más flexibles.
Enfocarse en las personas (‘familias’, ‘alumnos’, ‘profesores’) como el centro a partir del que organizarse y marcar los objetivos.
Estilo de liderazgo, que es aquí «estilo educativo», basado en unos valores inclusivos, interiorizados e irradiados desde las actitudes y el ejemplo: congruencia, coherencia, autenticidad.
Desarrollo de las habilidades no cognitivas y capacidades directivas, que tienen una incidencia fundamental en la consecución de objetivos a medio y largo plazo.
Los docentes son el corazón del sistema Educativo. Ellos son los que están a pie de aula y concretan las Leyes y sistemas educativos a través de su práctica docente.
La Educación necesita gente que ame lo que hace.
Sólo desde un compromiso profesional construido en grupos docentes que se convierten en equipos cooperativos se pueden generar cambios transformacionales.
Sólo desde Centros que se vayan construyendo colectivamente con inclusividad real se pueden crear sinergias creativas. Pues la inclusividad implica bienestar, y desde la cooperación de estar bien juntos puede llegar la excelencia educativa.
El bienestar no es un tema menor; es el Tema que nos permite avanzar en la inclusividad real y en la innovación. Ya que ello implica tener las necesidades personales cubiertas (no sólo las físicas, sino también las emocionales) en un claro camino de autorrealización que se construye desde el bien común.
Nos permite generar las condiciones para que nuestros alumnos puedan desarrollar sus talentos y capacidades, invitándolos a caminar por vidas que busquen la plenitud y el sentido con lo que son y aspiran a ser.
El bienestar es un estado que nos permite ser lo mejor que somos, pues podemos confiar en los demás y en nosotros mismos, generando lazos cooperativos.
Escuelas felices, personas felices. El bienestar del docente es una alfombra roja tendida para que el alumno aprenda desde su propio bienestar, lo cuide y aprecie como constructor de su identidad y madurez.
Plantearse generar comunidades educativas que aprendan desde el bienestar es romper el viejo paradigma del miedo y la exigencia, para transitar hacia nuevos modelos basados en el amor y la excelencia.