INCONSCIENTE COLECTIVO
Me resulta fascinante la cantidad de mensajes que llegan a inundar las redes sociales sobre cómo resolver problemas o dificultades, ya sean personales o profesionales con 5 consejos, 10 pasos a seguir o los 4 tips a no olvidar.
Vivimos en sociedades complejas, sobre estimulados, donde los referentes sociales y tecnológicos han cambiado mucho en pocas generaciones sin que ello haya supuesto –necesariamente– que se hayan cuestionado modelos relacionales del imaginario colectivo.
Este inconsciente colectivo sigue tendiendo a modelos homogeneizados, determinando ideales de cómo se supone que debe ser una vida deseable. Estos ideales construidos socialmente son, sin embargo, aún hoy, fuente de grandes frustraciones. Ejemplos: la figura del príncipe azul y la doncella a rescatar, la familia estructurada arquetípica, el hombre y la mujer de éxito profesional y competitivo, etc.
Si recuperamos los cuentos que nos contaban de pequeños podemos reconocer de adultos en los anuncios, en las series, en las películas, las mismas historias, pero reformuladas bajo otros formatos.
DIFERENCIA EXPERIENCIAL
Y para cada cliché aparecen nuevos consejos y pautas a seguir que caben en un título de tweet.
Me fascina porque las personas partimos de lugares, sensibilidades y condiciones distintas, desarrollamos crecimientos en función de experiencias diferentes, pero, aún y así, tratamos de simplificarlas mediante recetas aptas a cualquier paladar.
Sin embargo, esto equivale a negar la diferencia experiencial, a dejar de lado lo que nos hace únicos, a dejarnos de interesar por procesos de resolución o de resiliencia que quizás no sean tan fáciles de explicar, pero sí muy interesantes de investigar para aprender otras formas de afrontar la vida, de atravesar y superar el dolor o incluso de aprender a gozar de lo que podemos vivir en nuestro presente a pesar de los pesares que no elegimos.
Así que, si no te ves reflejado en 4 pasos para ser no sé qué o lograr no sé cuántos, alégrate, quizás seas de los que necesitas contrastar, reconocer tu propia esencia y respetarla para encontrar tu propio sentido o sentidos que buscas o te da la vida.
Y sí, no siempre es fácil, y menos cuando atravesamos desiertos emocionales de los que nos gustaría bajarnos en un chasquido de dedos con la ayuda de 4 consejos. Pero creer que las soluciones son tan inmediatas es, sencillamente, ilusorio. Atender a nuestra realidad es quizás uno de los ejercicios más difíciles que existen porque vemos aquello que menos nos gusta de nosotros, de los que nos acompañan y de nuestro entorno… pero también podemos hacer relecturas que nos ayuden a ver todo lo bueno y nutritivo que nos envuelve y que emana de nuestro propio ser.
ANDAR Y VER LO ANDADO
Y lo cierto es que falta cultura y educación basada en la búsqueda de las cualidades, habilidades y bellezas propias. A veces, dejar de mirar lo que no nos gusta de nosotros mismos nos impide ver, a la par, todo aquello bonito y preciado de nosotros mismos y, muy probablemente, para el resto de los que nos rodean también.
La memoria de las emociones y del rastro que nos dejan dentro son complejos y más lentos de reconocer y superar de lo que nos gustaría, pero, sin duda, invertir en conocerse más y mejor es la mejor garantía para tomar las riendas de tu vida. Y no, esto no se hace ni con 4 consejos ni con 4 pasos… pero a cambio, andar y ver lo andado para escoger mejor tu propio camino, recurriendo a tus propios recursos y poniéndolos al servicio de tus anhelos más genuinos, vale mucho la pena y es la mejor garantía para no engañarte a ti mismo… ni para lo bueno, ni para lo malo, ni para lo extraño.