EXPERIENCIAS DE NEUROAPRENDIZAJE
Te proponemos un reto, ¿te atreves? Rápido y sin pensar demasiado. Sitúate en tu infancia y rescata una imagen, una persona, una situación… ¿La tienes?
“Si pienso en los recuerdos de mi infancia, me viene a la mente mi profesora María. Con ella me emocioné, me acompañó, despertó mi curiosidad por la ciencia”.
Seguro que tú también has oído frases como esta muchas veces, de personas que reflexionaban sobre sus experiencias educativas, pero… ¿te has planteado alguna vez por qué recuerdas unas cosas y otras no?
Vivimos un momento de revolución pedagógica. Lo educativo se plantea como un acto de participación y corresponsabilidad. En este contexto, neurociencia, pedagogía y psicología tienen un punto de encuentro:
La neuroeducación
Tokuhama-Espinosa, T. (2014). Making classrooms better.
50 practical applications of mind, brain and education science.
Tanto si te consideras un docente innovador, como más tradicional, independientemente de la etapa educativa en la que estés especializado o de si te desarrollas en el ámbito formal o no formal, tienes delante una oportunidad que no puedes dejar pasar.
En aquella época, María no había oído hablar de neuroeducación, pero poseía una caja de herramientas repleta de habilidades como la comunicación, la empatía, la autogestión emocional, espíritu crítico, capacidad de sorprender, intuición y mucha pasión. Actualmente, con el acceso a la información tan rápido y fácil, como educadores no podemos dejarnos cegar por las últimas tendencias sin antes contrastar las teorías que las fundamentan y las experiencias existentes. El camino no puede ser otro que la pedagogía de la evidencia.
Una vez aceptado el reto y con la ayuda de María y su caja de herramientas, consideramos fundamental seguir nuestro camino reflexionando a partir de cuatro ejes esenciales:
1
Autoconocimiento y acompañamiento: implicación, relación y motivación.
2
Educación emocional: atención y gestión emocional.
3
El cuerpo que habitamos: movimiento, alimentación y ejercicio.
4
El cerebro social: creatividad y trabajo cooperativo.
Estos cuatro ejes nos ayudarán a ver la importancia de nuestra práctica educativa diaria y ver cómo la neurociencia nos ayuda a mejorarla.
1
Autoconocimiento y acompañamiento
Implicación, relación y motivación
Einstein nos ha dejado muchas frases dignas de su genialidad, pero queremos destacar dos: “La mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre” y “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
¿Cuál es el sentimiento general en las aulas? ¿Para qué educamos? ¿Cómo lo hacemos? y sobre todo, ¿cómo acompañamos el proceso de aprendizaje y curiosidad en las diferentes etapas de la vida de una persona?
Muy a menudo la falta de motivación viene determinada por situaciones en las que los alumnos se sienten etiquetados y clasificados en función, únicamente, de su coeficiente intelectual. Afortunadamente, estos últimos años, la neurociencia a través de numerosas investigaciones ha mostrado evidencias que explican cómo funciona el cerebro y cómo su maravillosa plasticidad nos capacita para adaptarnos a los distintos sistemas y contextos de aprendizaje.
«La mente es como un paracaídas,
sólo funciona si se abre»
Es vital que la persona quiera crecer, quiera compartir con sus compañeros/as experiencias inolvidables (acordaos de María) y en definitiva, pueda disfrutar de ese gran itinerario formativo que es la vida, sintiéndose acompañado, valorado y querido. Por eso, para que aprender sea algo que valga la pena, hace falta un contexto de implicación, relación y motivación de la persona con su propio proceso educativo (lo que Carol Dweck (2016) denomina mentalidad de crecimiento: basada en las propias habilidades y en la superación de las dificultades).
Nuestra misión como educadores será la de acompañar, estar “al lado de”, guiar, ofrecer espacios, ayudar a pensar, generar preguntas, esperar, escuchar, caminar,… en este proceso es muy importante que los niños y niñas, chicos y chicas puedan confiar en las personas que les son referentes. Por eso es tan importante que como educadores y acompañantes de procesos de descubrimiento de sus vidas, facilitemos la reflexión, los tiempos y los encuentros personales para que ellos solos puedan alcanzar sus sueños.
¿Y cómo podemos ayudarles a
alcanzar sus sueños?
Recuperemos a nuestra profesora María, ella motivaba a su alumnado para que luchara por sus sueños. Pero María tenía muy claro que la motivación sólo es sostenible y duradera cuando es intrínseca, es decir cuando hablamos de automotivación (Ryan y Deci, 2000).
Por eso, como educadores, es tan importante contextualizar el aprendizaje y hacerlo, en la medida de las posibilidades, acompañando a cada estudiante a identificar cuál es, para él, la utilidad del aprendizaje y qué relación tiene con el mundo que le rodea, con su realidad:
Aquella realidad en la que podemos aplicar nuestras habilidades, hacer lo que nos gusta (aunque el objeto concreto del aprendizaje no le guste especialmente) y poner el énfasis y el esfuerzo en el proceso. Así, a través de la automotivación, se desarrollarán las habilidades del estudiante y, en consecuencia, aumentará su autoestima y su rendimiento, y las expectativas de los docentes y del propio alumno.
2
Educación emocional
Atención y gestión emocional
En un artículo1 publicado recientemente, David Bueno indica la existencia de trabajos neurocientíficos que explican que cualquier aprendizaje que lleve emociones asociadas se retiene mucho mejor en la memoria y menciona algo revelador: “No genera el mismo efecto en la estructura cerebral aprender con miedo que a través de la sorpresa y la alegría, lo que se traduce en la génesis de personalidades diferentes”.
Las nuevas técnicas de visualización del cerebro han demostrado que lo novedoso, los estímulos visuales y, en general, todo aquello que nos genera “sorpresa” capta nuestra atención permitiéndonos fijar los pensamientos y las respuestas ante problemas planteados. Por ejemplo, ¿a qué dedicas los primeros minutos de cada sesión?
María tenía un truco, empezaba cada clase de forma distinta: introduciendo una pregunta abierta, presentando un vídeo que conectase con nuestra realidad, organizando alguna actividad dinámica… en lugar de dedicar los primeros minutos a repasar contenidos, a corregir tareas o a esperar que el grupo esté en silencio, como solían hacer otros docentes. Esto ayudaba a generar esta sorpresa que hacía al alumnado estar más atentos.
Además de intentar captar la atención del alumnado debemos tener en cuenta otro factor. Francisco Mora, experto en neuroeducación, dice que los docentes excelentes son aquellos que son capaces de “convertir cualquier concepto, incluso de apariencia ‘sosa’, en algo interesante” y afirma que solo se puede aprender aquello que se ama, aquello que te dice algo nuevo, que resuena con lo que emocionalmente llevas dentro.
Y es que las emociones constituyen el pegamento del aprendizaje (Forés, 2015). Gracias a la neurociencia, sabemos que éstas constituyen un mecanismo que la evolución nos ha dado para la supervivencia. Esto quiere decir que el cerebro interpretará cualquier aprendizaje que despierte algún tipo de emoción como clave para la supervivencia (Bueno i Torrens, 2017).
Por tanto, tiene sentido crear un clima de aula en el que predominan emociones que el alumnado perciba como agradables. Pero para lograr crear estos climas de buena convivencia y para que no se produzcan bloqueos que interfieren en el aprendizaje es importante introducir procesos de autogestión emocional en los centros educativos, por ejemplo, cuando aparece una emoción nueva en el aula, podemos ayudar a nuestros alumnos a autogestionarla y a ser poco a poco más inteligentes emocionalmente (con todo, es importante no olvidar la responsabilidad personal que tenemos como adultos de pasar por un aprendizaje personal primero, para poder transmitir patrones coherentes a nuestros estudiantes).
Además, debemos tener en cuenta que las emociones que percibimos como agradables nos generan neurotransmisores (mensajeros químicos entre neuronas que determinan el estado de ánimo, el sueño, la atención y la motivación), tales como la serotonina, dopamina y endorfinas y que potencian el aprendizaje. La Educación Emocional es, por tanto, una gran herramienta educativa, que ayudará al desarrollo de nuestros estudiantes y de nosotros mismos.
Nuestro trabajo como docentes no sólo consiste en que nuestro alumnado aprenda conocimientos; tenemos la responsabilidad y el privilegio de acompañarlos en el descubrimiento de la “mejor versión” de ellos mismos, de apoyarles en su desarrollo y empoderamiento. Todos tenemos habilidades extraordinarias (Robinson, 2009 y 2014) que, sin embargo, a menudo percibimos como ordinarias, es decir, por ser asumidas como propias las consideramos normales.
Nuestros alumnos también, y quizá no lo saben: no saben que, para los demás, son extraordinarias y extremadamente útiles. Identificarlas, reconocerlas y ser capaz de conjugarlas cooperativamente, como veremos más adelante, es algo mágico que no podemos dejar pasar.
Por ello, será necesario que pongamos en juego nuestras habilidades neuroeducativas, consigamos que nuestros alumnos identifiquen sus habilidades y sus intereses, y los apliquen, pongan atención, trabajen la mentalidad abierta y la acción decidida, en todos los ámbitos de su vida. En su desarrollo formativo, pero también en el conocimiento de sí mismos, en sus relaciones interpersonales, dentro y fuera del aula, dentro y fuera del ámbito educativo.
Facilitemos que nuestro alumnado tenga una opinión positiva de él mismo e interiorice que con atención, (auto)motivación y esfuerzo, no hay proceso de aprendizaje que se resista, ya que, como ha corroborado un metanálisis de Hattie (2012)2, el autoconcepto es un factor determinante de éxito en el desarrollo del alumnado para convertirse en persona autónoma (Jesús Guillén, blog “Escuela con cerebro”).
3
El cuerpo que habitamos
Movimiento, alimentación y sueño
¿Sabías que la mayor parte del peso del cerebro (si le quitamos el agua) son grasas (lípidos)? El resto son proteínas, aminoácidos, glucosa y micronutrientes que tienen un gran impacto en su funcionamiento y desarrollo, así como en el estado de ánimo y en el nivel de energía. Las proteínas y los aminoácidos son los nutrientes básicos del crecimiento y desarrollo, pero además inciden en la forma en la que nos sentimos y nos comportamos.
La neurociencia sostiene que tomar conciencia de la importancia de una buena salud física es necesario para que a nivel mental podamos estar sanos también. Una dieta variada ayuda también a tener una combinación equilibrada de neurotransmisores como la dopamina, las endorfinas o la serotonina que producen el estado de bienestar necesario para un buen aprendizaje.
Para la fabricación de estos neurotransmisores es necesaria una serie de nutrientes que debemos adquirir mediante una dieta equilibrada. Por ejemplo, el Omega 3, los polifenoles, la vitamina B9 (ácido fólico) y la vitamina b12 son nutrientes esenciales para el buen funcionamiento cerebral y con su ingesta aumentamos nuestra capacidad de aprendizaje (entre otros beneficios, mejoran la memoria de trabajo).
En alumnos adolescentes suplementados con polifenoles provenientes de frutos rojos, se ha observado un aumento de su capacidad y función cognitiva respecto al grupo control (Casafont, 2014).
Una buena salud física es necesaria para que a nivel mental
podamos estar sanos
Además de la alimentación, en el cuidado del cuerpo también incide de forma determinante la educación física, cuyos efectos han sido históricamente subestimados, atribuyendo sus virtudes solamente a mejoras cardiovasculares y a la integración lúdica y social de los estudiantes (Ballarini, 2016).
¿Pero cómo beneficia el ejercicio físico al aprendizaje de nuestros alumnos? Estudios neurocientíficos han demostrado que además de estos beneficios, el ejercicio físico presenta ventajas muy relevantes para un mayor y mejor desarrollo cerebral.
Sabemos que nuestro cuerpo empieza a sintetizar BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro) a partir de los 10 minutos de actividad física. Esta síntesis proporciona cambios que influyen en el aprendizaje: aumenta la plasticidad sináptica, fortalece las conexiones neuronales que posibilitan el aprendizaje, aumenta la neurogénesis (creación de nuevas neuronas) en el hipocampo (centro de la memoria imprescindible en el proceso de aprendizaje), aumenta a su vez la vascularidad cerebral (permitiendo así que los nutrientes lleguen con mayor facilidad) y consigue mayor eficiencia en el funcionamiento cerebral (Jesús Guillén, blog “Escuela con cerebro”).
El ejercicio, no solo mejora los circuitos ya existentes sino que además, en el período posterior a la realización de la actividad física, hace posible que tengamos una mayor atención y capacidad de aprendizaje. Entonces, ¿por qué no realizar las sesiones de educación física a primera hora de la mañana?
También incide de forma determinante la
educación física
Otro factor clave que ayuda al aprendizaje es descansar correctamente durante las horas de sueño. El aprendizaje empieza con una fase inicial en la que el estudiante está activo y mantiene la atención necesaria durante el día y continúa con el procesamiento de la información que se produce durante el sueño.
En las horas de sueño pasamos por unas fases llamadas no REM y REM, en las que cuerpo y mente se regeneran respectivamente. En este proceso de regeneración es cuando se fijan los aprendizajes que han tenido lugar durante el día. Por tanto, si nuestros alumnos no tienen un descanso adecuado, su capacidad de concentración y aprendizaje disminuyen debido a la falta de reparación de las moléculas cerebrales durante la noche (Casafont, 2012).
Para poder completar todas las fases del ciclo del sueño y asegurar la reparación necesaria se recomienda un sueño de al menos 7 u 8 horas. Para poder favorecerlo, nos ayudará apagar los aparatos electrónicos, reducir las bebidas con cafeína y seguir una rutina relajante antes de ir a dormir.
Por eso será necesario que, como docentes, hagamos hincapié en la importancia que el alumnado tenga una alimentación variada, haga ejercicio y descanse correctamente, ya que nuestro cerebro únicamente podrá estar fuerte y equilibrado si nos ocupamos del cuerpo que habitamos.
4
El cerebro social
Creatividad y trabajo cooperativo
Uno más uno no siempre son dos. Sí, tú sabes que la suma aritmética lo es, pero la suma de esfuerzos, la suma energética o la suma emocional no tienen por qué ser iguales a dos. Son las sinergias, el aprovechamiento de las habilidades y de las capacidades de cada persona.
Es el trabajo en equipo; no en grupo, sino algo más que eso: el equipo entendido como un conjunto de personas que trabajan juntas para conseguir un objetivo común. Cuando ese conjunto de personas trabajan como un equipo y cooperan la suma de uno más uno siempre es más que dos… mucho más que dos.
Y es que nuestro cerebro es social. Por ello, cuando oímos anécdotas de otras personas, ya sean conocidas o desconocidas, se nos conectan automáticamente diversas zonas del cerebro que en conjunto conforman este llamado cerebro social (Bueno i Torrens, 2017). ¿Por qué crees que te hablamos tanto de María?
Hablar de nosotros mismos puede ser una buena estrategia para recuperar la atención del que nos oye o, en este caso, lee. Por tanto, una buena técnica para emplear en nuestras clases puede ser contar anécdotas propias, que atraerán la atención de nuestros alumnos y alumnas y, que además, nos permitirán conectar con ellos mejor y crear vínculos afectivos más sólidos.
Utilicemos estrategias ganar-ganar: si nos hablamos y escuchamos sólo a nosotros mismos ¿con quién debatimos? ¿Quién contrasta nuestra opinión? Expliquemos cosas que nos interesan, pero también preguntémonos qué intereses tienen nuestros alumnos y adaptémonos a ellos. Hagamos que ellos y ellas hagan lo mismo con sus iguales. Que aporten lo que les hace únicos, diferentes.
Y que dejen y apoyen que los demás hagan lo mismo. El resultado del aprendizaje cooperativo, cuando se hace desde la esencia de cada persona y desde sus habilidades e intereses, es algo que parece mágico. Y no lo es: es el resultado de las cosas bien hechas. La cooperación no tiene porqué ser igualitaria, sino equitativa. Equitativa en función de las habilidades y de los intereses de cada alumno y de los talentos individuales y grupales desarrollados.
En este proceso de interacción, trabajo y creación de grupo con otras personas, será necesario que observemos a las personas que tenemos a nuestro alrededor. Pensemos en personas que conocemos, con las que nos relacionamos cada día. ¿Qué tipo de mentalidad tienen? Mentalidad fija, poco favorable al cambio y que tiende a obviar y a olvidar rápidamente los errores, sin aprender de ellos ni de las experiencias que los han generado.
O mentalidad de crecimiento (Dweck, 2016), poniendo atención a las experiencias y a los errores, analizándolos constructivamente y, cuando sea necesario, corrigiéndolos, desaprendiendo para aprender. Aprovechando este proceso para crear un aprendizaje más sólido (tal como hemos visto en alguno de los ejes anteriores).
La mentalidad de crecimiento es una mentalidad de proceso que recoge los elementos que hemos ido presentando hasta aquí: poniendo énfasis en el proceso de aprendizaje, la persona (tanto el alumno como el docente, pero también las familias y el entorno educativo) aprende de todas y cada una de las situaciones y el resultado es, en cualquier caso, siempre mejor y más sólido; la memoria se consolida y, en consecuencia, los aprendizajes también.
Exploremos esta espiral de aprendizaje multidimensional: respetemos la importancia de volver a pasar por el aprendizaje cambiando la perspectiva. Y volvamos a hacerlo una y otra vez, compartiendo procesos, habilidades, aptitudes, actitudes, talentos, emociones, sueños… en el camino de aprender a aprender.
Nosotros estamos preparados y queremos compartirlo contigo. Nuestro primer encuentro ya tiene fecha: el próximo 27 de mayo en la escuela La Floresta (Sant Cugat del Vallès), Neurohackers Education y [ED]Building, con el apoyo y certificación del ICE (Universidad de Barcelona) organizamos la Jornada “Experiencias de neuroaprendizaje: compartir para aprender”.
Un espacio formativo que quiere poner al alcance de todos una oportunidad de aprendizaje experiencial con un objetivo claro: acercar los pilares de la neuroeducación para su posterior aplicación en los distintos ámbitos educativos, tanto formal como no formal. Construyamos juntos, encontrémonos para aprender: 4ª JORNADA EDBUILDING.
Formémonos como docentes y educadores para aprender a ver. Miremos a nuestros alumnos y además de observar su rostro, veamos su personalidad llena de gustos, intereses o actitudes ante el aprendizaje y ante la vida. No solamente nos permitirá aprender algo sobre ellos, seguramente nos reconoceremos y aprenderemos algo sobre nosotros mismos.
Aprovechemos la oportunidad de ver a la persona que hay en cada uno de ellos, escuchemos lo que dicen y también sus silencios. Atrevámonos hacer algo por cada uno de los chicos y chicas que pasa por nuestras manos y también atrevámonos a crecer con ellos.
Cada día es una oportunidad de aprendizaje que
no podemos desaprovechar
Notas
2 Uno de los trabajos de investigación más influyentes actualmente en el campo de la enseñanza y aprendizaje está dirigido por John Hattie (2012), de la Universidad de Auckland de Nueva Zelanda, quien durante quince años realizó una investigación basada en 800 meta-análisis que han supuesto en total 50.000 estudios y una muestra de 80.000 estudiantes.
Referencias
Ballarini, F. (2016). REC. Debate.
Bueno i Torrens D. (2017). Neurociència per educadors. Associació de Mestres Rosa Sensat.
Casafont, R. (2012). Viaje a tu cerebro. Ediciones B.
Casafont, R. (2014). Viaje a tu cerebro emocional. Ediciones B.
Dweck, C. (2016). Mindset, La actitud del éxito. Editorial Sirio.
Forés, A. (Coord.) (2015). Neuromitos en educación: el aprendizaje desde la neurociencia. Plataforma editorial.
Guillén, J.: Escuela con cerebro. Blog
Ibarrola, B. (2016). Aprendizaje emocionante. Neurociencia para el aula. Editorial SM.
L’Ecuyer, C. (2012). Educar en el asombro. Plataforma Editorial.
Nhat Hanh, T. (2015). Plantando semillas. La práctica del mindfulness con niños. Editorial Kairós.
Reichert, E. (2013). Infancia, la edad sagrada. Ediciones La Llave.
Robinson, K. (2009). El Elemento, descubrir tu pasión lo cambia todo. Editorial Grijalbo.
Robinson, K. (2014). Encuentra tu Elemento. Editorial DeBolsillo.
Ryan, R.M. y Deci, E.L. (2000): La Teoría de la Autodeterminación y la Facilitación de la Motivación Intrínseca, el Desarrollo Social y el Bienestar. University of Rochester.
Snel, E. (2013). Tranquilos y atentos como una rana. Editorial Kairós.
Autores (de izquierda a derecha):
Guillem Díaz, Anna Jubete, Iolanda Nieves, Olga Molina, Emilio López, Elisenda Polinyà, Alba Reguant y Noemí Royes (Neurohackers Education. Equipo de trabajo formado por profesionales del ámbito educativo que se han encontrado gracias al Posgrado de Neuroeducación de la Universidad de Barcelona).
Guillem Díaz. Facilitador de procesos de cambio personal y de equipos. Orientador de adolescentes y jóvenes. Coach certificado. Economista por la UAB y Diplomado en Técnica Urbanística por la UPC.
Anna Jubete. Pedagoga especializada en la formación de docentes en metodologías activas y profesora colaboradora en la Universitat Oberta de Catalunya.
Iolanda Nieves. Docente de la unidad Business Spanish for Communication de la escuela de negocios IESE Business School, Posgrado en Liderazgo y habilidades directivas, formadora de profesores y aprendiente permanente.
Olga Molina. Diplomada en educación infantil y primaria. Especialista en educación viva y metodologías activas.
Emilio López. Graduado en Traducción e Interpretación y Máster en Educación Secundaria, Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas. Actualmente trabaja como Supervisor Académico y profesor de Inglés y Español Lengua Extranjera en FamilyLanguage.
Elisenda Polinyà. Educadora y artterapeuta. Amante del arte y la creatividad como fuente de inspiración para el aprendizaje en distintos proyectos. Actualmente trabaja en Mar de Somnis, dedicada a la infancia con epilepsia.
Alba Reguant. Formadora de profesorado en neurociencias aplicadas a la educación y nuevas metodologías de aprendizaje.
Noemí Royes. Pedagoga especializada en innovación pedagógica, dirección de proyectos y formación continuada. Amante de los retos y apasionada de la educación y la creatividad. Cree firmemente en el talento oculto de las personas. Directora pedagógica de [ED]Building y colaboradora de Formacció.