EL DESPACHO DE DIOS

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Dios, haberlo haylo, pero no parece trabajar aquí

Sin embargo, hay un despacho a su nombre. No me refiero a esa infinidad de lugares donde se le adora, sino al lugar donde realmente trabaja en este mundo. Es un lugar utópico que está en todas partes y se usa poco y mal. Su función es crear Bien, Belleza y Verdad en el mundo por encima de nuestras pulsiones animales y selectivas.

Pienso que lo más honrado que puede decirse sobre Dios es que sobre Dios no puede decirse nada (nada previo a nuestra existencia, claro). Nadie puede hablar por Él, aunque muchos lo hagan. Papas, imanes, rabinos y presbíteros están un tanto perplejos y sobrepasados con las cosas humanas y las divinas suelen darlas por descontadas. ¡Dios mío, qué poco pensamos en Dios con lo que hablamos de Él!

UNIFICAR EL ESPÍRITU

Ni siquiera somos capaces de un consenso universal sobre el Bien. A lo largo de la historia el cielo ha parecido tan parcelado como los continentes terrestres, cada cual con sus imperios y reinos. Que el capitalismo haya unificado la Tierra antes de que los sacerdotes lo hayan hecho con el Cielo ya resulta algo sospechoso. Tal vez sea ése el próximo reto, unificar el espíritu.

Nadie puede hablar por Él,

aunque muchos lo hagan

Fíjense que las religiones actuales son muy individualistas. Uno puede pecar mucho, enriquecerse mucho y no obstante manener una buena esperanza de llegar al cielo. O uno puede ser razonablemente pobre, ayudar mucho (la caridad se ejerce en esta vida material, luego algún cielo terrenal habrá) y suponerse merecedor de gracia. O bien uno puede pensar poco y mal y hacer daño por haber pensado poco y mal. O uno puede hacer mal por haber recibido un temperamento inadecuado (hoy se llama ADN y epigenoma) y tener el «mal» apoderado del cuerpo y la mente. O, peor aún, uno puede ser normal (sea eso lo que sea) y acercarse precisamente al «lado oscuro» pudiendo haber seguido la difícil y pedregosa vía del bien. Se presenta entonces la cuestión de si el mercado realmente existente de las ideas y los valores ayuda mucho a tomar decisiones correctas. El caso es que siempre es «uno».

EL CREDO DE ADAM SMITH

En el cristianismo católico se va al cielo de uno en uno. En el luterano, aún más. En el islam ni se sabe a qué cielo se irá si se es mujer. Uno tiene la sensación de que el Papa puede pasarse milenios lamentándose por el materialismo egoísta. Parece que ni siquiera tiene instrumentos comunicativos para poner la Humanidad en el imaginario. Parece como si Adam Smith hubiera tenido mucha más influencia que el Papa aunque sólo hubo un Adam Smith. Como si hubiera hablado directamente al corazón de los más dotados o los más competitivos, mientras el Papa sólo encuentra oídos entre las mayorías más sintientes y menos actuantes. De momento el Dios de la Selección Natural va ganando al Dios de la Solidaridad. Afortunadamente el partido no acaba.

Que el capitalismo sea fácilmente global y el espíritu apenas despegue del individuo, algo dice. Lo más humano que tenemos lo manejamos aún muy limitadamente. Lo más animal y selectivo se maneja solo. Son miles de millones de años de animalidad y pocos miles de humanidad aún mal construída. Competir con colmillos y competir con electrónica o software no es tan diferente. Es una competencia del olvido. Se vence al otro y se le olvida. No competir o no olvidar es lo que marca la diferencia, lo auténticamente divino. Y no sabemos o lo hacemos poco y mal.

EQUIPOS DE MILES DE MILLONES

El despacho de Dios es único e inclusivo. Parece como si Dios hubiera dejado la puerta abierta para que la ocupáramos nosotros. El problema de ese despacho es que la puerta no se cierra hasta que no ha entrado el último. Y entonces se puede trabajar en él.

Millones de años de animalidad y

pocos miles de humanidad

La gran pregunta es: ¿Puede una escuela inclusiva educar para un mundo exclusivo? Es obvio que la escuela prepara para la vida. Pero ¿qué vida? ¿La de competir para olvidar? ¿La de competir para integrar? ¿Para obtener un buen empleo y etc., etc.? ¿Para ser un buen ciudadano y sea lo que Dios quiera? ¿Para hacer todo eso y además cultivar el espíritu? ¿O para hacer todo eso y además ocupar el despacho de Dios? ¿Qué es lo más inclusivo? No nos precipitemos, para ocupar el despacho de Dios hay que aprender a trabajar en equipos de miles de millones. Ahora es imposible, pero si no vamos hacia allá… mal lo tenemos.

Y eso es lo principal que deberíamos saber los maestros, saber apuntar hacia dónde. E ir creando imaginario. Hay que conseguir que los jóvenes lleguen a hacerse:

Las preguntas pertinentes al futuro de todos

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