«Sin embargo, las ganancias obtenidas por quienes ascienden por la escala educativa podrían producirse a expensas de quienes ya se encuentran en peldaños superiores […] los ingresos de este colectivo [los licenciados] podrían estancarse o decrecer […]»
«Ello no quiere decir que los esfuerzos por aumentar el nivel educativo en todo el mundo sean mala idea. Simplemente constata que la educación casi con toda certeza no es una solución a los problemas identificados en este libro».
Ryan Avent, La riqueza de los humanos, Planeta, 2017
CREENCIAS A JUICIO
Ryan Avent y Yuval Noah Harari, dos miradas preocupantes sobre el ser humano. ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? ¿Qué cabe esperar?
Parece que el párrafo anterior desmontaría toda la ilusión que los entusiastas de la educación hemos depositado en ella como instrumento revolucionario. No está mal, de vez en cuando, poner nuestras creencias a juicio. Hemos visto a lo largo de la Historia que la inteligencia humana acaba encontrando caminos de mayor integración.
La genética nos hace distintos y la cultura nos puede acercar. La inteligencia abre caminos individuales y la conciencia los adecenta para todos. Pero en medio de una lucha. La conciencia absorbe recursos que la inteligencia ambiciona. Después está la fuerza, que también ha evolucionado.
QUIERE CAZAR…
La fuerza fue, en principio, sólo músculo. Pero pronto también astucia y artilugio. Se hizo más tarde de metal y de pólvora. Ahora, principalmente de cerebro e institución con hipérbole del artilugio. Todo eso vale en una lucha. Pero ¿entre quién?
Damos por supuesto que vivimos en sociedades democráticas y sociales… Es más un deseo que una realidad. El director del Banco Mundial o el secretario general de la OCDE desearían que todo el mundo fuera educado y cobrara un salario digno, pero sin renunciar a sus altísimos poderes de negociación.
Igual que los inmensos empresarios del momento, que no tolerarían que pequeños proyectos muy útiles hicieran sombra a sus megaproyectos omnicomprensivos. Apple y Google querrían hacernos dichosos a todos e inventar el mundo feliz y Amazon lo transportaría.
Pero ello es imposible, ni Facebook conseguiría hacérnoslo creer. El ser humano, como el tiranosaurio, no quiere que lo alimenten, quiere cazar. Sólo que en el ser humano la presa puede ser un poema. Lo contrario sería convertir las ciudades en zoológicos de gente.
SIN QUE NADIE LO SEPA
Puestos así, yo diría que las escuelas son nuestros campos de adiestramiento… para después… ¿El empleo? ¿La empresa? ¿La revolución? ¿Qué viene después de una revolución? Nadie lo sabe aún. La Revolución Francesa fue el trauma de un animal que se hace humano. ¿Será la próxima la de un humano que se hace dios?
Veo dos líneas para pensar la historia. Que el mundo se va a parecer a lo que tenemos hoy pero más desarrollado. O que el mundo será la sorpresa que entre todos nos tenemos reservada sin que nadie lo sepa aún.
Yo creo que todos los estudios de economía, antropología o historia que se han hecho y se hacen van en la primera línea pese a que la Historia nos demuestra que somos tozudos en sorprendernos a nosotros mismos. Un licenciado es un vendedor de trabajo algo más sofisticado en un mundo donde todo se ha sofisticado. Su valor de cambio baja.
Ya no es esa inteligencia que marca diferencias… A no ser que tenga «visión del mundo». Tener inteligencia y conciencia del todo le haría un sujeto de información muy precisa de su entorno y aplicable al gobierno global de las cosas. Un actor de la Historia.
Hacemos lo que hacemos
hasta que no soportamos seguir haciéndolo
COMO AL MAL COMUNISMO
Es justo el punto en que la Economía no sabe nada. Parece lógico pensar que las diferencias genéticas y las dificultades de organización humana (instituciones) remarán a favor de unas pocas inteligencias (millones en un mundo de masas) que diseñarán los proyectos básicos del planeta.
Los demás nos ubicaremos en los detalles. Creo que el sistema capitalista, basado en la inteligencia humana, que ha remodelado hasta ahora el mecanismo natural de Selección para acomodar al monstruo humano, encuentra su límite y empezará a pasarle como al mal comunismo que fuimos capaces de pergeñar.
Es posible que ese sistema no pueda dar cuenta de la cantidad de información compartida y actuada en tiempo real en el lugar adecuado como para mantener el equilibrio. Igual que el buró político del partido no podía gobernar eficientemente un país, la internacional capitalista (llámenle Davos, Bildelberg o FMI) no podrá actuar eficientemente en toda la biosfera.
Sólo estamos a la espera de que se den cuenta en el partido chino (último de los espejismos modernos, el despotismo ilustrado «perfecto») y en las instituciones occidentales.
O el mundo es de todos o no será de nadie
O todos nos sentimos protagonistas del proyecto humano, aún por diseñar, o nunca fluirá información suficiente.
Vale la pena dedicar recursos a la conciencia cuando la inteligencia sólo pelea por recursos y por objetivos demasiado lejanos. Si no, la Naturaleza, que aún existe, poda. Y poda mucho sin mirar a quien.