LA HISTORIA EN PRIMARIA

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Las raíces de plantas o de personas crecen poco a poco. Parecería que entre los 6 y los 12 años apenas pueden traspasar el umbral de la familia o de la localidad. Pero en realidad no es así, sobretodo hoy.

La tecnología nos conecta más que nunca

con el mundo entero

En época romana los problemas venían de lejos pero se presentaban de improviso. Los visigodos no avisaban demasiado. Hoy los vemos venir por la tele. El mundo está cerrado y no podemos escapar de él. Todo lo que pase en él, nos pasará, por tanto es bueno intuirlo a tiempo y reaccionar. Para eso está la Historia.

Los problemas de hoy vienen de hace diez, cincuenta o cien años. Incluso de más lejos. Avisan mucho, pero se les hace poco caso. De eso trata la Historia. De saber quiénes somos y a quién tenemos al lado. De qué hicieron nuestros padres y de qué podríamos hacer nosotros.

La Historia de Todos

es una historia activa y real

Si las ciencias sociales son la foto fija, la historia es la película. La educación primaria es el tiempo en que se aprende a mirar cada vez más lejos. Y cuando los espacios son demasiado grandes, aprender a ponerles letreros para no perderse.

Tu, profesor, puedes tener permanentemente una cinta en clase que los niños se acostumbren a llamarle Línea del Tiempo o Cronología. Les puedes decir que AHORA es la punta final de la derecha y le puedes hasta poner tu propia foto, para que se vea quién manda hoy (y nos sonreímos por lo bajo).

Después, se podrá hablar de los tiempos antiguos. No hará falta ir por orden. El cerebro está constantemente poniendo orden. La misma cinta lo pone. Había los egipcios que hacían pirámides… una foto de pirámide en su lugar («por qué no se hacen pirámides hoy», todo inspira).

Estaban los romanos…, otra foto. ¡Vaya! ¡Qué lejos de los egipcios! Y también los indios de norteamérica, los que salen en las películas del oeste. ¡Por Dios! ¡Al lado mismo del profe! O sea, hace cuatro días. Una simple línea es toda una caja de sorpresas.

Sí, chicos, las cosas antes pasaban muy despacio y ahora, en cambio, muy rápido. Es así. Cuando vayáis a quinto la línea será más larga y veréis más espacios donde caben muchas más cosas. Ahora no os cabrían en la cabeza. Tanto da.

Tenemos algunas cosas básicas establecidas y permanentes para que los niños se familiaricen con ellas. Hasta los ocho años los niños son animales míticos según el psicopedagogo canadiense Kieran Egan. Es una mentalidad mágica donde la fantasía y la realidad conviven con naturalidad.

La humanidad ya pasó por eso (hasta el siglo XVII o el XVIII como mínimo) y los niños no pueden hacer más. Es cuestión de familiarizarse. Tenemos un espacio (de la cuarta dimensión) bien definido y nos iremos familiarizando con él.

¿Los vikingos?

Después de los romanos, muy juntitos

Colón y sus carabelas, un poco más cerca del profe, hacia nosotros mismos. ¿Quién creía que los vikingos vivían en la prehistoria si son los padres de los noruegos y suecos que  son gente muy moderna. Aunque sí, es cierto que parecían un poco prehistóricos.

Acostumbrémonos poco a poco a que la Historia no es una cosa regular y exacta. Pero nos recuerdan que hemos de ampliar un poco hacia la izquierda el inicio de la cinta. Para poder poner algún hombre de las cavernas y un mamut que pasaba por allí.

Aunque ahora no os podéis ni imaginar lo lejos que quedaba eso en realidad. Y de los dinosaurios ni hablemos. Tendríamos que poner el principio de la Línea del Tiempo en el pueblo de al lado. Pero ya hablaremos de eso.

Antes de acabar la primaria los niños entran poco a poco en un nuevo estado mental que Kieran Egan llama «romántico» en el que la magia y la leyenda, siendo aún importantes, no son tan necesarias y la realidad se puede imponer, aunque en línea recta y sin complejidades.

O pocas. ¿Entender que venimos de alguna clase de mono? Muchos adultos no lo consiguen aún hoy. Pero si lo hacemos bien, ellos lo conseguirán. Podemos empezar a separar trozos de cinta para verlos con más detalle. Durante esos estudios se pueden plantear pequeños proyectos de investigación. Es una práctica de cara a la secundaria. Pero lo principal es que se vean ellos en la línea extendiendo sus raíces hacia el pasado.

Sin embargo, las raíces históricas son diferentes de las familiares. No se trata de genealogías. Se trata de acción humana, de imaginario humano. Eso es lo más poderoso que tienen a los diez años, el imaginario y las ganas de actuar. ¿Cómo? Creo que los niños necesitan ejemplos.

La biografía es una buena puerta a la Historia en esas edades. todo interés humano tiene una biografía. Y la biografía es un punto de referencia para una época. Así como los objetos.

¿Quien podría haber poseído aquel objeto?

¿Qué aspecto tendría?

¿Qué podría haber hecho?

¿Qué podrían haber poseído los niños si hubieran nacido en otra época?

¿Que obligaciones tendrían, qué oportinidades, qué peligros?

Muy a menudo los niños se pierden delante de una hoja en blanco, necesitan motivos de realidad (en realidad todos los necesitamos) para estimular su imaginación «romántica». Detrás de un objeto hay un roman una historia. Para los profesores del Ciclo Superior, la Edad Antigua es de los egipcios griegos o romanos. La Media, de los caballeros, monjes, castillos y monasterios.

La Moderna de bajeles, reyes y piratas. La Contemporáneas, de fábricas, trenes, burgueses y socialistas. Pero cada edad tiene muchos más motivos para los niños. ¿Sería posible una Cruzada de los niños en la Edad Moderna? O una invasión bárbara (a pie o en patera) en la Contemporánea? La historia es la disciplina de lo que pudo haber sido y de lo que al final fue.

Creo sinceramente que el debate especulativo es el campo principal del juego de la historia en primaria. Y después la caza de imágenes, la clasificación y la lectura. en el primero están los niños como propositores y el maestro como principal informador y conductor. en el segundo… bueno, sí, internet, pero también los cromos, revistas, los libros y ficheros.

¿Por qué no tener uno para cada época e ir archivando imágenes, personajes, textos, puestos por orden cronológico?

¿Por qué no disponer de fichas editadas con hechos y personajes por clasificar?

Material editado de siempre y desechado con periodicidad. Pero material, junto con los libros de ensayo para niños más durable que un libro de texto, más amoroso y menos dictatorial. Pequeños libros de todo y para todo. Para la investigación individual, para la curiosidad, para la incitación.

Aquí es donde creo que la edición escolar no ha estado a la altura de la sociedad que querríamos. Al menos desde mediados del siglo XX. Antes de las guerras había libros de lecturas, de urbanidad, de lecciones de cosas, aritméticas razonadas… Después, cuando las exigencias escolares se multiplicaron, lo confiamos todo a los libro de texto disciplinarios (según disciplinas), que facilitan la unificación y la medianía. Después el «texto» es insuficiente para los más activos y excesivo para los menos capaces. Pero el gasto está hecho y no facilita flexibilidades, aunque en teoría no las impida.

He visto en los libros de texto cómo el concepto de Historia que pretendemos para los niños variaba al ritmo de nuestro desconcierto. Desde una reducción de los manuales de la nueva secundaria hasta la eclosión de las imágenes, los gráficos, las pastillas de texto con curiosidades (dentro de un orden), la reconsideración de la materia orientándola más a la cultura material de las épocas.

Y pienso que no siendo condenable ninguna de esas opciones, en absoluto son óptimas. Creo que la excelencia sólo puede venir de la libertad asistida del niño. ¡Vamos chicos, encontrad vuestro máximo! Dejáos estar de los mínimos de los adultos.

Es el niño quien ha de buscar la Historia, que será política, cultural o material según la propia madurez y las propias opciones. Que el profesor vele por unos mínimos (que pueden ponerse en pie en conferencias, sesiones de esquematización, etc) y que anime a cada cual a conseguir sus máximos.

¿Con qué? Los ordenadores ya están ahí y no necesitan que yo los defienda. Muchos adultos no se acercarán nunca a una librería porque «todo lo tienen en internet». Ya harán su camino, pero no creo que la mayoría destaque por la profundidad de su pensamiento. Que los niños sigan también ese camino (lo harán de todas formas sin nosotros).

Pero la cultura

no se hace básicamente con dedos y ojos

Se hace con todo el cuerpo. El acto de rebuscar en un estante y hojear, evaluando el provecho que nos dará aquel autor. La atención a la palabra y a la letra permanente que argumenta con calma, o a la lógica de una representación o de un artefacto marcan fundamentalmente la cultura humana que es más atómica que digital.

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