LA EDUCACIÓN CON CORAZÓN
Después de compartir un intenso fin de semana de Marzo, en las Jornadas “Nuevas Miradas Educativas” celebradas en Cartagena, a las que han asistido 350 docentes y otras 150 personas entre padres, educadores y otras personas vinculadas a la educación, me queda el resonar personal con esa misma mirada que complementariamente han aportado los ponentes del evento:
Poner el corazón en la
Educación
Y desde un convencimiento de esta mirada, destinada a trazar los caminos futuros de la Educación, creo necesario aportar mi manera personal de asumir y actuar qué es eso del “corazón” y qué papel cumple en la docencia.
AQUELLOS QUE NOS INSPIRARON A SER MEJORES
Recordemos a aquellas personas que en nuestra vida nos han ayudado, nos han inspirado a ser mejores, nos han marcado para bien, nos han apoyado para que desarrollásemos nuestras capacidades y potencialidades.
¿Qué nos dijeron?
¿Cómo nos trataron?
¿Cuál fue la relación que tuvimos con ellos?
¿Qué hicieron que nos alentó a sacar lo mejor de nosotros mismos?
Esa relación de ayuda parte de cierto tipo de vínculo emocional que genera confianza y compromiso (con uno mismo) para dar lo mejor que somos. Es parte de esa mirada que bien podría complementar una educación oficial demasiado enfocada en la enseñanza y la calificación, que se ve incapaz de abordar asuntos que no son académicos (como la violencia y los alumnos disruptivos, la desmotivación, la desinformación y la saturación mediática, los vínculos humanos, etc.), pero que la afectan profundamente y son trascendentales para navegar entre los mares de cambio en nuestra actual sociedad y preparar a nuestros niños y jóvenes a surfear por ellos.
Revisando mi experiencia personal encuentro que aquellos adultos que creyeron en mí, que depositaron su confianza en que lo mejor de mí se desarrollaría, en plena edad de la autoformación personal, posibilitaron mi construcción de una buena vida. Gracias a todos por ese “cheque en blanco”.
MODOS DE FUNCIONAMIENTO
Desde 1994, con su libro “Inteligencia Emocional”, Daniel Goleman puso de relieve algo que ya la ciencia ha seguido evidenciando de manera más clara: que la gestión que hacemos de las emociones repercute en nuestra vida más que los conocimientos que adquirimos (y eso es decir mucho).
Desde Neurociencias se ha demostrado que el aprendizaje es emocional, y que las emociones desagradables o relacionadas con el estrés inhiben o dificultan el aprendizaje y en general todo lo que es la creatividad humana. Es el modo ataque/defensa que nos prepara para la supervivencia.
Del mismo modo los entornos emocionalmente agradables y positivos mejoran las capacidades cognitivas y creativas, disparan el desempeño de nuestras inteligencias, talentos y capacidades. Es el modo creativo que nos prepara para la felicidad.
Pensamiento y emociones funcionan complementariamente en nuestros complejos sistemas de relación con el entorno y los demás seres humanos. En nuestras decisiones intervienen los tres cerebros: el cognitivo-racional, el emocional y el instintivo (véase el interés en desarrollar nuevas técnicas de mercadotecnia desde el enfoque del neuromarketing).
Aunque se trata de sencillas verdades ya muy conocidas, hay un enorme trecho entre lo que implican estos descubrimientos y la realidad diaria del aula. Las instituciones educativas se están tornando anacrónicas rápidamente porque mientras cambia aceleradamente la realidad social y el conocimiento humano crece éstas se mantiene al margen, fiel a una tradición académica cada vez más impráctica.
LA DIMENSIÓN DEL CORAZÓN
Por corazón entiendo y entendemos la dimensión emocional, la gestión del fracaso y la motivación para el éxito, la resiliencia y la excelencia, el necesario vínculo emocional en el aprendizaje y el respeto a la propia individualidad y los propios talentos. En suma se trata de establecer puentes entre mente y corazón, entre conocimiento y compasión, entre saber hacer y querer hacer, entre aptitud y actitud. Educar no es sólo llenar una cabeza de contenidos, es tocar el corazón y encender los ojos con la pasión por aprender y crecer.
Una educación que no transmita alegría
es una #educaciónestéril
Una educación que no se vehicule con amor es una educación incompleta y hasta disfuncional.
HABLEMOS DE AMOR
La historia de Dick y Rick Hoit es otra de esas historias que inspiran. Puede ser un ejemplo de lo que es una mirada desde el corazón. Forman una pareja de padre e hijo en carreas de todo tipo, desde maratones a pruebas “Ironman”. Es la parte pública de una historia que comenzó cuando Dick Hoit vio nacer a su hijo Rick.
Dick es uno de los deportistas amateurs
mejor considerados del mundo
Pero su pasión por correr vino de su hijo Rick, que nació con anoxia por cordón umbilical. Eso le provocó terribles secuelas y daños cerebrales irreversibles que postraron a Rick en una silla de ruedas de por vida.
Dick es uno de esos “padres coraje” que lo dan todo por su hijo. A pesar de los daños cerebrales de Rick, Dick trató de enseñar a leer a su hijo llenando toda la casa de pos-its con palabras que designaban objetos y acciones. Usó otros métodos propios.
A los 11 años compró el caro ordenador que usa Stephen Hopkins para comunicarse. Lo instaló en el Boston Media Lab de su ciudad natal. Así pudo interactuar con él: “Pues claro que te entiendo, Papá. Durante todos estos años me has enseñado a leer y escribir”.
Los médicos interactuaron con él soprendidos de ver el primer caso de anoxia con daño cerebral que en su supuesto aislamiento y ostracismo pudiera comunicarse verbalmente (aún no se hablaba de Inteligencia Emocional ni de Plasticidad Cerebral). Rick reveló, en un test de inteligencia al uso un coeficiente de 130.
Y así siguieron corriendo padre e hijo. Dick se entrena y queda a media hora del récord mundial de Maratón: “Yo seré tu fuerza física, hijo. Tú, mi fuerza emocional. Yo te doy lo mejor de mí porque así te invito a dar lo mejor de ti”.
Mientras el padre consigue quedar entre los primeros de su categoría (73 años) Rick termina la carrera universitaria.
¿Qué podemos aprender de la historia de Dick y RickHoit?
Que amar es creer en lo mejor del otro.
Que ese amor se convierte en voluntad para acompañar al otro a dar lo mejor de sí incondicionalmente.
Que amar es confiar, y desde ese confiar se puede establecer un compromiso positivo que haga placentero y dé sentido al esfuerzo de aprender y superarse.
Que ese compromiso se da desde la confianza pero se proyecta en un propósito y un sentido para dar lo mejor que somos. Así se cierra el círculo para Ser aquello que podemos y queremos Ser.
De este círculo aparece la excelencia
Para aprender un niño ha de salir de su zona de confort; de hecho los docentes los empujamos constantemente a adquirir nuevos conocimientos; los sacamos de su zona de confort. La clave está en cómo lo hacemos.
Si lo hacemos desde la autoridad ellos sentirán que desde fuera se les empuja y obliga.
Si los invitamos a hacerlo desde dentro la motivación será propia y la experiencia será placentera.
¿Por qué un alumno padece tanto el aprendizaje en el aula y es capaz de aprender a montar en bici sin sufrirlo? Porque quiere aprender a montar en bici, es un esfuerzo gratificante, está motivado.
Las aulas y los colegios están estructurados por y para los mayores y los docentes. Un gran giro educativo sería comenzar a repensar la escuela a partir de los alumnos y sus edades. Eso sería lo coherente: el centro es el alumno; él y las familias son los usuarios.
EL VÍNCULO EMOCIONAL
El docente es siempre emocional. O lo es positivamente o lo es negativamente. Es decir, que el comportamiento y enfoque emocional del docente en el aula puede mejorar u obstaculizar el aprendizaje (algo ya constatado desde Neurociencias).
La actitud y lo que la presencia del docente es en el aula es el factor primordial en el aprendizaje de los alumnos, y es una cualidad fundamental en el cómo se transmite el conocimiento; pero todavía más en cómo se transmiten los valores.
Cuando el docente establece vínculos emocionales sanos y positivos con los alumnos mejora el aprendizaje y marca un salto cualitativo en ellos.
¿Por qué? Porque un docente así:
Cree y confía en que los alumnos van a dar lo mejor.
Envuelve el aula y a los alumnos de una emocionalidad positiva y sana.
Les habla como si así fuera y les aporta una profecía de autocumplimiento: “como el profesor cree en mí yo también creo en mí”.
Acompaña sin forzar, respetando los tiempos y la manera de aprender de cada uno; respeta la singularidad.
Toca el corazón de cada alumno para que tenga un buen autoconcepto.
Respeta y se hace respetar, es coherente y las normas son coherentes.
Acompaña a cada alumno encontrando resortes automotivadores; no necesita forzarlos, empleando la exigencia o el castigo.
EL AMOR EN LA CRIANZA
Uno de los grandes problemas que tenemos como humanidad es la falta de afectos significativos. La velocidad de nuestra vida, el enfoque en los aspectos profesionales, el desenfoque en las personas, la forma de vida excesivamente conectada a las pantallas y demasiado desconectada de las relaciones personales parece hacernos menos empáticos. La empatía es mirar al otro y considerarlo como un igual al que estamos inevitablemente conectados.
Lo que más anhelamos como padres es que nuestros hijos sean felices. Pero a menudo educamos de manera contraria; no educamos para la felicidad sino para el control y la previsión. Demasiada mente y carencia de corazón.
Estamos creando una generación de niños huérfanos emocionales con niñeras digitales; niños desnutridos emocionalmente.
Nuestros hijos nos están mirando, dejemos de dar discursos cuando es nuestra actitud y comportamiento lo que más y mejor comunica.
El mejor regalo que le podemos hacer a nuestros hijos es dedicarles tiempo de calidad, jugar con ellos, hacer con ellos cosas sencillas en el hogar, ser cariñosos, contenerlos emocionalmente, poder hablar de sus problemas, establecer límites amorosos, necesarios y firmes.
La educación que tenemos es una educación enfocada en lo mental e intelectual, que no deja espacio para lo emocional y que gestiona los conflictos desde la autoridad y el castigo.
Aportar a la educación las claves de una crianza nutricia emocionalmente es urgente y necesario. Para verlo hay que tender ese puente internamente: un puente entre la mente y el corazón.
LA CLAVE DE UNA BUENA VIDA
Todos queremos ser felices, tener una vida con sentido, comprometernos con proyectos y causas que merezcan la pena. Todos queremos desarrollar nuestra mejor versión. Pero no sale gratis, no depende sólo de adquirir conocimiento y más conocimiento; porque para ello hay que transitar el trecho que separa conocimiento de sabiduría.
Seguramente muchos conocéis
el ancestral cuento del barquero
Un día un erudito ha de atravesar un río y monta en la barca que se dedicaba a tan sencillo servicio en aquél lugar. El barquero hacía su trabajo mientras el erudito daba vueltas a su cabeza. Entonces le pregunta al barquero si conocía las matemáticas, la oratoria, el noble arte de la filosofía… El barquero contestaba a todo que no, pues apenas sabía leer, ya que no había podido ir a la escuela. “Qué pena, has perdido media vida, joven amigo”, dijo el erudito al barquero.
De pronto unos rápidos del río hicieron zozobrar la barca hasta que volcó. El erudito apenas se mantenía a flote y gritaba desesperado: “Salvadme, socorro”.
“Nadad, señor, nadad fuerte como hago yo”, dijo el barquero.
“No sé nadar, joven; ayudadme”, grito angustiado el erudito.
Entonces el sencillo barquero le dijo:
“Amigo, si no sabes nadar creo que has perdido toda tu vida”.
No recuerdo cómo termina el cuento, pero espero que el barquero salvara al erudito y éste comprendiera que una cosa es conocimiento y otra bien distinta es la sabiduría.
La sabiduría es el conocimiento práctico puesto a resolver problemas de manera creativa y eficientemente, y que además se basa en experiencias que nos han tocado el “corazón”, que nos han emocionado, nos han inspirado; y por tanto, nos han transformado.
El conocimiento es mental,
la sabiduría implica a todo el Ser
En general los docentes necesitamos salir de la inercia y el confort (a veces es un confort incómodo), del pensamiento acostumbrado, salir de la “caja” para que podamos afrontar los problemas de siempre con otra mirada nueva.
Una buena secuencia, que utilizo en formación docente es ésta:
Gestión emocional
Autodiálogos
Creencias limitantes
Imaginación y creatividad
Visión y compromiso
La clave de una buena vida es funcionar más tiempo en modo creativo (emociones positivas, alto nivel energético y motivacional, creencias empoderantes y voluntad para mantener el rumbo fijado inspiradamente (Visión, sentido).
TRANSFORMARSE
Con adquirir conocimientos no basta,
hay que transformarse
Y la dificultad de este trabajo es que no se hace del modo en que aprendimos hasta ahora, estudiando, memorizando y relacionando datos o sintetizándolos.
Implica además de todo eso una nueva relación con uno mismo y con el mundo. Implica salir de un modo acostumbrado de funcionar para aprender nuevas capacidades desacostumbradas relacionadas con la metacognición: regulación emocional, cuestionamiento de las creencias adquiridas, reconocimiento de los factores limitantes, etc.
Cuando cambio la manera de ver las cosas
la realidad cambia de forma
“Creer es crear”, cuando cambio mis creencias cambian mis perspectivas y mis posibilidades: Cuando yo cambio cambia mi realidad.
Porque el mundo que yo observo no es objetivo, es un mapa subjetivo construido por mí mismo.
Igual que los conceptos no son las cosas. Por eso yo puedo estudiar el amor desde diversos puntos de vista:
Como una relación entre personas o una cualidad en ellas (psicología).
Como reacciones fisiológicas (biología).
Como una tendencia y sus modos culturales (sociología).
Pero, si no experimento el amor, no sabré nada de él realmente significativo.
La transformación a un nivel superior, en el que la persona es capaz de desarrollar mejor y más sus capacidades, implica una vivencia transformadora personal e interior.
La educación con corazón
es la educación que necesitamos
Prepara las condiciones emocionales para el buen aprendizaje:
Mejora la convivencia.
Cohesiona los grupos de aprendizaje.
Fomenta valores y fortalezas.
Es verdaderamente inclusiva.
Aporta una cualidad transformadora.
Posibilita cambios colectivos de mejora.
¿Por qué recordamos toda nuestra vida a un profesor o a una persona que nos ha ayudado a ser mejores?
Nunca es por los conocimientos que tiene sobre un tema o materia, sino por su entusiasmo y positivismo, por cómo nos hizo sentir y se portó con nosotros. Por esa cualidad que nos toca el corazón, nos emociona y nos invita a dar lo mejor que somos. Esas personas nos inspiraron profundamente. Como docentes les debemos mucho, como personas más. Tanto que de lo que se trata es que seamos capaces de inspirar a otros, de tocar a otros el corazón para que también puedan dar lo mejor.
Inspirar cambios,
transformaciones personales y colectivas
Ese es el poder de la educación cuando no se queda en la instrucción o en inculcar ideologías.
EL SENTIDO Y EL PROPÓSITO
La educación reglada se centra en el saber
y, como mucho, en el saber hacer
Pero hay más dimensiones en el desarrollo de las competencias clave para la vida, para llegar a Ser lo que podemos y anhelamos ser.
Falta el querer hacer, que nos introduce completamente en la esfera de la gestión emocional, de las creencias y del autoconcepto. Esta dimensión es clave y estamos apenas empezando a considerarla dentro de la educación.
Pero muy pocos asumen que la más importante es la dimensión del Sentido y el Propósito; del porqué y para qué hacemos las cosas.
Se habla mucho de la cultura de la exigencia y del esfuerzo. La exigencia o el esfuerzo no son valores en sí mismos, dependen de cómo y hacia dónde sean orientados.
Si son propuestos desde fuera, por la autoridad del docente no serán factores de transformación. Si invitamos a que sean propuestos desde dentro, desde el propio individuo con respeto, amor, consideración, confianza y positivismo seguro que estaremos motivando a crecer en valores y desde la fortalezas humanas.
Y esa dimensión del Sentido y el propósito debería estar presente a cada minuto en el aula. Los alumnos deben tener claro ese por qué y para qué de lo que aprenden; pero no el que nosotros propongamos, sino que el Sentido ha de ser individual y propio. ¿Qué sentido tiene lo que aprenden para ellos? ¿Está conectado con su vida, es significativo, de algún modo tiene que ver con ellos y les interesa? ¿Es relevante? ¿Contribuye a mejorar sus vidas?
Y nosotros como docentes hemos de inspirar ese Sentido de Vida en cada uno de nuestros alumnos.
Por eso, educar con corazón no es caer en la emocionalidad, sino conjugar mente y corazón para conectar la educación con su Propósito primordial: acompañar a los Seres humanos en su desarrollo para que dispongan de una vida significativa y con Sentido que aborde el axioma del Bien Común.