EH
EDUCACIÓN HONESTA
Una educación honesta no debe eludir la controversia ni el dolor. Para crear hay que saber y aprender a decepcionarse. Hay que desfacer entuertos.
DESFACER ENTUERTOS
Receta para una educación moderna:
1
Propóngase crear el mundo en cada generación.
2
No se tome ese propósito al pie de la letra.
3
Lístese todo lo que no ha entrado nunca en un libro de texto.
4
Confróntese esto último con lo que sí ha entrado.
5
Aparéjense los ítems adecuados de una y otra lista.
6
Agítese todo brevemente.
7
Sírvase en pequeñas porciones contradictorias.
8
Discútanse enconadamente.
9
Hágase luz de las tinieblas.
10
Redáctense cada año las nuevas leyes inmutables de la natualeza.
11
Imprímanse en piedra.
12
Bájese al mundo y descúbrase el caos que reina en él.
13
Arrójense las tablas de la ley y encárese una larga peregrinación por el desierto.
14
Consíganse nuevos reinos en las orillas del caos.
CONFRONTAR LA REALIDAD
No nos tomemos en serio la receta, pero imbuyámonos de su espíritu. En algún momento, hay que confrontar a los jóvenes con la realidad sin que se asusten. Es el requisito para crear un mundo mejor.
El mundo no está ordenado como sugieren los libros de texto. El orden es una lucha constante y los manuales no preparan para ello. Voy a poner ejemplos.
El esquema es necesario,
pero la vida, más
De un libro de texto se espera que nos diga que una flor se compone de su cáliz, de su corola, de sus estambres y de sus pistilos y ovario (androceo y gineceo dirán los más sesudos). Y se supone que uno puede salir al mundo con eso. Y no es cierto. Porque el mundo goza contradiciéndonos. Spielberg lo contó muy bien: «La naturaleza se abre camino». Luego proliferan los tallos subterráneos que uno tomaría ingenuamente por una raíz. Y muchos creerán que una margarita es UNA flor, sin animarse a examinarla más a fondo (tampoco es que el libro de texto nos anime a nada y reconozcamos que muchos profesores aprenden mucho de los libros de texto).
LA MARGARITA NO ES UNA FLOR
Pues no, la margarita no es UNA flor. Porque el botón contiene muchos minibultitos que no son ni estambre ni pistilo. El que se dedique a la botánica descubrirá el género de las compuestas, pero la mayoría de la humanidad vivirá engañada. Un simple examen con lupa binocular permite descubrir que cada bultito del botón es en realidad una minúscula flor preparada para abrirse. Y hasta lo que parecen pétalos son en realidad flores especializadas y disfrazadas de las que también saldrán unos órganos sexuales minúsculos. La naturaleza se abre camino y se complace en proponernos adivinanzas. El esquema es necesario, pero la vida, más. Y la vida se abre camino.
Otro ejemplo, este para mayores, porque es más profundo y controvertido. Creo haber visto que los libros de texto se extienden con la Segunda Guerra Mundial. Últimamente, sospecho, se ha puesto de moda utilizar el Holocausto como proyecto de final de curso. Nada que decir, el Holocausto existió y fue atroz. Y nadie discute que fue pasado real y es presente emocional. Pero también sospecho que hay otro tema, relacionado, también atroz, con mucho presente y con más futuro, que aún que se toca poco. Me refiero a la Postguerra mundial. ¿Les suena un diálogo como éste?
ALFA: ¿Te has enterado de que XXX vuelve al pueblo?
BETA: ¿Qué XXX?
ALFA: El que era dueño de la casa donde tú vives ahora.
BETA: ¿No lo habían matado?
ALFA: Ya ves…, se ve que no.
BETA: (Silencio…) «Tal vez le maten antes de llegar aquí»
POSTGUERRA, CATEGORÍA
Es evidente que esto último BETA sólo lo piensa. Tengo entendido que entre 1945 y 1948 muchos no sólo lo pensaron en muchos lugares de Europa. Y no eran nazis, ni de ninguna ideología totalitaria. No recibían órdenes ni formaban parte de ningún programa enloquecido.
Sé que lo que voy a decir será mal recibido. Posiblemente se me increpe por ello, pero me parece cierto y útil y por eso lo digo. Posiblemente tanto la Guerra Mundial como el Holocausto fueran anécdota mientras que, desde mi punto de vista, la Postguerra fue categoría.
El Holocausto es un tema muy emocional, pero posiblemente es un tema cerrado. Es comprensible pensar en él si se pretende hacer una educación emocional. Mas no creo que la emoción del Holocausto interpele directamente a nuestros alumnos. Pero la Postguerra sí lo hace y además incluye al Holocausto. Deportaciones, asesinatos oscuros, negociaciones impías, generosidades heroicas e ignotas, violaciones y niños rechazados, lucha por la supervivencia y por la propiedad, lucha de intereses, ímprobos esfuerzos contra el caos… Ahí está la mayor parte de la naturaleza humana. Con el Holocausto se critica a unos nazis locos, con la Postguerra podemos criticarnos también nosotros. Ahí estamos todos aún. Un nivel suficiente de tensión puede volver a desatar todo aquello.
Yo recomendaría potenciar la presencia de la Postguerra Mundial en el currículo. Esos tres años dicen más que algunos siglos. Creo que el Holocausto difícilmente se nos presentará en el futuro. Simplemente, no lo olvidemos. La Postguerra nos interpelará aún a todos, aunque no nos afecte una guerra directamente.
Y como me parece que no está muy representada en los textos escolares les recomiendo dos textos.
Tony JUDT, “Postguerra” Ed. CRÍTICA, 2006.
Keith LOWE, “Continente salvaje”, GALAXIA GUTENBERG, 2012.