Mc GYVER
DEL GRAN DESFASE AL GRAN RETORNO O EL MITO DE MC GYVER
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Un indio Ojibwa observaba »El hombre blanco escribe todo en un libro de modo que no pueda olvidarse de nada; pero nuestros antepasados apareaban los animales, aprendían su forma de vivir y transmitían su saber de una generación a otra» (JENNESS, en LÉVI STRAUss, 1966a, pág. 37). Esta manifestación expresa el sentido de participación en el mundo natural, el sentido de la posesión de un saber que es diferente de los tipos de proposiciones características de las investigaciones racionales. Refleja una condición mental que los antropólogos tratan de describir frecuentemente como una forma de identificación con la naturaleza que, al compararla con nuestras relaciones habituales con el mundo natural, hace que éstas parezcan alienadas. «El fundamento de las acciones, pensamientos y sentimientos del hombre primitivo era el convencimiento de que lo divino era inmanente a la naturaleza, y la naturaleza estaba íntimamente vinculada con la socedad.» (FRANKFORT y cols 1949 pág. 237).»
EGAN, Kieran, La comprensión de la realidad en la educación infantil y primaria, Morata, 1988
IV
IDA Y VUELTA
Leyendo este párrafo me vino la idea. Estamos en un camino de ida y vuelta. Salimos de la naturaleza y volveremos a ella de una manera u otra. Los indios permanecían pegados a la tierra, pero así no se iba muy lejos. Europa dio el salto a la comprensión científica pasando por la imprenta. Resultado: mucha ciencia y mucha alienación. O dicho de otra manera, la ciencia ha ido muy lejos, pero las escuelas, no. Y ahora los niños creen que las lechugas se fabrican en una sección del supermercado. Saben mucho del carpo, el metacarpo y las falanges, pero necesitan velcro para llevar ajustado el calzado.
¿Y qué pinta McGyver en todo esto? Pues que podría ser el ciudadano mítico del futuro, formado en escuelas evolucionadas. ¿Se imaginan un vecino capaz de almacenar luz solar con la camisa y enchufarla al móvil, sacar combustible radioactivo de las piedras, cultivar hortalizas en tuperwares viejos o enviar un mensaje a la Luna con un alambre y una pila de monedas de cinco céntimos? Sería como volver a ser indios pero del siglo XXIII. A base de poner la ciencia al servicio de los maestros, es decir, de todos.
La ciencia ha ido muy lejos, pero
las escuelas, no
Volver a la simplicidad a través de lo complejo, tratar con la Naturaleza sabiendo mucho más de ella. Me emocionó leer que uno de los primeros microscopistas, mediado el siglo XVII, se admiró de ver que la aguja manufacturada por los mejores orfebres tenia una punta horrorosamente zafia comparada con la finura de las púas de un rosal. Robert Hooke descubrió en cuánto nos aventajaba la naturaleza a la hora de fabricar. Tres siglos después, Richard Feynmann auguró que la industria empezaría a seguir los pasos de la naturaleza y así ha sido. Llegaremos a ser capaces de fabricar púas de rosal, si conviene. Todo tiene sus límites y posiblemente no sé si alimentaremos el depósito del coche con pieles de plátano como en Regreso al futuro, pero creo que hay mucho margen para ciencia, naturaleza y pequeña tecnología se acerquen.
Creo que Ciencias y Humanidades pueden unirse por los fundamentos. ¿Qué nos hace humanos? ¿Qué nos hace civilizados? ¿Qué nos hace hábiles?
Ciencias y Humanidades
pueden unirse por los fundamentos
Mis propuestas curriculares diferencian claramente la educación obligatoria y la profesional. La primera une fundamentos y vida. La segunda, fundamentos y conocimiento teórico y práctico. Antes de los catorce, ningún conocimiento sin vida. Después de los catorce, conocimientos para la vida. Los dos últimos cursos de ESO pueden ser la bisagra, cuando entendamos que todo lo que sabemos es gracias al estudio especializado. Creo que 3º (14-15 años) y 4º (15-16 años) permitirían bien una recapitulación teórica de todos los fundamentos y una orientación práctica a los estudios profesionales. Antes, ninguna física sin trastos, ninguna química sin sustancias, ninguna biología sin seres vivos, ninguna geografía sin mapas, ninguna historia sin arte, libros o discusiones, ninguna matemática sin objetos que contar o extensiones que medir. Discusiones, sí, y etimología e historia para todo y disciplinas y hábitos, agendas y diarios.
Los fundamentos, los niños (y vuelvo a Egan) los entienden con narraciones en las que pueden participar y que les hacen sentir algo. Egan dice que en las palabras los niños pueden entender lo que se les dice, pero necesitan saber lo que han de sentir al respecto. A partir de ahí, han de trabajar con la mano y el cerebro. Habiendo hablado de fundamentos (sin academicismo, sin conceptualización científica, que para eso ya estaría el final de la ESO), los niños con materiales en la mano podrían tener programas de experimentación. El ahorro en libros de texto daría para libros, materiales e instrumentos.
Los niños entienden con narraciones en las que
pueden participar
Y, por fin, la tecnología más difícil, la que presenta el reto más incierto a la Humanidad: la Justicia. Sin entender que somos animales con justicia y que la tierra o es de todos o no es de nadie (espero que los dirigentes de Rusia, China y algunos países más lo entiendan pronto) cualquier currículo que ahora podamos imaginar no nos servirá de nada. Posiblemente entonces lo principal del currículo del siglo XXII sean cosas como buscar espárragos o cazar conejos.
Por si acaso, les recomiendo el libro de Lewis Dartnell Abrir en caso de apocalipsis. Guia rápida para reconstruir la civilización (Debate, 2015). Los profesores podrían encontrar ahí mucho material para su currículo de ahora mismo.
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