La inteligencia emocional, una disciplina cada vez más presente en el sistema educativo

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El curso escolar 2014-2015 supuso el primero en el que alumnos españoles de Primaria se enfrentaron a clases de Educación Emocional. Desde ese año, todos los alumnos de primero a cuarto de Primaria, con edades comprendidas entre 6 y 9 años, tienen 90 minutos de Educación Emocional en las aulas.

El objetivo de esta asignatura es enseñar a los niños a identificar sus estados de ánimo y ganar en empatía. La medida, que en un principio obtuvo el rechazo de parte de la comunidad educativa por restar horas lectivas a asignaturas como lengua o matemáticas, está cosechando opiniones positivas por parte del profesorado.

Mónica Viña, directora del colegio público La Laguna, en la isla de La Palma, manifiesta que los alumnos han perdido el miedo a decir que se sienten tristes e intentar buscar soluciones. Además, el clima en las clases es más agradable y los niños se piensan más insultar a otros compañeros y juzgarles.

Tanto es así que el gobierno de Canarias recomienda la inclusión de esta nueva asignatura en cada curso de Primaria. En los últimos cinco años, casi 1.200 docentes se han formado en esta materia, que interesa tanto a los tutores como a los alumnos, y una muestra de ello la dan los cursos onlime homologados de Opositer relacionados con la educación emocional.

Emocrea, programa pionero en la educación española

El actual es el quinto curso escolar en el que Canarias imparte la asignatura Emocrea (Educación Emocional y para la Creatividad). En un principio, la decisión resultó muy polémica, pues la comunidad insular es la sexta con mayor índice de abandono escolar.

La aprobación de la Lomce por el PP en 2013 permitió a las comunidades autónomas incluir en sus programas académicos asignaturas de libre configuración. El gobierno de Canarias, entonces formado por Coalición Canaria y PSOE, decidió destinar dos sesiones de 45 minutos a Educación Emocional restando tiempo de Matemáticas y Lengua.

Más allá de Canarias, en País Vasco, el centro educativo Osotu Lanbarri también trabaja con metodologías basadas en la educación emocional, la atención a las inteligencias múltiples y el respeto y la individualización de cada alumno con resultados prometedores.

Este centro en Gueñes, Vizcaya, fue el primero en recibir la acreditación Sekureskola que garantiza que cuenta con entornos conectados ciberseguros y su compromiso con la igualdad y la convivencia escolar. La acreditación Segureskola es un programa de acreditaciones escolares concedido por empresas del ámbito de la enseñanza y la informática en la que también participan otros actores económicos.

Esta acreditación también la han recibido en los dos últimos años centros de Madrid y Cantabria. En esta última comunidad, el Departamento de Educación de la Universidad de Cantabria también ha iniciado proyectos centrados en la educación emocional sometiendo a estudios a 690 alumnos entre 3 y 13 años de tres centros escolares.

¿Qué beneficios ofrece la educación emocional en las aulas?

Las personas con un alto grado de inteligencia emocional son capaces de orientar sus emociones y las de los demás hacia objetivos positivos. Los colegios que incluyen en sus itinerarios esta disciplina logran reducir la violencia y mejorar la convivencia, y un buen ejemplo de ello es el programa Emocrea en Canarias.

En España, los contenidos que desarrolla esta asignatura están enfocados a reducir los riesgos que atañen a los menores de hoy en día como el bullying, el ciberbullying, el sexting, el grooming, la privacidad en internet o problemas relacionados con la falta de igualdad y la intolerancia.

La OCDE y sus aspiraciones con la educación emocional

En la actualidad, solo dos países de la Unión Europea imparten educación emocional como materia obligatoria: Malta y Reino Unido. La OCDE ya trabaja en esta línea y está desarrollando un nuevo marco para evaluar a los alumnos en Matemáticas y Lengua, pero también en habilidades sociales.

Los nuevos sistemas de aprendizaje se denominan Global Competences y en ellos se explica que existe una base científica muy potente sobre la relación entre la capacidad de aprender y el estado emocional. Durante mucho tiempo, el proceso educativo ha estado centrado en los contenidos, dejando lo demás a un lado. Así lo afirma Verónica Boix, investigadora de Project Zero de la Escuela de Educación de la Universidad de Harvard, que incluye a cerca de 40 expertos que trabajan en nuevas metodologías de innovación.

Boix, que trabaja en el sistema de medición de la OCDE, opina que el currículum académico debe incluir dos nuevos retos: cultivar el potencial del ser humano en base a sus capacidades sociales, intelectuales, morales y éticas; y dar valor a las relaciones personales y el modo de comunicarnos con los demás.

Esta nueva herramienta de la OCDE, aún en fase de prueba, busca analizar cómo los alumnos toman perspectiva de temas globales como el cambio climático, y cómo analizan y comprenden las posturas de otros para pasar a la acción. En todo este proceso, las emociones y su control juegan un papel determinante.

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