HISTORIA DE TODOS ANTES DE HISTORIA ACADÉMICA

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Un ritual que tal vez se repite cada dos o tres años y casi siempre queda incompleto.

¿Para qué sirve la Historia?

O ¿A quién sirve la Historia?

Los hombres se quejaron a los dioses de que Gilgamesh les hacía trabajar contínuamente y no les daba respiro. Quedó registrada su queja. Y aunque los dioses la escucharan en la Historia sólo quedó Gilgamesh, sus proezas, sus ambiciones, sus logros y sus fracasos. Temió a la muerte como la temían todos, pero todos no cabían en los libros de historia. Tampoco sabemos quién levantó las pirámides como clamaba Bertold Brecht y de los constructores de El Escorial tal vez subsistan los maestros artesanos en las monografías eruditas para historiadores profesionales.

¿A partir de cuántos seguidores en facebook o twitter

saldrá uno en los libros de Historia del futuro?

Entre un mundo de animales indiferenciados que corretean y sobreviven y un mundo totalmente edificado con patrones decididos por alguien, está la Historia.

Entre la supervivencia y el proyecto. O entre la supervivencia y la trascendencia. Las multitudes y los individuos.

Entre las pirámides y los retratos de El Fayum hay una historia de la muerte.

Posiblemente el final del Imperio Antiguo de los egipcios fue testigo de una revolución en el morir. Tal vez aún no se trataba de vivir bien sino de, al menos, morir bien. No lo sabremos nunca pero quizá la gran gesta de los hombres, las multitudes, sea esa historia de la inclusión.

Ese deseo universal de ser. De los faraones del Imperio Egipcio a los sencillos ciudadanos del Imperio Romano. Atenas demostró que sin educación la democracia no es tal o se convierte en tiranía de multitudes y demagogos. No estamos tan lejos de eso. Y en Historia, dos mil años no es nada. O bastante poco.

Tal vez el fin de la Historia

esté en Facebook

O tal vez estemos en la Prehistoria de la Humanidad y la Historia está esperando a que estemos todos. Ahí juega el profesor de Historia, el que explica una historia que no es para alardear o para sólo entender y aceptar, sino una Historia para ser.

¿Qué me legaron,

cómo lo veo y qué estoy dispuesto a hacer?

Por tanto, la Historia de la escuela no puede ser una historia para seguir estudiándola en la Universidad, sólo eso. No. Debe ser una historia para toda la vida. Para saber si como Humanidad vamos por buen camino. Para sentir dolor de mundo y empeñarse en remediarlo. Para crear un «nosotros» universal. Recordemos, nos dispersamos por el mundo siendo animales y nos hemos vuelto a reunir siendo presuntamente humanos. Y esa Historia no puede ser de España, ni siquiera de Europa, sino un conjunto de miradas flexibles al mundo entero a diferentes alturas, no para ver a los demás pequeños, sino para ver el pequeño lugar que ocupamos cuando bajemos a tierra.

Podemos trabajar sobre el material bàsico de la Historia que es el tiempo. Un modelo de cronología universal, en forma de mural o lo que sea, siempre presente como el reloj o la pizarra. No hay inconveniente en usar los reyes como mojones, como lo eran los arcontes o los cónsules.

«En tiempos de…». En tiempos de Carlos I se dio la vuelta al mundo. En tiempos de Felipe II se empezó a comprender el Pacífico y se estableció el galeón de Manila. En primaria se puede entender la parte matemática de la cronología y sus principales mojones visuales. Y descubrir que aunque los vikingos parecieran algo prehistóricos, se dieron a conocer bastante después de la decadencia de Roma. Y que dieron paso a la modernidad enseñando a navegar por el Atlántico.

LOS CÓMOS Y LOS PORQUÉS

En secundaria ya pueden abordar los cómos y los porqués, así como asomarse a las dificultades de una y otra cosa. Es importante aprender antes de empezar los estudios profesionales (incluyo el Bachillerato) que la Historia «dice» muchas cosas pero en sí, no explica nada. Y que por tanto, la Historia es un terreno muy abierto a la Filosofía.

Felipe II no es un señor que hizo tal o cual sino una persona que tuvo dilemas, obsesiones, y obligaciones y que, tal vez, alguna vez actuara bien. Y que lo mismo le pasaba a Narmer 4.500 años antes, aunque con él tengamos que imaginar mucho más.

Quiero, por tanto, diferenciar la Historia Académica que es la que establece hechos e interpretaciones, que están para leerse (de ahí que reclame una escolaridad mucho más leída en libros de divulgación a diferentes alturas y menos «estudiada»). Los historiadores establecen la Historia sobre la que luego hablan los demás, en la escuela y durante toda su vida. Y quiero diferenciarla de la Historia de Todos que es la que, a mi juicio, debería tratarse en las escuelas e institutos.

Historia académica

Historia de todos

Esa se establece con los conocimientos de los alumnos y con las correcciones de los profesores. Y se habla, se discute mucho y se debaten sus problemas al nivel de cada edad. Es una Historia que no tiene porqué ser secuencial y siempre ha de estar secuenciada a la vista. Incluso han de poder discutirse los porqués de los tradicionales mojones que figuran al principio del artículo.

Ha de ser una Historia de problemas humanos y de gente que los quiso resolver o los resolvió. Y de gente que se opuso a la resolución. Y por supuesto una Historia de amistades e intereses, que al fin y al cabo conecta con lo que nos pasa ahora. Y la Historia de Todos ha de poder hablar del futuro.

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