A MEDIAS
Si la educación no se planifica, si no se sigue en el tiempo, si toda la educación siempre es a corto plazo, si es un programa de gobierno, si siempre decimos «el gobierno anterior no sabía nada de nada y como conclusión borramos todo, incluso lo bueno», si no corregimos sumando, por lo tanto, nada es útil y… si pensamos –paradójicamente– que así no avanzamos, andamos como el pato, todo a medias, porque, como podrán observar, el pato nada a medias, vuela a medias y camina a medias.
Pobre pato, ¿no?
O pobre de nosotros
HIPOTECANDO EL FUTURO
En el caso de la educación, la planificación y gestión representan y han representado siempre la explicitación de los deseos y posteriores éxitos y realidades de todo educador, de toda sociedad. Así, anularíamos parte de la supresión de prejuicios que se producen para transformarlos, de esta manera, en uno de los criterios para la justicia social.
No tenemos conciencia de que un alumno que está sentado en nuestras aulas hoy, que egresa al fin del ciclo lectivo del 2019 del colegio secundario va a ser el constructor de los designios del 2025-28, por lo tanto, vivimos hipotecando el futuro.
La educación debe tener como base la toma de conciencia permanente de cambio para mejorar y ser el facilitadora del desarrollo pleno de las personas. El aprendizaje en la política educativa siempre debe ser consciente, porque sabremos hacia dónde vamos –pero somos egoístas y solo «pensamos para ayer»–.
Educar es actuar y transformar esto no quiere decir ‘acumular y repetir eslóganes políticos para las elecciones’; no hay que ser miope educativamente, porque el cerebro no se debe adormecer y el progreso social tiene que ser de todos a través de la educación.
DESDE EL ÚTERO
«La educación para los gobernantes debe ser una práctica política permanente, pero no cambiar la política educativa permanentemente».
La educación empieza desde el útero y se planifica antes de nacer, es el punto de partida en la transmisión de valores que está en la familia, moderna o no. Debemos tener claro que a la educación «se llega» a una edad en la que los chicos –con sus aprendizajes previos– se empiezan a entremezclar con los impartidos por los docentes en las escuelas… Por lo tanto, el destino de la educación no puede siempre estar en juego. Yo, a diario, me pregunto: ¿Qué acontecimiento cotidiano, por irrelevante que sea aparentemente, no deja de ser un acontecimiento primario educativo? Y ¿Qué agente social no está afectado por la política educativa de un país?
La educación para un país y para la humanidad debe ser «El Tema» y no una mera coyuntura permanente que cambia a cada grano de arena que cae en el reloj de la desidia de los poderosos.
«La educación –muchas veces– es una fina y equilibrada mezcla de utopía y realidad, pero, a la larga, triunfa esta última, quienquiera que haya pensado, pensará siempre. Nunca queda en reposo el entendimiento que se ha ejercitado en la reflexión… Que el hombre vea con sus ojos, que sienta con su corazón y que ninguna autoridad lo gobierne, fuera de su propia razón».
J.J. Rousseau: El Emilio, 1762
Un país sin diseño, sin planificación, sin programación, sin gestión educativa no puede realizar intervención educativa de forma deliberada y sistemática y mucho menos exitosa en el tiempo. No podemos perder el tren educativo, la educación para los gobernantes debe ser una práctica política permanente, pero no cambiar la política educativa permanentemente porque si así lo hacen nos viviríamos disparando en los pies y andaríamos como andamos hoy, rengo con un futuro incierto.
La educación no es un envoltorio permanente, no es una cascara, educar debe ser un fruto permanente. Los gobernantes suelen preocuparse por lo urgente y por los réditos electorales inmediatos; por lo tanto, no hay política a largo plazo. Muchos de los contenidos dados en el aula no son aprendidos porque la interpretación falla, porque no hay una necesidad o porque no es atractivo aprender.
No existe un proceso de aprendizaje que no involucra sus principales actores: los docentes y los alumnos. Mucha veces, los contenidos están desvinculados de las reales necesidades de los alumnos que, luego, pasarán a convertirse en los adultos del mañana y esto hace que no se inserten inteligentemente en la dinámica de la sociedad del siglo XXI.
Así no avanzamos,
andamos como el pato, todo «a medias»
Yo creo que esto no se da solo porque falla el diagnóstico, sino también porque los que tratan de impulsar los nuevos cambios desconocen la realidad del aula. No están preparados porque no conocen el aula, tienen un discurso que «necesita realidad», no pura utopía y los docentes sabemos de utopías.
EN CONSTANTE TENSIÓN
«Saben leer y escribir,
pero no saben para qué»
El sentido de una verdadera educación es que podamos pensar por nosotros mismos, porque la educación es estrategia y transformación. Pero, para eso, hay que pensar qué compromisos educativos vamos a dar –desde las autoridades de turno hasta nosotros–. De hecho, la educación no puede estar en contante tensión entre la premisa de gasto o inversión, tenemos que entender que la educación es presente y futuro; es la llave maestra para ser humanos.
Las políticas de gobierno que simulan ser políticas educativas a la corta simulan lo que no es, creando alumnos analfabetos funcionales; saben leer y escribir, pero no saben para qué.