El talento no es una función lineal, creciente y constante…
y tampoco depende de una sola variable
Celebramos y admiramos los éxitos de los grandes deportistas, actores, escritores, cocineros, bailarines, cantantes, músicos… Incluso admiramos las noticias que nos hablan de niños excelentes que han sacado un 10 en selectividad o han sido seleccionados para programas específicos de alguna Universidad Extrajera. Pero pocas veces somos conscientes de cómo estas personas han llegado hasta allí. La mayoría asumimos que, simplemente, tenían el talento para ello.
Porque en cualquier actividad que desarrollamos tendemos a dividir entre los que tienen talento, y los que no. Los que tienen talento, por supuesto, llegarán lejos en la vida, al menos en el campo donde su talento es destacado. El resto, tendrá que dedicarse a otra cosa.
La escuela no escapa de esta concepción
Todos asumimos que unos niños son más capaces y tienen facilidad para sacar buenas notas. Esos niños tendrán buenos resultados académicos, sacarán una buena nota en selectividad, podrán elegir una carrera de esas que son tan difíciles, un doble grado en ciencias o tecnología, con seguridad. Conseguirán un buen trabajo. Y vivirán satisfechos de su éxito el resto de su vida.
Así de fácil y así de sencillo.
¡Falso!
El talento NO es una función lineal, que se desarrolla de forma espontánea, que crece de forma constante, siempre en ascenso. Y el talento no depende únicamente de nuestra capacidad innata. Al contrario, es una función de muchas y complejas variables que afectan al desarrollo de un niño de forma distinta y con diferente intensidad en cada una de sus etapas de crecimiento.
A veces, es una espiral, un torbellino que arrasa con todos los retos que se ponen a su alcance; pero, otras, es una curva lleva de altibajos. A veces, cambia de dirección y de ámbito. Pero siempre el trabajo del educador es evitar que esta función resulte en cero.
¿Cómo?
Conociendo las variables de esta función y trabajando para otorgar a cada una de ellas el valor más alto posible.
EL ENTORNO
François Gagné es uno de los expertos más reconocidos en el campo del desarrollo del talento. En su modelo DMGT describe los diferentes factores que influyen y determinan el desarrollo del talento. Este modelo, además, es uno de los más ampliamente reconocidos en el campo de la Psicología, la Pedagogía y el estudio de las altas capacidades.
Para Gagné, el talento es la transformación paulatina de nuestros dones en competencias generales o específicas en campos de dominio culturalmente aceptados (que pueden ir desde el deporte al arte, el cine, la literatura, las matemáticas o la ciencia).
Los dones a su vez son la transformación de nuestras capacidades naturales y éstas la transformación de nuestras capacidades innatas. Esta continua y evolutiva transformación se ve permanentemente afectada por nuestro entorno y factores personales.
Así, por ejemplo, un niño que nace con una capacidad innata de equilibrio y coordinación motora, podría transformarla en una capacidad natural (facilidad para aprender y manejar con destreza destacada para su edad) para montar en bici, si se encuentra en un entorno donde puede observar cómo otros niños montan en bici, tiene la oportunidad de montar en bici y le apetece montar en bici. Es decir, aprenderá a montar en bici a una edad precoz. Si, además, practica con asiduidad su destreza irá aumentando cada vez más y empezará a hacer quizá algunas cabriolas.
Si, una vez que observamos que el niño muestra esta destreza de forma destacada y tienen el interés necesario podemos apuntarle a un club de ciclismo infantil y si allí tiene la oportunidad de contar con un entrenador que le aporta las herramientas para pulir su potencial, este mismo niño irá mejorando la eficacia de su pedalada, su postura en la bici, adecuando su alimentación y horarios de descanso incluso, para obtener un cada vez mayor rendimiento.
A medida que su potencial se va desarrollando se pondrá a prueba seguramente con su participación en distintas carreras. El éxito o fracaso en las mismas le permitirá pulir sus defectos, y seguir persistiendo y avanzando en el desarrollo de su potencial. De ellas recibirá el feed back necesario.
Así, a medida que este desarrollo avanza, este niño irá perfilando su interés y motivación y buscando una cada vez mayor especialización. Se decantará por el ciclismo de carretera, mountain bike, trial bike, BMX o acrobacias. Y esto le llevará a necesitar entrenadores y preparadores de apoyo cada vez más especializados y un nivel de reto cada vez mayor. Podrá aspirar a niveles de logro cada vez más elevados.
Si todas estas circunstancias no se ponen a su alcance, ese mismo niño, con esa misma capacidad innata de equilibrio y coordinación no se convertirá en un ciclista profesional. Si en lugar de una bici se encuentra en un entorno marítimo, podrá derivar hacia una carrera similar en el campo del wind-surf, por ejemplo.
O si vive en un entorno de alta montaña, en el campo del esquí. Pero si no se pone a su alcance ninguna oportunidad de desarrollo de sus capacidades innatas específicas, éstas no se transformarán en nada. Quedarán inertes e improductivas en la persona.
En todo este proceso, el apoyo de la familia, el grupo de amigos, y la experiencia, empuje y oportunidades que sus entrenadores y preparadores le aporten determinarán en buena medida, cuán lejos pueda llegar.
Podemos visualizar muy bien este concepto en la película de Billy Elliot. Billy tenía unas capacidades innatas para el baile. Además, sentía pasión por él. Pero ni Billy ni nadie en su familia sospechaba que estas capacidades estaban allí, porque estaban inertes, no se habían expresado. Billy vivía en un entorno donde las únicas oportunidades que se presentaban para los muchachos eran el boxeo o trabajar en la mina. Todos los niños de ese pueblo estaban abocados a ser una u otra cosa. El entorno determinaba el futuro de muchos de ellos.
Sin embargo, un día tuvo la oportunidad de ver a un grupo de niñas y a su profesora haciendo ballet. Y quiso probar. Ya tenía 11 años y además era un niño. Nada hacía prever de antemano que tendría éxito en esta disciplina. Tenía muchos factores en contra. Sin embargo, dos elementos rompieron la tendencia:
I
Una profesora que supo ver en él, no un magnífico resultado, -entendió que éste no era exigible pues la técnica en ballet exige años de entrenamiento continuado y guiado por un especialista, algo que Billy no había recibido a sus 11 años- sino una capacidad innata para “sentir” y “expresar”, para “vivir” la música. Y decidió trabajar con Billy para transformar esa capacidad y aportarle las herramientas y técnicas necesarias para que se convirtiera en un cada vez mejor bailarín.
II
Conocedora de sus limitaciones, buscó para él un reto a su altura, le dio la oportunidad de ponerse a prueba, y entrar en un programa específico donde otros especialistas siguieran trabajando con Billy para llevar su potencial a cuotas de talento cada vez más especializado.
Si esa profesora no se hubiera cruzado en el camino de Billy, Billy hubiera acabado siendo minero, como su padre, como su hermano. El entorno y la oportunidad tienen pues una gran influencia en el desarrollo de nuestras capacidades.
FACTORES PERSONALES
Aquellos especialistas “ojeadores” de talento, en el Royal Ballet de Londres tampoco buscaron en Billy la excelencia en la técnica. No, que Billy adquiriera esa técnica, que mejorara y se perfeccionara como bailarín, era su obligación y su responsabilidad. Su reto. Lo que ellos buscaban es que Billy tuviera la pasión que hay que tener para afrontar todo el proceso y convertirse finalmente en un gran bailarín, en un especialista.
Además, no cabe duda que llegar a la cima requiere de esfuerzo, motivación, persistencia, sacrificio personal, auto-superación, estar centrado en el objetivo, gestionar la frustración, resiliencia, trabajo y entrega. Cualquier empresario, cantante, deportista, científico, o escritor de éxito tiene tras de sí un historial de altibajos, éxitos y fracasos. Para muy pocos el camino hacia el éxito ha sido una alfombra de rosas o un camino siempre en ascenso y hacia adelante. Muchos han cambiado incluso de objetivos o campo de acción. Pero han sabido persistir.
Pasión y persistencia son pues dos variables con gran efecto sobre el desarrollo del talento. Ambas actitudes se activan en relación a nuestra Motivación.
La motivación es para muchos docentes y familias el gran caballo de batalla. “Es que no le interesa nada, no reacciona ante ninguna de nuestras propuestas”.
Sabemos que un guepardo tiene la capacidad de correr a un máximo de 115 kilómetros por hora. Su fisionomía está diseñada para ello. Sin embargo, el guepardo no está corriendo a esta velocidad todo el tiempo. Sólo lo hace cuando tiene hambre y además hay a su alcance una gacela. Entonces necesita correr a una elevada velocidad, necesita desarrollar toda su capacidad para poder cazar a la gacela. Sólo entonces, cuando tiene el motivo y la oportunidad, es cuando despliega todo su potencial.
Un guepardo enjaulado en el zoo no corre a esta velocidad punta. Ni siquiera corre a 50 kilómetros por hora. En realidad, es raro verle correr y si lo hace es por muy poco tiempo. ¿Por qué no corre teniendo el potencial para hacerlo? No corre porque no tiene necesidad. Le alimentan regularmente, apenas tiene espacio para moverse, y no hay gacelas a su alcance. Es decir, no corre, no muestra su potencial, porque ni tiene la oportunidad ni el motivo.
Si a un guepardo que ha crecido en el zoo de repente le soltamos en la sabana Africana, dejamos de alimentarle y le ponemos alguna gacela a su alcance, no empezará a correr tras ella inmediatamente. Al principio seguirá esperando que alguien le alimente sin tener que hacer ningún esfuerzo. Más tarde, si persistimos en presentarle el estímulo y llevado por un hambre cada vez más difícil de soportar, quizá haga algún intento de correr, y poco a poco puede que vaya adquiriendo cada vez más velocidad, pero aún estará lejos de llegar a su máxima velocidad punta, por lo que sólo podrá alimentarse de pequeños animales, o gacelas enfermas, viejas o cojas. Algunos, si fueron soltados de joven, quizá finalmente consigan alcanzar esa velocidad punta para la que están preparados y llegaremos a ver en ellos la hermosura de su potencial totalmente desplegado. Pero para otros la libertad habrá llegado tarde y estarán tan dañados que no lo conseguirán nunca.
Sin embargo,
seguirán siendo un guepardo
Algo similar sucede con nuestros niños en la escuela. La falta de reto durante una etapa de primaria a menudo demasiado fácil y con un aprendizaje muy estructurado, limitado, secuencial y superficial para ellos, merma su motivación por el aprendizaje y el conocimiento de su propio potencial. Cuando llegan a secundaria no han desarrollado esas fortalezas internas tan necesarias para activar el esfuerzo y afrontar los retos, la pasión y la motivación por aprender y desarrollar el propio potencial. Empiezan los problemas de motivación, puede que también de conducta, que derivan a una evaluación psicopedagógica y ¡oh sorpresa!, descubrimos a un guepardo dormido.
¿Pero si nunca le hemos visto correr,
cómo es posible que sea un guepardo?
Decidimos entonces soltarle en la sabana, poner gacelas a su alcance. Pero nuestro guepardo se queda pasivo ante ellas. No sabe qué hacer. Ni siquiera sabe que tiene la capacidad de correr tras ellas y alcanzarlas. Aún espera poder alimentarse sin hacer ningún esfuerzo, tal y como le hemos enseñado.
De allí la importancia de abrir las “rejas” de nuestras aulas y liberar a los guepardos desde pequeños, para que aprendan a reconocer su potencial, y empiecen a desarrollarlo, a transformarlo en talento y para que reciban el “entrenamiento” en sus fortalezas internas que necesitarán más adelante.
AULA
De la metáfora al aula
Esto significa flexibilizar el curriculum, eliminar los límites, establecer niveles de reto diferenciados (aula multinivel), promover la excelencia educativa y generar un entorno de aprendizaje donde se anime a la auto-superación, a ir más allá de lo esperado. Poner en fin el centro del aprendizaje en las necesidades de los alumnos y no en las del sistema, dejar que aprendan guiados por su curiosidad e intereses.
La experiencia de muchos docentes nos demuestra que de este modo siempre nos sorprenden llegando más lejos en su aprendizaje que cuando les limitamos a un contenido y unas tareas demasiado estructuradas. Y significa también proveer a nuestros alumnos de diversas oportunidades y estímulos para que descubran su pasión y fortalezas:
Identificar las capacidades, intereses y estilos de aprendizaje de todo el alumnado.
Recoger esta información para proveer oportunidades de aprendizaje, proyecciones, proyectos, clubs de aprendizaje, excursiones y experiencias alineadas con esos intereses-capacidades (cine, fotografía, cocina, radio, astronomía, literatura, dibujo, diseño, química, física, mecánica, carpintería, estrategia, negociación, publicidad, programación, video-juegos).
Buscar mentores dentro y fuera del aula (maestros y profesores que compartan sus intereses con el alumnado, padres y familiares, instituciones externas al centro como museos, universidad, asociaciones, etc…)
Unir estos intereses al currículum académico permitiendo así que avancen por el mismo alineados con sus intereses.
Identificar a los más capaces mediante el cruce de datos que tengan en cuenta tanto las capacidades intelectuales como productivas y creativas, los intereses y factores personales.
Proveer de experiencias y oportunidades que les permitan una cada vez mayor especialización y reto a través de programas específicos, proyectos en conexión con la Universidad, la empresa, la administración local o regional u otras instituciones como fundaciones, etc, proyectos extra-escolares tutelados desde la escuela.
Contribuir, en fin, a un modelo de escuela centrada en la identificación y desarrollo del talento de cada uno de sus estudiantes, aportándoles las herramientas y entorno necesario para que trabajen sus fortalezas cognitivas y personales. Porque:
«Un niño es especial si creamos las condiciones en las que ese niño puede ser un especialista dentro de un grupo especializado»
Renzulli 1994, p. 70.
Fuentes
«De los genes al Talento: un modelo comprensivo sobre el desarrollo del talento».
«Is It a Cheetah?». Traducido y adaptado en:
«Lo que mejor se hacer, es hacerme el tonto».
Bibliografía de Interés
«De los genes al talento, el modelo de Gagné 2015».
Enriqueciendo el Curriculum para Todo el Alumnado (Renzulli y Reis, Traducido por Roberto Ranz. Ed. Apeirón).
Escuelas Creativas. Sir Ken Robinson. DeBolsillo Clve.
El Elemento, descubrir tu pasión lo cambia todo. Sir Ken Robinson. Debolsilo. Clave.
El Aula Diversificada. Cómo servir las necesidades de todo el alumnado. Caron Ann Tomlinson.
Cuestionarios de Rogers para la Nominación de los más capaces.
No estamos limitados por el curriculum.
Convertir mi escuela en un centro para el desarrollo del talento.
Experiencias de docentes que decidieron «liberar al guepardo».