LA ESCUELA ENSIMISMADA

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ED

ENSIMISMAMIENTO QUE «DEBILITA»

(…y, mientras, nosotros aquí)

Ahora que estamos terminando el curso y se reflexiona, o se debería reflexionar sobre el transcurso del mismo, me viene a la memoria una conversación reciente con una compañera sobre cómo me encontraba una vez que había dejado la dirección y salió el tema de las formaciones que impartía y de que me llamaban de tal o cual sitio para hablar de metodologías activas o de flipped classroom y su respuesta fue: ”y mientras nosotros aquí…”. Con las mismas historias de siempre le faltó decir, pero ese era el planteamiento de la frase que dejó inconclusa.

Entonces me dí cuenta, porque es algo que vengo pensando y planteando desde hace tiempo: la Escuela está ensimismada. Es decir, según la definición en la RAE, ocupa su atención en sí misma aislándose de su entorno. También podríamos decir que la Escuela se mira el ombligo, en otra referencia reiterativa del ensimismamiento o, utilizando una visión más amplia, nos encontramos con una Escuela que ha perdido la perspectiva. Y este ensimismamiento la está debilitando de tal forma que ya ha dejado de ser la referencia formativa para gran parte de la sociedad y, sobre todo y lamentablemente, de nuestra juventud.

A PASO DE TORTUGA

Mientras el mundo corre que vuela, la Escuela se desplaza a paso de tortuga. Mientras la sociedad cambia vertiginosamente, la Escuela sigue estancada. Con los mismos debates internos de siempre y discutiendo asuntos que ya deberían haber dejado de tener sentido si la Escuela se hubiera adaptado a los tiempos. ¿Ponemos ejemplos?

¿Cuántas discusiones y debates no se producen en los centros sobre el valor o porcentaje de los diferentes instrumentos de evaluación? Si es que los hubiera, porque siendo sinceros sólo se valoran los exámenes como prueba del aprendizaje. Y seguimos, y seguimos, que si el 80%, que si el 90%, que si el 50%. Y mientras el mundo y las sociedad demandando otra cosa.

¿Cuánto tiempo perdemos, sí, perdemos, en elegir los libros de texto para el curso siguiente? Un asunto que en estos últimos años se ha convertido en algo cada vez más surrealista e incoherente; tanto por los cambios normativos, como por el avance de las metodologías activas que los hacen menos necesarios, o incluso, innecesarios.

Ya ha dejado de ser la referencia formativa

para gran parte de la sociedad

¿Cuántas discusiones y debates alrededor de la utilización de los dispositivos móviles en las aulas? Quizá sea esta la demostración más palpable del ensimismamiento o enrocamiento de la Escuela, de su falta de perspectiva y de la ausencia de relación con el mundo y la sociedad que le rodea. Como ha dicho un alumno en un comentario reciente en un formulario de valoración del curso, la metodología utilizada ha sido:

“Muy buena, ya que nos deja utilizar los móviles que es lo que

utilizamos casi todo el tiempo fuera del instituto”.

Más claro agua. Pero seguimos debatiendo y negando la realidad. Por miedo. Por ignorancia. Poniéndole puertas al campo y haciendo más incomprensible lo que ocurre en la Escuela a nuestro alumnado.

PUERTAS AL CAMPO

¿Cuánto tiempo dedicamos en los claustros, en los departamentos, en las áreas, en los Equipos Técnicos, en los ciclos o en los equipos docentes, a hablar sobre nuevas metodologías, sobre innovación, sobre herramientas TIC, sobre aplicaciones útiles? Poco o nada. Perdemos el tiempo en quejas sobre el alumnado, la burocracia, la administración o las familias y no nos damos cuenta de que si cambiáramos nuestras metodologías desaparecerían muchos de nuestros problemas. Pero seguimos mirándonos el ombligo sin ver más allá de las cuatro paredes del aula o del centro. Sin perspectivas. Ensimismados en las mismas rutinas y los mismos problemas. Como si no hubiera salida. Como si la Escuela viviese un continuo día de la marmota.

Y, mientras,

el mundo y la sociedad demandando otra cosa

Parece que los problemas y las preocupaciones son siempre las mismas, año tras año, como si no se pudiera salir de ese bucle de problemas artificiales en una Escuela artificial. Sin darnos cuenta de que hay alternativas muy válidas que deberíamos plantear. Sin entender, o sin querer entender, que hay otras opciones que pasan por salir de la zona de confort (para mí, de miedo) para superar la monotonía actual.

Problemas artificiales en una Escuela artificial

Saquemos el aula fuera, abramos el aula al exterior, adaptemos el aprendizaje informal, cada vez más potente y dominante, al aprendizaje formal. Hay que abrir la Escuela, que entre aire fresco, despertar del ensimismamiento y darnos cuenta de que si la Escuela está aislada desaparecerá como institución, sustituida por algo que no sabremos lo que será y que será muy distinto. Se desarrollará un aprendizaje aumentado por las redes, abierto, ubicuo, autónomo y permanente. Si es que no se ha desarrollado ya y está relegando a la Escuela a un papel muy secundario. Por eso, debemos concluir en que si entendemos la Escuela como una institución básica para la Sociedad, debemos abandonar la rutina y hacer de la Escuela algo vivo, real, cercano, abierto; que permita aprender de y para la vida y no de y para los resultados.

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