EN BUSCA DE NUESTRA VOCACIÓN

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VOCACIÓN

Hoy os queremos hablar de la vocación, de la importancia de encontrar nuestra verdadera vocación para caminar por la vida.

Sin duda, es uno de los mayores tesoros que podemos alcanzar y encontrar para vivir más intensamente –más plenamente– una vida mejor.

Y es que podemos vivir como si todo en nuestra vida fuera un milagro o como si nada fuera un milagro si quitamos esa faceta más divina, trascendental y metafísica de nuestra propia existencia.

Y, sobre todo, podemos vivir una vida con sentido y substancia. Y ese sentido, ese ‘rumbo hacia dónde vamos’ depende, en gran medida, de encontrar y descubrir nuestra propia vocación.

Una vocación puede ser personal y religiosa, pero que también, profesional; es decir, orientada hacia lo que nos vamos a dedicar y en concordancia con nuestros talentos, intereses, gustos y actitudes. Una llamada espiritual que nos invita a hacer una carrera, una profesión y a tener una dedicación en la vida.

Descubrir nuestra vocación es el mejor regalo para el mundo, el mejor instrumento para expresar todo el amor que llevamos dentro, un amor no solamente humano, sino divino.

Encontrar nuestra verdadera vocación es caminar por la vida con toda la fuerza y ese descubrimiento no es igual para todo el mundo.

PREGUNTAS

¿Qué hacemos, qué haremos y para qué?

Necesitamos aprender a sentir y aplicar la inteligencia emocional y espiritual para encontrar nuestro camino en la vida, nuestra vocación y eso es un proceso que no acaba nunca.

Se trata de descubrir aquello que procede de nuestro interior y que hace que lo que pensamos, sentimos y hacemos está alineado y eso nos llena de alegría y gozo.

¿Cómo la podemos encontrar?

El principal ingrediente es el amor, las ganas, la voluntad para alcanzar eso que queremos y para conectar y descubrir esa voz, esa llamada.

Necesitamos confianza y fe para creer en todo lo que valemos y es que encontrar la vocación es tan importante que aportamos a los demás todo nuestro talento y eso nos hace felices, nos hace sentirnos queridos y válidos para los demás.

La vocación depende mucho de nuestras raíces y valores, de lo que vemos en casa y de nuestro entorno, de nuestra propia familia y escuela y de la cultura que tenemos que no ayuda precisamente a encontrar esas vocaciones a las que nos referimos.

Por último, hemos de tener presente que podemos caminar por la vida de manera libre y caótica, o bien, caminar por la senda de la vocación; y eso va a depender de nuestra actitud y compromiso. Y es que quien encuentra y desarrolla su vocación tendrá el mejor de los premios: ser feliz y hacer felices a los demás, seguramente, la razón de nuestra propia existencia.

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